sábado, 18 de septiembre de 2010

DIFERENTES

Soy un firme defensor del reconocimiento de la unicidad del ser humano, de la semejanza de los procesos de la vida y la radical individualidad de sus resultados, es decir, que asumo, porque la observación de los hechos así lo indica, que las personas somos diferentes, pero con igual energía reclamo algo que no debería, a estas alturas, ser objeto de reivindicación, el trato igual, con la excepción de las discriminaciones positivas necesarias para limar desigualdades históricas, a todas las personas, cualquiera que sea su origen, sus creencias, y su cultura ancestral. Es decir, que no somos iguales, pero ante la ley, todos tenemos iguales derechos, que ningún gobierno puede conculcar.

Gitanos/payos, creyentes/agnósticos, orientales/occidentales, africanos/europeos, latinos/germánicos, todos convivimos en paz en la barra de los bares a la hora del desayuno. En este país hay docenas de ciudades, miles de establecimientos, donde a la hora en que escribo esta entrada, una clientela que es el reflejo del potaje mezclado en que se han convertido, para fortuna de la riqueza cultural, nuestras ciudades mas cosmopolitas, toma café tranquilamente sin que ningún conflicto artificial sea visible en su conducta. Paris no es una excepción.

Otra cosa mas peliaguda es el binomio ricos/muy pobres. Parece que la pobreza extrema en su vecindad es lo que molesta a algunos, y en lugar de dedicar recursos a erradicarla, la expulsan, como en un acto de exorcismo, del que son víctimas también los niños menores de edad.

Sarkozy, el presidente de la república que tiene sus origenes en la igualdad, la fraternidad y la justicia universal, es un producto típico de la emigración, en su caso, apoyada en un ascenso social que el cree que es un paradigma de progreso, por eso le molesta tanto que los expulsados, en lugar de afanarse en ser diputados de la asamblea francesa, permanezcan en sus chabolas, malviviendo como pueden, con la mala imagen que da eso al barrio en que vivían.

No hay nadie mas radical en el trato represivo a la inmigración, que aquellos que vinieron, ellos o sus ancestros, de un país lejano y han conseguido acomodarse en la sociedad que los acogió, pero necesitan ser mas patriotas que nadie para auyentar el fantasma de sus orígenes.

No creo que sean tanto las diferencias étnicas las que excitan la beligerancia de Sarkozy contra los nuevos inmigrantes, sino una forma de reproche por su fracaso, porque no han conseguido mimetizarse, como el, con la cultura del país que los acoge. Cualquier país civilizado enfrenta esa cuestión con recursos que favorezcan la disminución del dramatismo de esas desigualdades sociales, Sarkozy, no.

Hay que condenar la política de Sarkozy como una expresión de nazismo, sin paliativos, porque eso es lo que es, y las actitudes de Rajoy y Alicia Sánchez-Camacho tratando de sacar tajada electoral y provocando falsos debates con el asunto de la inmigración, son igualmente nazis.

Parece que no todos hemos aprendido del drama de la última contienda mundial, con las expulsiones y genocidios que asolaron a los pueblos de Europa.

La voz de Viviane Reding, vicepresidenta de la comisión europea (El País) se ha quedado sola, mostrando, una vez mas, que cuando hay un conflicto político pesan mas las soberanías de los Estados nacionales, que los criterios de la Unión, y parece que no es solo Francia la que defiende la política de expulsiones, sino algunos otros Estados europeos, que se alinean con ella, aunque con menos ruido.

Suelo tomar mi café con leche de la mañana en el Maravillas, en compañía de clientes de etnia gitana --a veces alcanzan la mitad de la clientela-- y observo en ellos las diferencias propias de su cultura, pero en términos socio económicos, están en la media de los parroquianos. Se ganan la vida como mercaderes, o en otras profesiones, llevan a sus hijos al colegio, están organizados, habitan viviendas semejantes a las de los payos, sus vecinos, y desde hace por lo menos veinte años no se de ningún conflicto vecinal derivado de la convivencia payos/gitanos, que es de lo mas normal.

Esta situación de normalidad es el resultado de un trabajo permanente de los gobiernos de aquí y del secretariado gitano, y a la vista están los resultados. La única debilidad que todavía subsiste en la aplicación de esas políticas, es el grado mas elevado de fracaso escolar entre los niños de etnia gitana, en relación con los payos, algo que tiene solución, aunque imagino que requiere su tiempo.

Alicia Sánchez-Camacho, en lugar de traer a una diputada francesa a Catalunya y apoyar la política de expulsiones indiscriminadas de Sarcozy, podría haber hecho venir al presidente de Francia a mi barrio, para que viera, con sus propios ojos, los
resultados de un política adecuada a las necesidades de los grupos sociales que en su momento tuvieron las dificultades de todo recién llegado, y a través de las medidas de discriminación positiva se han establecido plenamente en la normalidad social, para que abandone y repare los efectos de su política nazi de expulsiones indiscriminadas, impropia de los valores de la república que representa.

En fin. Diferentes.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-09-10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios