"En el barrio La Reinaga...al final de aquel atajo...vive Clodomiro Artigas....a quien le llaman 'El Ñajo'...Clodomiro, Clodomiro para donde vas tan serio... voy a ver un partidito...allá por el cementerio.... y en asunto de mujeres...¿Cómo te trata la vida?..me defiendo, me defiendo, como gato panza arriba...
A ver, Clodomiro, ándale a la ferretería y me compras, una libra de clavos y un formón...
una libra de clavos y un formón...
una libra de clavos y un formón..."
Esta letra robada quiere ser un homenaje a Carlos Mejía Godoy y sus chicos, que nos alegraban aquellos tiempos de los Planes de Desarrollo
de López Rodó en España, cuando se empezaron a pedir hipotecas, y los del Opus quisieron modernizar el país a golpe de promoción inmobiliaria.
Mi mujer y yo compramos una casa, la misma en la que vivimos ahora, antes de estar construída, a través de lo que entonces se llamó una comunidad de propietarios. Tu ibas poniendo la pasta poco a poco, mientras la vivienda era construida y al final, si el constructor no se fugaba con la pasta, y te faltaba algún pico, pues hipotecabas, o, como en nuestro caso, pedías un crédito personal en lo que entonces se llamaba Caja de Ahorros y Monte de Piedad, ahora conocido como Bankia, después de pasar por la trágica etapa en que se llamó Bancaja y murió, bueno, la mataron el ex presidente de la Generalitat y otros esbirros.
¿Que tiene que ver esto con Clodomiro, y mi sentido homenaje a Carlos Mejía Godoy?. Todo, porque ahora vá un antihomenaje a otro Clodomiro.
En aquel tiempo, yo trabajé en una consultoría fiscal, junto a Juan Pérez, al que he dedicado un homenaje en estas páginas, pero también junto a Clodomiro Estarlich, a quien hasta ahora no he nombrado.
Clodomiro venía a la consultoría por las tardes, por la mañana desempeñaba su función de empleado bancario en la Caja de Ahorros.
Solicité un crédito personal, para terminar de pagar el piso, un crédito a cinco años y Clodomiro, cuando lo visité en la oficina bancaria donde trabajaba, formalizó la operación con rapidez y, creo que me pidió algún aval.
Lo cierto es que, después de formalizada aquella operación, cuando solo faltaba un año para terminar de liquidar el crédito, yo había dejado la consultoría y trabajaba en una empresa gasística que me pagaba un salario anual equivalente a la mitad del valor del piso, de modo que yo no ví ninguna dificultad para conseguir hacerme propietario de una vivienda, la ilusión de los españoles en aquella época, encima, faltaba solo un año para que yo estuviera libre de cargas, la vivienda nunca estuvo hoipotecada.
Después de un año de trabajar en la empresa gasística, esta quebró, me quedé sin ingresos y sin posibilidad de afrontar los vencimientos del último año del crédito. Después de un mes de esa quiebra, ya estuve trabajando en otro sitio, una compañía exportadora, pero mis ingresos se habían reducido drásticamente.
No me preocupó demasiado. Pensé en Clodomiro, seguro que podría renegociar la parte del crédito que faltaba por amortizar, estirar los plazos, reducir las cuotas de amortización, esas cosas.
Entré en la Caja de Ahorros con la confianza de que Clodomiro, compañero de trabajo durante varios años en la consultoría, y un tipo bastante normal, salvo la voz atiplada que tenía en un físico voluminoso, me ayudaría en mi situación, conseguiria que la entidad financiera donde trabajaba me concediera una moratoria para cumplir aquella obligación crediticia.
Clodomiro, no solo no me concedió prórroga alguna de los vencimientos que faltaban, sino que me amenazó con ejecutar el aval, el piso de mi padre, creo recordar.
Por suerte para nosotros, la madre de mi mujer nos prestó el dinero que no teníamos para hacer frente a lo que faltaba de la deuda. Si no recuerdo mal, quince mil pesetas. En euros, una risa. Para que se hagan una idea de los estragos que ha hecho
la inflación en estos años.
Cuento esto, que no interesará a nadie, salvo, quizás a Clodomiro Estarlich, para decirle algo que no le dije entonces. Clodomiro, fuiste un gran hijo de puta. No sé si estás vivo o muerto, pero me da lo mismo, solo quería saludarte, estés donde estés, y dedicarte este antihomenaje.
Clodomiro Estarlich, ahora que caigo, tenía un cierto parecido con 'El Ñajo', el personaje de la canción de Carlos Mejía Godoy....Una libra de clavos y un formón."
En fin. Clodomiro.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14 11 16.
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