domingo, 12 de septiembre de 2010

SEDUCCIÓN

El teatro, la novela y el cine, nos han acostumbrado a percibir los procesos de seducción como algo esencialmente masculino, con propósitos puramente sexuales, pero la observación de la vida demuestra cada día que esa visión limitada tiene bastante de tópico reduccionista.

La mujer, en general, adopta actitudes de seducción con una amplitud de recursos que supera, de lejos, a la de los hombres, aunque quizás se centra mas en los recursos visuales, mientras que los varones, así al menos lo presenta la tradición literaria, usan mas de los recursos orales.

Relacionar los procesos de seducción únicamente con los personajes de Shakespeare, con las memorias de Giaccomo Casanova, o con las diferentes versiones de Don Juan, representadas o no, tiene sentido como ejercicio literario, pero una aproximación a ese concepto amplio exige una observación minuciosa y detenida de nuestra propia conducta y de la conducta ajena.

Para empezar, buena parte de quienes creen actuar como seductores son, en realidad, seducidos. La versatilidad y el talento sutil de muchas mujeres pueden hacer creer al falso seductor que es el quien tiende las redes de la seducción para obtener su propósito, cuando, en realidad, le están dejando tenderlas porque un propósito anterior y mas determinado que el suyo, así lo ha decidido. En caso contrario, le habrían dado una patada en el trasero para que tendiera sus redes en otra parte.

Naturalmente, esto no excluye la presencia en las relaciones personales de procesos
de seducción en su sentido mas tradicional, es decir, varón seductor, mujer seducida,
pero tengo la sensación de que debajo de estos procesos tan representados en el teatro, la novela y el cine, subyacen relaciones de desigualdad, en las que un sujeto, mas educado, o mas fuerte emocionalmente, se impone a costa de la debilidad relativa del otro sujeto.

Esta relación de desigualdad aparente en los procesos de seducción en su sentido tradicional, no excluye la existencia de otros en los que, siendo las capacidades intelectuales y emocionales de la persona seducida, notablemente mas elevadas y valiosas que la, en ocasiones, vulgar dotación intelectual del seductor, se establece una relación de dependencia, una anulación de las capacidades intelectuales
y emocionales de la persona seducida, que queda a merced de los sentimientos, sin defensa racional alguna. En estos casos, podemos hablar, lisa y llanamente, de posesión. El seductor no solo ha seducido, se ha posesionado de la persona entera seducida. Este sería el límite extremo de la seducción.

Pero hay otros aspectos de la seducción que poco tienen que ver con la sexualidad como propósito. Las motivaciones sexuales de la seducción son infinitamente menos frecuentes que las mercantiles.

La Publicidad es la actividad humana que recurre de un modo mas universal a las técnicas de seducción y, aunque se orienta cada vez mas a la asociación del producto
con los instintos y pulsiones sexuales del consumidor potencial, y utiliza símbolos,
imagenes y discursos de contenido claramente sexual, su finalidad es, exclusivamente,
mercantil, aumentar las ventas del producto que anuncia.

Fuera del campo publicitario, la seducción sin motivación sexual está igualmente presente con caracter universal en las relaciones personales. Quien intenta seducir, lo hace a menudo por una necesidad profunda y exigente de ser querido, pero mas en el sentido de obtener la aprobación de los demás, que por un plan dirigido a establecer una relación bilateral determinada. Entra en juego así una especie de economía del amor, en la que uno intenta cotizar al alza en la bolsa de los afectos.
Es difícil separar los propósitos sexuales, de los mercantilistas, en los procesos de seducción en los que se busca retribuir esa necesidad de afecto.

Mi impresión subjetiva, es que la mayoría de la gente va por la vida intentando seducir, o fingiendo ser seducido, pero pocos aceptan el elevado y destructivo nivel de riesgo que implica una relación de posesión. Puede que esto sea una suerte para la mayoría, aunque tal vez otros, supongo, pensarán lo contrario. No sé.

En fin. Seducción.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 12-09-10.

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