El Consorcio es, además de un grupo musical de éxito que estuvo presente durante años en el panorama musical español, compuesto de manera señalada por grandes voces cultivadas en las iglesias de Euskadi por retoños de familias numerosas y euskalcatólicas, 'un condominio entre hermanos, tal que atribuye a los comuneros cierto derecho de acrecer'. A la vista de esta definición enciclopédica, sorprende la precisión jurídica del nombre de aquel grupo musical que incluía componentes ligados por esa fraternidad.
Consorcio es también, participación y comunicación de una misma suerte con uno o varios. Unión o compañía de los que viven juntos. A juzgar por lo que se conoce de las grabaciones del caso Brugal, la familiaridad entre el político del PP, Ripoll, y los empresarios Ortíz y Fenoll, todo huele a consorcio en ese contubernio.
El cuarto en discordia, Gregori, sería el vínculo consorcial y amistoso en esa suerte común, pues, según cuenta hoy 'Levante', en la 3,compartía cena con Ripoll y entraba y salía de su domicilio con asiduidad, además de cultivar una estrecha amistad con Fenoll y Ortíz.
Que tenemos, entonces? Cuatro hermanos de sangre, no en el sentido literal, pues probablemente esa supuesta hermandad tendría su origen en algún rito ancestral, no creo que a través del corte en la muñeca, pero si a través del beso en la mejilla y el juramento de lealtad recíproca.
Si todos ellos han participado de una misma suerte y han vivido con una cercanía familiar, parece impropio calificarlos de miembros de una mafia siciliana, como yo mismo aventuré en alguna página del blog. Se trataría, en realidad, de un consorcio
consolidado en la mútua amistad fraterna.
Luego hay otro Consorcio, con mayúsculas. Al parecer existe un Consorcio que se encargó de gestionar --contratar-- los procesos de adjudicación de la planta de basuras de la Vega Baja. En ese Consorcio, que sería un ente público que gestiona, mancomunadamente, asuntos de ámbito comarcal, que exceden las competencias puramente municipales, está presente la Diputación de Alicante.
Esas adjudicaciones son las que han suscitado las dudas de quienes velan por el cumplimiento de las leyes, y Ripoll ha declarado reiteradamente, que no es la Diputación que el preside la que es objeto de investigación, sino el Consorcio, delimitando de este modo las posibles responsabilidades que se puedan derivar de ese sumario, de las que, según sus declaraciones, la Diputación de Alicante, estaría al margen.
Puede ser que, desde el punto de vista jurídico, aún conociendo que la Diputación tiene un sillón en el Consorcio, esa precisión de Ripoll sea pertinente.
Desde el punto de vista político, sin embargo, uno no puede embarcarse en un mismo negocio con tres amiguetes, participando de su misma suerte, vivir con ellos una cercanía familiar y al mismo tiempo participar en una institución que adjudica contratos a los socios de ese consorcio informal, y luego pretender quedarse al margen de las responsabilidades penales que se puedan derivar de semejante conducta.
La esencia del consorcio es que todos los consorciados participan, lealmente, de la misma suerte, sea esta favorable o adversa, y si Ripoll no lo entiende así, alguien debería aclararle que el rito de lealtad, el beso en la mejilla, es para siempre, y los electores, a cuya lealtad también se debe, deberán pedirle cuentas en su momento, junto a Camps y Fabra, por su conducta presuntamente desleal con la ciudadanía.
En fin. El Consorcio.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-09-10.
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