domingo, 1 de febrero de 2015

EL GALLINERO

Sigo a Iñaki López, el presentador de la Sexta Noche, desde que aparecía en Euskal Telebista, y entonces me parecía uno de los mejores profesionales del medio, comparado con lo que se hacía  en la tele pública de ámbito nacional.

Ahora me sigue pareciendo un buen profesional, pero metido en el gallinero de las noches de los sábados, el exceso de gallos, gallinas y pollos chulos que lo acompañan, consigue que, cada vez mas, desconecte de la Sexta para no avergonzarme de mi mismo, de lo que dá el país, y de la colección de sujetos y sujetas, que aparecen cada noche de sábado en la pantalla.

Las tertulias en televisión podrían ser, lo han sido en alguna ocasión, un escenario para el análisis de los problemas del país y un escaparate donde ofrecer sus soluciones, desde distintos puntos de vista, incluso debería invitarse a algún banquero de éxito para que explicara cual debería ser el papel de la banca para que hubiera crédito disponible para empezar a vislumbrar cambios en la situación actual.

He oído decir a algún banquero que crédito hay, solo falta que vayan a por el. Un día de estos iré, a ver que pasa.

En  lugar de esos temas de interés para el país,  la política salarial, que sectores deberían ser punteros en el impulso de la  recuperación económica, que hacer con la deuda, esas cosas, lo que se nos ofrece es una riña de patio de vecinos, donde quien más grita, quien mas interrumpe, es el que mas cámara chupa, y luego ves en las imágenes del parlamento a quienes se han ganado la celebridad en estas tertulias de mierda.
......
Contemplando este espectáculo, concluyes que la política discurre por diferentes planos, entre otros el de la comunicación y el legislativo. Ahora mismo parece que en el plano de la comunicación la política es hiperactiva, mientras que en el legislativo, está casi muerta, tal vez porque quienes gobiernan aquí tienen la idea, falsa, de que los problemas de la economía y de la sociedad los resuelve el mercado, o bien porque militan ahora con la urgencia de invitar al pueblo a la fiesta del poder, como los reyes absolutistas hacían con ocasión de sus coronaciones y, una vez terminada la fiesta, abandonaban al pueblo de nuevo a sus miserias y sus tribulaciones.

He tratado de encontrar algún paralelismo entre las sociedades actuales y las dictaduras antiguas, pero. según Wikipedia, no hay dictaduras antiguas, apenas menciona la de Primo de Rivera y Franco, porque el concepto de dictadura va ligado al de democracia, ya que se define como la negación de los sistemas democráticos.

Sin embargo, si asociamos la pulsión autoritaria no solo a las dictaduras modernas, sino a las monarquías absolutistas que las precedieron, la conclusión es que los humanos hemos vivido durante milenios en sistemas autoritarios, y solo unos siglos en entornos democráticos, lo que podría explicar, podría, digo, las pulsiones antidemocráticas que todavía habitan la política, cualquier clase de política, en cualquier país, como por ejemplo renunciar a gobernar en beneficio del pueblo, y dedicarse únicamente a preparar los abalorios de la fiesta del poder, de los que forman parte las tertulias semanales de la Sexta, y de otras cadenas.

La falsa impresión que dan las tertulias de contenido político de la televisión, que parecen contrastar diversos proyectos políticos, queda desenmascarada cuando comprendes que, mientras te entretienen con esas riñas de gallinero, las urgencias legislativas en favor de los ciudadanos quedan aplazadas, relegadas, muertas, en beneficio de la prioridad de ganar unas elecciones cuyos resultados no garantizan, de momento, que al acabar la fiesta se van a ocupar, en serio, de las necesidades de las gentes.

En esta fiesta que se viene convocando por los dos partidos que se han turnado en el poder desde hace cuatro décadas, y alguno más, hay ahora convidados nuevos. Son aquellos que, después de haber protestado en las plazas, se han organizado y ahora son, según Civera (Levante) quienes han sabido canalizar el cabreo de las gentes y darle voz pública, porque mucha, mucha gente, está ya harta de que se le invite a la coronación del rey de turno y, cuando se acaba la fiesta, le devuelvan a la miseria cotidiana, en lugar de legislar para ayudarla a salir de ella. 

Esperemos que la operación destinada a tildar de extremistas y populistas a aquellos que son la nueva esperanza democrática del país, no reciba demasiada ayuda, consciente o no, de los profesionales y los medios de los grupos de comunicación.

Hay una cosa que se llama ética periodística, que debería impedirlo. 

En fin. El Gallinero.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 1 02 15.

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