jueves, 24 de noviembre de 2016

EDITORIAL

El año que viene se cumplirán diez años desde que comenzé a escribir en el blog. Durante mi vida cibernauta, jamás se me ocurrió titular así una página, Editorial, porque ese enunciado se usa por la prensa escrita para reflejar sus análisis y opiniones, consolidados, antes de ser escritos, por grupos de especialistas, Comités de Redacción, Órganos de Dirección, cuyos nombres aparecen en el periódico, no solo como autores, también como responsables de lo que allí se dice.

Esta página solo cuenta con mi propio aval, porque nunca me gustó mantener vínculos, económicos o emocionales, con personas o entidades a los que hacer caso, cediendo a la tentación de modificar mis criterios al presentar cualquier asunto que a mi me pareciera de interés.

Esa independencia de criterio, sin embargo, cuando vá unida al anonimato, a veces recibe criticas de personas solventes en el mundo literario como fué el caso de Ruiz Zafón y algún periodista famoso, que asocian la independencia que dá el anonimato, con la cobardía.

No es mi caso, hace falta mucho valor, creo yo, para enfrentarse cada día, más de cuatro mil visitas recibidas ya en el último mes, a una página en blanco, sin abandonar en el intento. A raíz de aquellas críticas publiqué en el blog mi D.N.I. Hoy lo vuelvo a hacer, 19.472.904, imitando a la prensa escrita que informa de los responsables de los editoriales que escriben, porque hoy es un día especial, en el que voy a tratar, básicamente, de política y periodismo, dos profesiones que a veces coinciden en la misma persona, no es mi caso, ni soy periodista, ni político, soy bloguero, a mucha honra.

El Editorial. Ya voy.

"La Política es uno de los oficios más nobles a los que puede dedicarse un ser humano. El periodismo es otro de esos oficios cuya nobleza está fuera de duda. No hay más que constatar cuantos periodistas arriesgan o pierden su vida por informar desde lugares de conflicto, o recordar la gesta periodística del Washington Post, en tiempos de Richard Nixon.

Estas no son palabras bonitas para iniciar un editorial, sino la afirmación de algo que creo, firmemente, desde siempre. Hay un elemento, sin embargo, determinante para juzgar, o simplemente comentar, lo que sucede a veces, según quienes sean las personas que practican esos oficios.

Lo enunció un sociólogo catalán en un manual suyo que leí hace muchos años. 'Los hombres no son iguales', por mucho que defendamos que deben tener iguales derechos, y parecidas obligaciones, lo cierto es que su naturaleza individual, única, su trayectoria, sus experiencias, le dan un toque claramente personal a lo que hacen, o a lo que no hacen y en ocasiones, la labor política, individual o grupal, o informativa, no alcanza los niveles éticos, ni de nobleza, que cabría esperar de la cualidad de sus oficios.

Introduzco este análisis de perogrullo, antes de comentar el contenido del ejemplar de hoy del diario 'Levante'. En su primera lleva hoy una foto tremenda de una señora recién fallecida, que fué periodista antes de dedicarse a la política y ostentar la alcaldía de Heliópolis, durante mas de veinte años, en su primera legislatura gracias a un chanchullo con Unión Valenciana, en las siguientes gracias a los votos de los valencianos, con mayorías absolutas.

Una política de raza, del estilo, en otra órbita, de Tatcher y alguna más. El comité de redacción de Levante ha tomado hoy dos decisiones, que merecen algún comentario.

Titular la foto así: 'Rita Barberá muere sola y arrinconada' (por los compañeros de su propio partido). Algo así, luego lo afinaré, he dejado el periódico olvidado en el Saler. Al periódico lo acompaña hoy un especial de cuarenta! páginas, para glosar este acontecimiento luctuoso. Ni cuando murió Franco se exageró tanto, su sucesor, creo recordar, solo dijo, 'Franco, ha muerto'.

Teniendo en cuenta que la familia de la finada ha repudiado la presencia de políticos en su funeral, y el exceso de 'Levante', que califico, sin dudar,  de 'chupar del muerto', una conclusión es que ni la política que se practica en los últimos años, ni la información periodística en algún caso, están a la altura de la nobleza ética exigible a ambos oficios.

He de reconocer que en la página de ayer, El Amor Redondo,  yo también me hice eco de ese suceso político y humano, aunque me limité a una línea, una despedida en siete idomas de la persona fallecida, que culminé con un 'hasta luego', sin especificar más. Ante la avalancha de material informativo que nos invade a costa de ese suceso luctuoso, no veo razón para no explicar el sentido de ese par de palabras.

Dada la edad que tengo --que según Casona, el dramaturgo asturiano, es la que ya no tengo, porque ya la he vivido-- pensé que no tardando mucho tal vez visite yo el patio del colegio del llamado Purgatorio, donde residen temporalmente los niños malos, pero no tan malos como para ir al 'caloret' del infierno de Dante.

Y supuse que tal vez me encontrara allí con Rita. Ambos, por supuesto, sometidos a la disciplina escolar de un cuadro docente de ángeles, titulados en máster de la condición humana, que tratarían de que recuperáramos la inocencia, que fuéramos conscientes de nuestra responsabilidad personal en los eventuales pecados cometidos y, si mostráramos arrepentimiento, tal vez nuestro espíritu, que, según una película yanqui pesa veintiún gramos, aunque he sostenido en otra página que lo que pesa veintiún gramos es el contenido de nuestra vejiga, que se suela vaciar en el momento de pánico que precede al tránsito definitivo de nuestra vida, nuestro espíritu digo, alcanzará el paraíso, libre de las miserias humanas, habitado por higueras, naranjos, y quién sabe, olmos centenarios, ya desaparecidos de nuestros bosques..

Eso es lo que pensé, ayer, al escribir, 'hasta luego'

No escribí lo que pensaba, porque me pareció innecesario, inadecuado, pero en vista de la orgía informativa que se ha montado alrededor de la pobre Rita, con sus compañeros de partido que han contribuido, y mucho, a hundirla, acusando a la prensa de su muerte, y los medios defendiéndose de los excesos de los Populares, cuando, ahora mismo, algunos medios, sobre todo Levante, han caído en el exceso de dedicar cuarenta páginas al luctuoso suceso, la verdad, mi autocensura, ha perdido su sentido.

Para reforzar lo elemental de esta conclusión les remito a la entrevista que hizo Gonzo, ayer, en el Intermedio, a un periodista especializado en asuntos financieros que, al parecer dirige El Siglo, quien desveló que el CEC, Consejo Empresarial para la Competitividad, desde que se fundó en 2011 --ahora parece que lo van a disolver-- presidido por el señor Alierta, de quien no hemos estado bastante alertas, en compañía de otro fiambre, entonces muy vivo, Botín, ha estado mangoneando y se le atribuye la responsabilidad de haber inducido las políticas de austeridad de la derecha española en los años de la pos crisis, y de haber facilitado al diario El País, créditos de miles de millones para evitar su bancarrota, ayudándoles, a cambio, claro, a escribir sus editoriales.

¿Ven porqué mis Editoriales, el único escrito hasta la fecha, prefiero enmerdarlo yo solo, sin ayuda de políticos, de periodistas o financieros? De eso trata el editorial de hoy, de la independencia, de la libertad personal para comunicar lo que piensas, sin más, aunque, en esta ocasión, he añadido mi D.N.I., para que no me acusen de cobardía.

Agradeceré sus comentarios, coño! que hace la tira de tiempo que no recibo ninguno, a ver si va a ser que lo que escribo no le interesa a nadie.

En fin. Editorial.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19.472.904 24 11 16.

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