viernes, 24 de septiembre de 2010

UNA MAÑANA DE OTOÑO

"He bajado al Maravillas con un sueter de manga larga --además de la protección textil habitual para que el perro de la vecina no me muerda el escroto-- porque ha amanecido un día nublado, algo húmedo y ventoso, que desmentía las predicciones meteorológicas.

He tenido que coger el coche para llevar a mi nieto al colegio. Al regreso, un pitido agudo y el pictograma de un surtidor en el cuadro me han hecho caer en la cuenta de que no llevaba gasolina ni dinero. Me pone un poco de los nervios viajar por una carretera vecinal con la amenaza de que el coche se pare en cualquier momento, en algún lugar inoportuno. Me enerva todavía mas que mi mujer haga de copiloto, como si en lugar de un paseo urbano se tratara de un rally de los de Carlos Sainz.

--Es por ahí. Entramos en la rotonda y al oír --por ahí, siempre salgo por el lado indebido. --Quieto, no pases, no ves que hay un estrechamiento, y ese no cabe. Parece una frase inócua, pero dicha en el tono crispado y alarmante del copiloto, termina por romperme los nervios. --Conduces, o no conduces. Si no conduces, cállate. Ya está, ya lo he dicho. Cuando lleguemos a casa, a la pizarra con dos palotes que señalan las dos veces en treinta años que le he dicho algo inconveniente a mi mujer, se le añadirá un tercero, y el envío de una circular a todos nuestros amigos y conocidos para que sepan lo grosero que soy.

Cuando por fin hemos llegado a destino, sin que la gasolina se agotara del todo, he dado un respiro, y he salido corriendo al banco para sacar pasta y poner gasolina.
No tenía que haber corrido. En la cola de la caja solo había tres personas, pero el cajero era un artesano de la ventanilla que necesitaba sus buenos veinte minutos por usuario para hacer un trabajo bien hecho.

Una hora después, he puesto gasolina. Siempre lo hago con la tarjeta de Repsol, pero en el barrio no hay estaciones de servicio de esa refinería, así que, cash.

Mi mujer me esperaba en la Agencia de Viajes. Lo bueno de la espera en el banco es que no he tenido que hacerla en la agencia. He llegado justo cuando ya atendían a mi mujer. De Menorca, nada de nada, está todo cogido. Mallorca, y gracias. ¿Para cuando?
El 30 de Marzo, en Palmanova. Palmanova ¿donde está eso? La chica de la agencia, ni se molestaba en mirar el mapa para informarnos, se lo he tenido que pedir y, ni aún así, nos lo ha aclarado. Ha debido pensar, 'estos viejos, ¿para que quieren saber donde van, si luego no se mueven del hotel?' Da igual, luego lo miro en Internet. Eso sí, la comisión de la agencia, mas cara que el año pasado, el servicio, igual de malo.

Una vez el banco desvalijado, el viaje contratado, el coche repostado y estacionado,
y sudando a causa del sueter de manga larga, pues la temperatura ha dado un salto considerable, después de tomarme una porción de tortilla de patatas y una cerveza, y dar un vistazo a la prensa que no llevaba nada nuevo, he vuelto a casa con la intención de volcar en el blog la entrada que tenía a medias.

Juro que al irme esta mañana el ordenador estaba conectado, pero al volver estaba apagado. Se ha debido ir la luz, y con ella se han ido al garete las palabras que tenía escritas. No se porqué, cuando se interrumpe el fluido, unas veces se guardan y otras no. Los tipos que nos anuncian cada vez con mas frecuencia una subida de tarifas, ¿podrían ocuparse de que no se interrumpa el suministro? Gracias.

Hagamos un resúmen. He asaltado un banco, me he metido con los copilotos que enervan a los conductores, con los cajeros bancarios lentos hasta la exasperación, con la calidad del servicio de algunas agencias de viajes, con las compañías eléctricas y sus fallos de suministro, con las variaciones climáticas. No está mal, para una mañana ordinaria de un día cualquiera de principios del otoño."

En fin.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-09-10.

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