"Esta mañana al levantarme, a una hora más normal, las siete y media --pensaba yo que debido a la pastilla
que tomé anoche por recomendación de la doctora Palop, que atiende mi situación de leve crisis de euforia --solo dos puntos por encima de la normalidad, me dijo-- he ido caminando dando tumbos, sin pizca de equilibrio, por el pasillo y, al entrar al baño me he dado una hostia en la frente contra el lavabo, que me ha dejado un visible hematoma.
De momento, he pensado que se trataba de un episodio de vértigo, luego se me ha pasado, he salido con mi mujer a comprar
el marisco de navidad, unos langostinos, una caja de gambones, otra de cigalas. Las bocas las dejamos para última hora,
las compramos en un puesto de Ruzafa, desde hace años, son las mejores.
En esa salida no he notado ningún síntoma de la molestia matutina. Luego, después de comer, he hecho una pequeña siesta
pero al bajar para tomar el autobús para ir al Aula de Teatro, nuevamente he sentido la sensación de sufrir una verticalidad precaria, he tomado un café y me he sentido algo mejor pero luego, en el Aula de Teatro, le he dicho al profesor, --Patxi, estoy todo el día con sensación de vértigo, de modo que, si no te parece mal, hoy no realizaré los ejercicios físicos de expresión corporal, de baile, etc., no vaya a ser que me rompa la cabeza en alguna de esas evoluciones. OK. ha dicho Patxi.
Por cierto, el próximo jueves, día 23, a las cinco y media, representamos en el Aula de la Av. Malvarrosa, ' La Barraca-17', una obra coral, basada en la novela de Blasco Ibáñez, para la que nos estamos preparando a marchas forzadas, con el fin de dar al público que venga un buen espectáculo, gratuíto, por cierto.
Al volver a casa de la clase de teatro, lo he hecho con la obsesión de confirmar si mis molestias físicas de hoy están relacionadas con la pastilla que tomé anoche por indicación de la doctora que cuida de mi salud psíquica. Se trata de
Rivotril, un nombre que no me dice nada. Leído detenidamente el prospecto, he descubierto que su principio activo es la
benzodiacepina, que es, nada menos, que un antiepiléptico.
Eso me ha recordado que mi antiguo psiquiatra se empeñó en que tomara, además del litio, Tegretol, otro antiepiléptico que, por cierto, cuando me puse en manos de la doctora actual
lo eliminó, por los destrozos que me causaba en la piel. Sin embargo, ahora, me receta otro antiepiléptico, ¿porqué?
Reflexionando sobre el tema, llego a la siguiente hipótesis, dado que yo no soy epiléptico, ni nunca lo he sido, o bien la bipolaridad tiene alguna remota conexión con la tendencia a la epilepsia aunque esta no se manifieste, o bien la benzodiacepina tiene unos efectos, además de antiepilépticos, beneficiosos para tratar las fases eufóricas leves en los maníaco depresivos como yo.
No sé. Lo que sé es que he estado todo el día pensando que sufría un episodio de vértigo, y para nada, se ha tratado de eso, según he confirmado en el prospecto, se trata de ataxia, descoordinación de los movimientos voluntarios, ahora comprendo porqué he ido dando tumbos por el pasillo, y me he pegado una leche en el lavabo, si añadimosa a esto que esta pastillita de los cojones también puede producir aumento del riesgo de caídas y fracturas en pacientes de edad avanzada, comprenderán mi hostilidad hacia este medicamento cabrón
Sin embargo, en aras de mi sentido de la disciplina,no voy a dejar de tomar estas pastillas, voy a seguir tomándolas todos los días, pero la mitad de la dósis, hasta el día veintisiete de este mes, en que tengo hora con la doctora, a las 14h. A ver si así, cuando llegue ese día, los dos puntos por encima de la normalidad que apreció la doctora, se han reducido a uno, o ninguno.
Mientras llega ese día, sin embargo, voy a hacer algo que tal vez se considere extravagante. El otro día descubrí, por casualidad, que el mozo colega del Maravillas a quien invite al teatro en Lo+Baix, no solo es indigente, sino que además, tiene un trastorno bipolar, como yo.
He quedado con él para ir a tomar café un día de estos al Casal de la Pau,
un sitio solidario donde atienden, dan de comer, y ofrecen charlas, a gentes desamparadas de toda condición. Me interesa ir, porque voy a proponer a los responsables del centro dar yo una charla a los jóvenes, entre los que seguro que hay
más de un bipolar, sobre mis experiencias con ese trastorno, de más de cuarenta años.
Pienso relatar como fué mi primera crisis, como fueron las sucesivas, y como he ido aprendiendo de ellas a transformar
unos episodios tan dramáticos, en una molestia, digamos, crónica, fácil de controlar, con la oportuna asistencia médica y con algo de disciplina para seguirla.
Creo que vale la pena, y tengo la esperanza de poder ayudar a los demás con mi experiencia personal, sí, aunque no sé que pensará la doctora Palop de esta iniciativa, si me quitará o me sumará puntos.
Cuando vaya el día 27, lo sabré.
En fin. El Antiepiléptico.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17 11 17.
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