miércoles, 1 de septiembre de 2010

ALICIA

Ayer vi 'Alicia en el país de las maravillas' de Tim Burton, con Johnny Depp, Bonham Carter y demás familia loca, en el Cine D'Or. El cine estaba casi lleno. Era el día del espectador. No necesitas acreditar tu edad para pagar un poco menos. Me pareció un espectáculo visual de un nivel artístico elevadísimo.

Me habían dicho que era una película oscura. Siempre que oyes pocos elogios de una película antes de verla, cuando la conoces por ti mismo te parece mejor de lo que esperabas. A mi me admiraron las texturas superpuestas de su realización, la mezcla de actores reales con animación digital, los fondos fijos que aparecen en ocasiones, que parecen pintados a mano, con columnas de agua que no se mueven, mientras que en otras escenas de esos fondos fijos ves brotar el agua con un efecto absolutamente artesanal. Da la sensación de que se ha buscado, deliberadamente, una mezcla de efectos, digitales, dinámicos, con técnicas de ilustración de cuentos infantiles, con el resultado de que cada plano, cada escena, vistos con mis ojos algo infantiles, me parecieron una obra de arte.

Nada que ver con las primeras mezclas de actores reales con animación de las viejas películas pioneras en este arte ecléctico, donde los personajes de animación estaban claramente diferenciados del material filmado en el plató. Aquí, la maravilla del maquillaje y la puesta en escena hace que se confundan unos y otros, integrando la realidad en la fantasía. Esta semana sigue en cartel, pueden ir a verla y juzgar por si mismos.

Además de este mundo fantástico creado por Lewis Carroll,--dicen que es el trasfondo de sus conocimientos matemáticos y el resultado de su amor platónico por la discípula
con la que ejercía de preceptor, que, al parecer, le inspiró el personaje de Alicia-- hay otras creaciones de la ficción que constituyen mundos propios tan cerrados y singulares que han permanecido a lo largo del tiempo, sin perder vigencia.

Al País de las Maravillas, se suma el de Nunca Jamás. Ambos tienen en común que son una fuga de la realidad. Ahora he leído en un 'Levante' atrasado, en una columna de Puig, la evocación de otro mundo fantástico que me ha hecho mucha gracia, El País de NuncaCampsmás.

Imagino a Camps, vestido de sombrerero loco, caminando por el sendero de baldosas amarillas para acudir a los actos públicos donde no se espera su presencia, una estrategia para escapar de los abucheos del monstruo del cabreo colectivo al que conduce su nefasta política autonómica de los últimos tiempos.

La crsis económica y financiera afecta a todos los gobiernos, pero sus efectos en el uso del dinero público no son iguales para todos los gobernados. El gobierno central, pese a las dificultades, sigue pagando las pensiones, devolviendo el dinero de los impuestos, pero nuestro sombrerero loco anuncia ahora que a los becarios universitarios se les pagará, si hay dinero.

El sombrerero loco extiende el discurso de que los dependientes de aquí no reciben su dinero, porque Zapatero resta recursos para ese menester, pero oculta que el reparto del dinero de la dependencia lo hace el gobierno central en función del número de expedientes tramitados, por lo que los dependientes de aquí se han quedado con menos recursos por los retrasos del gobierno autonómico en tramitar esos expedientes. Y así, con casi todo lo demás. En el País de las Maravillas, cualquier fantasía es posible, como mentir diciendo que todo va bien, y lo que va mal es culpa del monstruo central, que se presenta como un leviatán enemigo del pueblo.

El gobierno central erró, de un modo espectacular, en el tratamiento de la crisis, negandola y retrasando las medidas para combatirla. Pero las causas de la crisis, aquí como en otros lugares, no son unívocas, y la responsabilidad de no haberla visto venir. o de haberla agravado, se reparte en diversas cuotas de responsabilidad política, en cada lugar y situación.

Aquí, en Heliópolis, como en otras partes, la crisis es, parcialmente, sobrevenida, por los desequilibrios del sistema financiero internacional, pero la mayor cuota de responsabilidad le corresponde, en primer lugar, al complejo financiero inmobiliario
autóctono, junto a la clase política gobernante, responsable de crear un mundo de fantasía con el dinero público, dirigido por el sombrerero loco, que se ha derrumbado
con mayor estrépito que en otras partes, porque se cimentaba en un castillo de naipes.

De todos estos mundos de ficción, tal vez el mas cercano a nuestra realidad sea el
País de NuncaCampsmás. Está a nuestro alcance, negándole el voto al sombrerero loco, que ha perdido no solo el norte,sino el mínimo sentido común para gobernar los asuntos públicos de Heliópolis, además de su propia trayectoria política.

Se le reconoce, cada día mas, desorientado en el laberinto al que conduce el sendero de baldosas amarillas.

En fin. Alicia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 1-09-10.

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