"El lenguaje es un atributo humano que nos diferencia de las bestias". Una afirmación tan generalista, mía por cierto, requiere
de algunas puntualizaciones. Me refiero al lenguaje hablado, claro está, el lenguaje corporal, al que me estoy aficionando al asistir dos tardes por semana al Aula de Teatro, es otra cosa.
Acotado el campo semántico al que dedico esta entrada, añadiré otra excepción a esa afirmación generalista, el uso del lenguaje bestia de Donald Trump, que no entra en la categoría a la que me voy a referir.
Si aceptamos la validez de la teoría de la evolución darwiniana, hemos de convenir que la evolución del lenguaje ha acompañado siempre nuestra aventura antropológica. Así, en la Silesia de los albores del Neolítico, según la concepción literaria imaginativa de Günter Grass en aquel magnífico libro suyo, El Rodaballo, que leí varias veces hace mucho, mucho tiempo, y que dejó grabadas en mi memoria algunas escenas, el lenguaje debió ser algo más gutural que ahora, pues aquellas comunidades primitivas practicaban costumbres hoy desaparecidas, como la cagada colectiva de la Horda, descrita por Grass, acompañada de un personaje mítico, el Haya Tritetuda, la matriarca de la tribu que cuidaba de aquellos rituales de defecación, que tal vez contribuyeron, con ese abono orgánico, al surgimiento de paisajes como el de la Selva Negra, que luego la lluvia ácida de la industrialización germánica ha dejado averiados.
Confieso que mi afición por retroceder al neolítico, cuando voy a tratar de comentar hechos actuales, tal vez contiene un tick reaccionario,
no lo niego, porque, en ocasiones puntuales, cuando observo la realidad actual en materia social, cultural, linguística, política, tengo la sensación de que no progresamos lo suficiente.
En lo que se refiere al uso del lenguaje actual en la comunicación, sobre todo en la comunicación de la política, encuentro un campo semántico muy rico para la interpretación de los varios significados que se pueden atribuir a los discursos y afirmaciones de determinados políticos, que en ocasiones parecen una fuente inagotable de gags cómicos a los que cuesta resistirse.
En este tema, el presidente del gobierno actual, Mariano Rajoy Brey, aunque no solo él, es una fuente inagotable de originalidades linguísticas que merece la pena comentar. No se trata solo de lo muy y mucho españoles que somos todos, con independencia de que hayamos nacido en Catalunya o en Galicia, lo que, en términos geográficos es exacto, aunque en términos lingüisticos, no tanto, porque es evidente que las particularidades lingüisticas de cada lugar conservan singularidades tribales propias y diferenciadas de lo que Rajoy entiende por España.
Hay una frase muy repetida del Sr. Rajoy, supongo que con la intención de animar hacia el progreso la sociedad que gobierna, que me hace mucha gracia. 'Vamos a crecer al tres por ciento'. Si aplicamos la puta semántica a este concepto tan repetido podríamos concluir que, de cada cien españoles, tres van a crecer, y noventa y siete van a decrecer.
Teniendo en cuenta la singularidad gallega de Rajoy, uno no sabe, en realidad, que quiere decir con lo del tres por ciento.
Lo último de Rajoy, lo he escuchado, y lo he visto, en 'los desayunos' de la Uno , instalado junto a la barra de La Fuente, porque fuera hacía rasca. No lo van a creer, pero una cosa ha sido lo escuchado, y otra la frase escrita en la cinta esa que ponen. La diferencia entre lo dicho y lo escrito ha sido solo una vocal.
'He tenido el honor de ser 'amiga' de Rita Barberá', dijo. En la cintita, han corregido enseguida esa vocal, 'He tenido el honor de ser 'amigo' de Rita Barberá'. Tal vez, la distinta percepción de ese mensaje hablado, respecto del escrito, se deba a la excesiva producción salivar del Sr. Rajoy que le hace incurrir con frecuencia en esos fallos sonoros, que la televisión pública se ha encargado enseguida de atemperar, por el procedimiento de repetir, una y otra vez, el mensaje escrito en la cinta, y no volver a dar las imágenes del comentario original.
No comparto el procedimiento de la tele pública para tapar los defectos silábicos de Rajoy. Yo habría dejado la palabra, 'amiga', porque habría supuesto la simpatía del colectivo LGTB, Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, en favor, aunque haya sido por error, del reconocimiento de la condición femenina en la persona del presidente del gobierno, no?.
Más gordo que las habituales imperfecciones silábicas del señor Rajoy, es el lenguaje maximalista y cínico, del impresentable, maximalista y cínico portavoz de su partido, Rafael Hernando quién, hoy, ha aparecido en 'los desayunos' para desmentir, con un lenguaje tan diplomático, tan ajeno al suyo propio, que no parecía él mismo, lo que todos oímos que dijo, que a Rita Barberá 'la han matado los medios de comunicación'
Aberrante, lo de este señor, se vé que Trump no está informado de lo que hay aquí, o lo habría fichado para portavoz de su futuro gobierno.
El lenguaje es susceptible, claro está, de diferentes usos. Se puede practicar un lenguaje conciliador, dialogante, constructivo, generador de acuerdos, de políticas favorables para la ciudadanía. Se puede usar un lenguaje incendiario, destructivo, prepotente. Cada sujeto, según su particular idosincrasia, suele emplear una combinación de ambos, según lo estima conveniente.
Luego está la semántica y la percepción de cada cual, de cada receptor del mensaje. Por último, está la visión cómica de los lenguajes, generalmente falsos e impostados, de algunos políticos, para mí, esta es la visión más gratificante del lenguaje, porque, por encima del cabreo que otros sienten al percibir esos mensajes, a mí me de la risa, ja,ja, sobre todo con lo del tres por ciento.
De todas las variantes del lenguaje con que nos obsequian los medios cada día, después del lenguaje de la risa, cuyo mejor cómico es, sin duda, Rajoy Brey, hasta el punto de que cada día veo más innecesaria la petición que hice en una página del blog para que se creara un Ministerio de la Risa, quizás el más veraz y objetivo es el lenguaje actual de los meteorólogos, --no aquel más cutre de la época de Mariano Medina-- si te dicen que va a llover, llueve, si te dicen que saldrá el sol, sale, nada que ver con lo del tres por ciento, lo que nos lleva a otro asunto, las bases científicas en las que se sustentan ciertos lenguajes, pero esa es otra historia.
¿No es una pena que nuestro lenguaje político actual, en cuanto a precisión y veracidad, esté a años luz del lenguaje meteorológico y cada vez más cercano al lenguaje gutural de los tiempos de la cagada colectiva de la Horda?.
De todos modos, entre los lenguajes políticos, comunicacionales, meteorológicos o teatrales, me quedo con los últimos, sobre todo ahora que estamos ensayando en el Aula de Teatro el texto de El Amor Redondo, esa farsa, original de Patxi, en la que una pareja, después de una larga vida en común, se divorcia, y celebra por todo lo alto su divorcio, engañando, en la cama, a sus nuevas parejas, ja, ja.
En fin. El Lenguaje. Su uso.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 25 11 16.
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