Ayer asistí a un acontecimiento creativo de primer nivel, un desfile de moda para la presentación de las creaciones de ocho diseñadores integrados en GENOMA, una inciativa que me pareció independiente, con toques autogestionarios. Si se hubiera presentado en las pasarelas de Londres, N. York o Tokio, estoy seguro de que hubiera merecido la portada de Vogue.
El acto estuvo impregnado de una alta profesionalidad, con modelos experimentadas cedidas por las agencias, cuatrocientas personas presentes, y se celebró en la terraza del edificio de la Sala Octubre. Llovió, menos mal que fue poco. Solo un par de paraguas entre el público asistente, que aplaudió ruidosamente cada una de las muestras de talento que se exhibieron.
¿Que hacía un tipo como yo, en un lugar como ese? Fácil. Mi hijo menor que es un tanto renacentista y se dedica a todo, la informática, como profesional, el arte, como estudiante, y la moda, como amiguete de algún creador, salía con una guitarra y una falda para dar una sola vuelta a la pasarela, y luego interpretar un número musical.
Los que yo creía que eran de seguridad --luego resultaron ser los propios diseñadores-- insistían en preguntarme a la entrada ¿Usted, con que diseñador viene?
--Yo vengo con el modelo, contestaba , y así una y otra vez, ante la susceptibilidad de quienes controlaban la entrada. Menos mal que llevaba una pulsera etiquetada con la palabra Genoma, que actuó como aquel conjuro, 'Ábrete Sésamo'.
Lo mejor del acontecimiento fue el lado creativo, pero tengo que decir, con la mejor intención constructiva, que el lado organizativo fue un auténtico desastre y el comercial, aparentemente inexistente.
Planificar un acto como ese al aire libre, sin considerar las previsiones de lluvia, es de una inconsciencia manifiesta, que pudo dar al traste con todo el esfuerzo realizado previamente, aunque afortunadamante todo quedó en una ligera llovizna que no perjudicó para nada el espectáculo.
Donde se manifestó la torpeza organizativa fue en la acomodación de las personas
en las sillas destinadas al efecto. Al parecer cada diseñador tenía reservada una zona de asientos, pero solo lo sabían ellos, con lo que la frustración de los asistentes, que se sentaban una y otra vez, y les hacían levantar de sus asientos, no siempre con la delicadeza que se observó luego en los tules de las modelos, en algunos casos se veía próxima al enfado.
La espera innecesaria en la escalera, antes de acceder a la terraza, en un espacio con un calor sofocante, también fue una expresión de imprevisión desorganizada.
Vamos a ver, esto lo digo, con la única intención de que estos chicos aprendan como deben actuar la próxima vez que se encuentren en una situación como esta. Todos habrán asistido alguna vez a una sesión de cine numerada. Habrán visto que los asientos llevan un número y las entradas también. También sabrán de la existencia de listas. Hubiera bastado hacer un reparto previo entre los diseñadores
del espacio disponible, entregándoles entradas con una numeración que con unas simples pegatinas se correspondiera a los asientos. Fácil, ¿no?.
La creatividad no debe estar reñida con el sentido de la organización. Si no se tiene, pues se llama a alguien que lo aporte, y ya está.
Luego está el lado comercial. Ignoro si Genoma tiene sus propias tiendas para distribuir el producto diseñado por sus miembros. Si no las tiene, no me percaté
de la presencia de compradores nacionales o extranjeros en el acontecimiento, lo que significa que el potencial comercial de un esfuerzo como este fue prácticamente cero. Si las tiene, no me percaté de que se nos invitara a visitarlas. En fin.
Por lo demás, vuelvo a afirmar que, tanto la creatividad de los diseños, como la profesionalidad de las modelos, confirieron un nivel de excelencia al acontecimiento
digno de cualquier pasarela internacional. Si menciono los aspectos organizativos y comerciales, es con la sana intención de contribuir a mejorarlos.
Pero lo que me dejó completamente deslumbrado, fue la imponente presencia de Carmen, la ex de Jordi, que compartió un número musical con el y otro guitarrista, además de desfilar por la pasarela con un traje de novia fascinante, con un estilo, un control de sus gestos y movimientos, y una presencia tan cautivadora, que evocaba a las mas grandes estrellas de Hollywood.
Estoy convencido de que con esos recursos, el talento indudable de los diseñadores, y la sólida capacidad actoral de quienes mostraron sus creaciones, y añadieron al acontecimiento su brillante personalidad y su estilo cosmopolita, la moda que Genoma
hace aquí, y quiere mostrar aquí, tiene un brillante futuro en cualquier mercado.
Solo necesitan añadir a su equipo, --es una opinión personal-- otro organizador, y un comercial.
En fin. El desfile.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 17-09-10.
Querido Lohengrin... solo por esta maravillosa crítica, valió la pena el desfile... Actuando ,es inevitable pensar que has podido no estar a la altura, por eso, entre otras cosas me ha encantado leerte.
ResponderEliminarDe paso decir, que también estoy de acuerdo en todo lo demás...
Me hubiera gustado saludaros al final,, pero bueno,ya habrán otras ocasiones...
Saludos
Carmen