He bajado al Maravillas y, en el camino, he visto las aceras regadas, sin rastro de residuos vegetales en los que se quedaban enredadas las suelas de los zapatos. No se si el concejal de urbanismo de Heliópolis, que acude a un programa radiofónico para escuchar las quejas de los ciudadanos, tiene un servicio que rastrea la Red en busca de críticas a la gestión municipal, o es que ya tocaba, lo cierto es que las molestias derivadas de los residuos de las moreras, han desaparecido del barrio.
Tampoco se si mi tozuda actitud crítica en el blog me ha granjeado algunas antipatías, en todo caso serán pocas, porque 52.000 visitas en algo mas de cuatro años no justifican reclutar un ejército cibernético anti Lohengrin. Lo cierto es que el sistema operativo ha cascado, por un ataque exterior, o por su longevidad, y aunque el informático estuvo ayer intentando reanimarlo, todavía no respira, y aquí me tienen, provisto del bolígrafo y el papel de siempre, intentando escribir esta entrada, 'La Foto', que llegará al blog con retraso.
'Levante' lleva hoy una foto a media página, que es toda una mina periodística, para cualquiera que la vea con gafas de 3D.
En primer plano hay una figura con apariencia humana que, a pesar del estatismo de la foto, se adivina enérgica y gesticulante, en una actitud de intencionalidad convincente, como si quisiera hacer creer que el negro es blanco, la periferia el centro, y otros imposibles metafísicos.
El pie de foto habla de sentido de Estado, en relación con asuntos financieros locales. Con las gafas 3D puestas, el punto de vista se agudiza, hace mas enfáticos los gestos captados por la cámara, y uno percibe que no está viendo al muy inefable Camps, sino una representación suya, un muñeco hueco al que se le acaban las pilas, dotado de un resorte que, cuando se activa, hace un discurso identitario, en el que domina el carácter épico de todo lo nuestro y, cuando le dan al
on, cambia el chip haciendo que surja un sentido de pertenencia al Estado centralista.
Se dirá, con razón, que ambas cosas son compatibles, aunque generen conflicto, pero cuando el énfasis y la exageración, la mentira, ocupan el discurso grabado, la compatibilidad entre identidad y Estado, entre lo propio y lo no del todo ajeno, salta hecha pedazos, ajena a todo ejercicio de la razón.
La sensación que percibes a través de la foto, en la que, tras el primer plano, se ve la inmovilidad hiératica de Rato, ajeno a cualquier expresión de movimiento, con el aire inmanente y sólido del verdadero poder, acompañado de las comparsas que le siguen en las decisiones operativas de Bancaja, esa sensación es que quien aparece en el primer plano no es Camps, sino el muñeco vacío que lo representa, y que el muy inefable está en otra parte, un convento, un monasterio, dedicado a la oración permanente, intentando purgar las muchas declaraciones enfáticas, exageradas, mentirosas, en el ejercicio de su cargo.
También percibes que esa contradicción entre vida monástica y representación pública no es algo reciente y puntual, sino que el muy inefable siempre ha habitado esa dualidad, desde el principio de su mandato, y que los verdaderos responsables del marasmo de las políticas públicas y la elección de las inversiones en Heliópolis, de las políticas educativas y sanitarias, del final frío de nuestro sistema financiero, de la preferencia por lo frívolo y temporal, en perjuicio de las políticas duraderas de altura que, por encima de la imagen, refuercen nuestra identidad y bienestar, están detrás del muñeco vacío que ves en la foto, con las gafas de 3D, dirigido a través de un botón de audio que cambia el discurso con una leve manipulación.
Tal vez, cuando se le acaben las pilas, reaparezca el verdadero Camps y alcancemos a conocerlo.
Mientras tanto, quienes gusten de jugar con muñecos, pueden seguir votando al Partido Popular para el gobierno de Heliópolis. Desde Génova, manejan el audio con el mando a distancia.
-LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM)
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