Nuevamente 'Levante' acoge en sus páginas de opinión mensajes profundamente reaccionarios, cuyo medio natural serían las páginas de 'La Gaceta' o 'La Razón, ignoro si por una estrategia mercantilista para ampliar el espectro de sus lectores, o porque quienes se cuidan de la línea editorial no tienen tiempo para acudir a un seminario donde puedan precisar ese concepto.
En la página del Blog, 'Iguales' ya di mi opinión sobre un artículo de de la Guardia, --que jodido apellido que te obliga a escribir dos veces de-- Catedrático de Química Analítica de la Universidad de Heliópolis, colaborador no muy habitual de ese periódico que, en aquella ocasión, amparado en el acientífico concepto de 'igualdad'
de la especie, arremetía contra las políticas de discriminación positiva dirigidas a
disminuir las desigualdades entre distintos grupos sociales.
En este artículo de hoy, 'La enfermedad infantil de la izquierda' se quita la careta
que prudentemente llevaba puesta y nos ofrece, al intentar demostrar el infantilismo de la izquierda, su inequivoca condición reaccionaria. Es mejor así, sin tapujos.
Invariablemente, cuando alguien incluye en su discurso, de un modo explícito o tácito, que el no es de izquierdas ni de derechas, no se vaya a creer usted que es de centro. Casi siempre se trata de individuos con profundas convicciones reaccionarias, ancladas en la nostalgia por el viejo régimen totalitario. Es un sano ejercicio desenmascarar a quienes se amparan en esos discursos.
Históricamente, es sabido que la denominación de izquierdas y derechas se refirió al lugar ocupado en la asamblea francesa por las distintas facciones. Unas estaban mas cerca de los intereses y aspiraciones del pueblo, otros defendían los privilegios de la clase aristocrática, dicho sea en el peor sentido, porque hay aristócratas del esfuerzo personal y del conocimiento que, sin ser latifundistas, están cerca de los intereses y las aspiraciones de las gentes de a pie.
Uno tiene dudas de si en las asambleas actuales, en las Cortes de aquí, quienes se sientan en el hemiciclo, tanto a la izquierda como a la derecha, defienden mas los intereses de las clases populares, o los suyos propios, al Audi, el teléfono pagado, esas cosas, pero aún así, no parece nada infantil asumir que aún hay mucho que hacer para acercarse a una mas digna vida pública y ciudadana, y hacerlo desde la izquierda, es decir, desde la posición geométrica mas alejada de los viejos intereses oligarcas de quienes, históricamente, no tuvieron inconveniente en patrocinar una guerra fraticida para conservar sus privilegios.
A diferencia de otros países europeos, en España, históricamente, los intentos de modernización siempre contaron con una oposición reaccionaria feroz y sangrienta, que retrasó nuestra incorporación civilizada a los modos de vida vecinos y cercanos. Fue Alfonso Guerra quien afirmó, creo, que después de pasarlo por la izquierda, a este pais no lo conocería ni la madre que lo parió. Y así fue, con todas las debilidades y contradicciones que se quiera, la modernización del país ha sido una tarea, básicamente, en manos de la izquierda.
Quien mantiene una posición reaccionaria como de la Guardia, en estos tiempos, conecta, tal vez por falta de conciencia histórica --la Química nada tiene que ver con la Historia-- con lo peor de nuestra derecha de los últimos dos siglos. Asumo que quienes siempre hemos ejercido, o simpatizado con quienes las ejercen, posiciones de izquierda, tengamos tendencias algo infantiles, pero yo me siento mejor así, que llevando el peso histórico de los crimenes colectivos que, desde la época de Fernando VII, han perpetrado las fuezas reaccionarias en este país, que fue un país de mierda hasta que la izquierda lo modernizó.
Los mas peligrosos de estos tipos hondamente reaccionarios son aquellos que, cuando les preguntan, dicen, no, yo no soy de izquierdas, ni de derechas, esa distinción está pasada de moda.
Nunca como ahora, en la situación actual, que ya se prolonga demasiado tiempo, ha sido tan necesario que las fuerzas de la izquierda reivindiquen sus origenes, su identidad, y sus programas, porque las fuerzas reaccionarias, tan presentes en nuestra historia, vuelven con mas agresividad que nunca. De la Guardia está, ideológicamente, claramente inspirado por ellas. No se que cojones pinta en las páginas de opinión de 'Levante'. Ellos sabrán.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 16-09-10.
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