miércoles, 1 de septiembre de 2010

PALESTINA

"Palestina se llama así porque Herodoto le puso ese nombre. Al parecer, Herodoto citó en sus escritos los nombres de los lugares de casi todo el mundo antiguo, y al que no tenía nombre se lo puso.

Mi viejo Espasa, en el que cada vez confío menos, dice que Palestina no es ni siquiera un país, sino una región de límites imprecisos. O sea, que, según ellos, esa región tiene el mismo conflicto lingüistico geográfico de identidad que Catalunya o Euskadi.

También cita el Espasa la dominación turca de Palestina, pero nada dice de la inglesa. Será que como ese solar apenas alcanza los 30.000 kilómetros cuadrados, los anglos no lo consideraron zona ocupada, solo un pasillo por donde transitar con sus botas imperiales hacia destinos mas gloriosos.

Lo cierto es que, aceptando que los ingleses nunca ocuparan Palestina, y solo fueran transeuntes, su influencia fue decisiva en la partición del lugar, cuando se inventó el Estado de Israel. Señores del Espasa, ¿Como se pudo acordar por la comunidad internacional la partición de un país inexistente? A menos que, lo inexistente, o tal vez invisible para quienes delinearon a compás los nuevos mapas, fuera la población palestina, pues se dedicaba al nomadismo y el pastoreo, actividades estas alejadas de los núcleos de poder y beneficio.

La población palestina, antes de la última gran guerra, el Espasa la cifra en 1.750.000 habitantes, siete de cada diez árabes, el resto minoría judía. Algo no me cuadra. Para ser un pequeño grupo nómada y pastoril, esa cifra de población parece algo abultada, no?

Los redactores de la nota enciclopédica, --influidos por nuestro mito histórico de la armónica convivencia entre judíos, musulmanes y cristianos, que cualquiera puede desmentir visitando Toledo, al comprobar que vivían en lugares separados-- afirman que los distintos grupos étnicos vivían en convivencia, mientras estuvieron sometidos al dominio turco, lo que parece decir sutilmente que solo la autoridad totalitaria garantiza la convivencia pacífica entre diferentes. Estos del Espasa, son un poco bordes, no?.

Lo cierto es que en Palestina pasó lo que pasó y todo el mundo conoce. Después de aquella partición y con el devenir de los tiempos, ese es un lugar donde, en cualquier momento, un palestino de rostro enjuto y moreno tostado por el sol inclemente, acarrea un cubo con agua para calmar la sed de sus hijos cobijados entre los escombros de la casa familiar, con una alta probabilidad de que un proyectil de cualquiera de los bandos le acierte entre los ojos.

Si tal cosa sucediera, otro palestino, con esa expresión fatalista de quienes llevan sobreviviendo desde su tierna infancia, pasará por su lado y, sin mirarle siquiera, recogerá el cubo de agua para dar de beber a los hijos del muerto y a los suyos propios.

Es altamente improbable que ningún poder, por fuerte y militarizado que sea, pueda echar de sus tierras a un pueblo, aunque haya sido poco visible históricamente. Siempre habrá alguien para recoger el cubo de agua abandonado.

Al final, un presidente de Estados Unidos, mas sensato que el anterior, deberá intentar de nuevo contribuir al desarme de las partes y ser garante de una paz duradera. Pero la verdadera paz no se impone.

Cuando las circunstancias sean propicias, la paz la harán un joven árabe esbelto y una muchacha judía de cabellos oscuros y ojos verdes como los colores del Islam. Yacerán en el lecho, rodeados de jarras de leche y cuencos de miel, en una jaima, bajo el cielo colmado de estrellas del viejo solar poblado antiguamente por hebreos cananeos, hecho suyo por el nomadismo árabe, partido en trozos por manos ajenas e insensibles, que deberá ser reinventado de nuevo con el concurso de los mas cuerdos, antes de que la locura actual haga saltar a todos, justos y culpables,por los aires".

(De un papel viejo de 2.006)

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 1-09-10.

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