martes, 7 de septiembre de 2010

CRUCEROS

He bajado al Maravillas y el periódico de ayer lleva un titular que dice 'Altos cargos del Consell (de Heliópolis) y sus familias utilizan los buques escuela para excursiones'. A continuación, la entradilla añade, --cito corrigiendo la sintaxis--
'Rehabilitar el pailebote 'Pascual Flores' costó 4,1 millones y la goleta 'Tirant' cuesta 165.000 euros de mantener'.

La foto que ilustra el informe (no me parece una noticia), desmiente el titular, porque aparecen Camps y un alcalde, vestidos con trajes (regalados?) y corbata, y uno no se va de excursión marítima de esa guisa. O sea, que no se aportan pruebas gráficas de lo que se afirma, lo que no deja en buen lugar la ética del periódico. En fin.

En los tebeos de mi infancia, se leía paquebote. Paquebotes, goletas y galeones eran escenarios de batallas navales entre piratas y guerreros, el del antifaz, mayormente,
entre cruzados y musulmanes, tal como ahora mismo. Hawking ha terciado en esa polémica negando que Dios fuera partícipe financiero en la empresa de creación del universo, pero no ha dicho nada de Cristo. No se porqué los del Tea Party se han dado por aludidos.

La evidencia de que Dios existe es fácil de advertir observando a una parte de la población que cree en el, y al creer, lo crea. No parece elegante, sin embargo, que se nos quiera imponer a otros esa creencia, sobre todo a bombazos, como hace la franquicia musulmana de esa marca única, o influyendo mas de lo deseable en los poderes parlamentarios desde la exageración lobista del Tea Party.

Asumiendo que Dios existe, la sensación de un observador objetivo es que se ha ido de crucero, y ha dejado al mando al sombrerero loco. Esta sensación se sustenta en la bárbara historia del siglo XX, y en las perturbaciones con las que se prodiga el actual, sobre todo las climáticas. Ya advirtieron los climatólogos, sin mencionar a Dios, que la frecuencia y la intensidad de episodios extremos de desorden climático iban a ser pronto una de las evidencias del cambio climático. Sin mas comentarios.

En el supuesto de que el sombrerero loco tenga algo que ver en todo esto, si yo fuera accionista mayoritario de la empresa celestial, lo despediría de manera fulminante. La pintada que escribió un estudiante de teología de la facultad de aquí,
'Si Dios existe, ese es su problema', habría que actualizarla, 'Si Dios existe, empieza a ser un problema'.

Nunca iré de crucero, porque mi mujer se marea. Tiene la extraña idea de que viajar por encima de simas de miles de metros, sin ningún control sobre ellas, es una locura, semejante a la de montarse en el coche de Jesús Neira sin conducir uno mismo.

Esa frustración potencia la emoción que me habría producido ir de crucero, pero no en el de Vacaciones en el Mar, aquella serie del capitán blandito, calvo y fondón,
sino de grumete en el Beagle, acompañando a Darwin en aquel viaje mítico, que solo duró dos años, pero le dio después para toda una vida de reflexiones y teorías sobre lo que vio con sus ojos expertos de jardinero.

Mucha gente piensa que Darwin solo viajó por mar, pero Arsuaga cuenta en un ameno libro, cuyo título no recuerdo, su cabalgada solitaria, entre puerto y puerto, por las inmensidades patagónicas, donde comía lo que encontraba por el camino, o los asados con que lo agasajaban las guarniciones de los escasos puestos que encontraba.

A diferencia de Hawking, que ha hecho una afirmación categórica que, al parecer, ha molestado a los del Tea Party, Darwin mostró un gran respeto por la clase clerical, tanto que guardó en sus cajones los resultados de sus observaciones y experiencias, y solo los cedió al público conocimiento cuando tuvo la evidencia de que otros científicos iban a divulgar cuestiones esenciales relacionadas con sus teorías.

A fin de cuentas, Darwin nunca negó la existencia de Dios, y estaba asustado por las interpretaciones que se dieron a sus publicaciones, pero no pudo dejar de afirmar, con su rigor y su honestidad intelectual cimentados en decenios de investigaciones y observaciones, que el mundo no venía de una creación estática inalterable e inalterada desde su supuesto origen, sino que la vida era dinámica, evolucionaba, aunque a saltos, y estaba sujeta a leyes hasta entonces no escritas, y si ese punto de vista
derribaba mitos y creencias muy arraigados, no fue por su voluntad de hacerlo, sino por la fuerza de los hechos.

Desde que Darwin publicó sus ideas sobre la selección natural y la evolución de la vida, no han cesado de aparecer pruebas materiales que confirman, en unos casos, afinan, en otros, sus intuiciones basadas en la observación de la realidad.

Si los del Tea Party hubieran estado próximos al entorno de Darwin, sus escritos no habrían conseguido salir a la luz, y Hawking tal vez no se habría expresado ahora en su libro con la libertad con que lo ha hecho.

En fin. Cruceros.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 7-09-10.

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