lunes, 20 de noviembre de 2017

ENVIDIA DE LOS POLÍTICOS

"He bajado al Maravillas, pasando antes por La Fuente para proveerme de tabaco. He permanecido allí una hora charlando con los, y las colegas, mientras epseraba la llegada de José Luís, el indigente bipolar, que no ha venido, aunque ayer hablamos de tomar un café, juntos, en el casal de la Pau, no fijamos hora para nuestro encuentro.

Da igual, dentro de cuarenta y cinco minutos, cuando Encarna se vaya a gimnasia, iré yo solo al casal, tengo curiosidad por ver lo que es aquello, ya lo contaré

Mientras espero qu se haga la hora de salir, doy un vistazo al periódico, y me sorprende un lúcido y divulgador artículo de Higinio Martín, filósofo, en la 3 de 'Levante' titulado 'Contra envidia alabanza', que no deberían dejar de leer ninguno de los escribidores que, como yo, desde cualquier medio escrito o desde la Red, criticamos de modo cotidiano el ejercicio de la política en este país, y a las personas que lo practican.

Llego a la conclusión, después de su lectura, de que yo soy uno de esos numerosos seres frustrados a quienes les habría gustado dedicarse a la política activa y, como no lo hemos hecho, descargamos nuestra envidia, nuestra frustración, algunos incluso su odio, contra la clase política, disfrazando de ideología lo que es, pura y simplemente, envidia.

No tengo tiempo ahora para exponer el tema en profundiad, para reproducir las citas mas valiosas de ese artículo, porque enseguida he de salir para tratar de cumplir mi plan de esta mañana, prometo hacerlo a mi regreso, o a la tarde, porque el asunto, de verdad, me parece que vale la pena."

Lo dejo, de momento..

(continuará o no) .....


Hola de nuevo, ya he vuelto, antes de seguir con lo de la 'envidia...', una breve crónica de mi visita al Casal de la Pau, esta mañana.

 He tomado el autobús seis y he bajado en la glorieta. La consulta en el mapa de Internet de la ubicación de la calle En Llopis, donde esta la sede del Casal, me ha orientado mal. En el mapa estaba señalado, primero, el Convento de Santo Domingo, vale, pero luego indicaba la Alameda, los Jardines de Monforte y perdida por allí la calle En Llopis. Pues no, se vé que he leído el mapa al revés, después de vagabundear más de una hora por esos barrios, no he encontrado la calle que buscaba.

Cerca de San Pío V, que también aparecía en el mapa, me he aventurado por la calle Alboraya, he preguntado en una tintorería, la amable dependienta me ha sugerido, vaya a la comisaría de policía del Pont de Fusta y pregunte allí a los policias.

 Eso he hecho, el funcionario de la Policia Nacional, tan despistado como yo, me ha atendido amablemente, pero también estaba leyendo el mapa al revés, y no ha sido hasta que ha insistido varias veces cuando entre la maraña de calles indicadas en el plano, ha descubierto la ubicación del Casal, en la calle En Llopis. He resultado estar junto al Puente de la Trinidad, pero en el lado opuesto del lecho seco del rio en cuyos alrededores he dedicado más de una hora a buscarlo.

Entro en el Casal, un edificio histórico, de aspecto algo cutre, que necesita una urgente reforma. Me atiende muy amable un señor que está tras una ventailla, que ha resultado ser un tipo mucho, pero mucho más trastornado que yo.

La gente que he encontrado allí eran todos, o ex presidiarios, o gente muy, pero muy trastornada, pero el señor de la ventanilla ha resultado ser, además, un tipo amable, comunicativo, con ganas de contarme su historia, es lo que ha hecho pero antes, he preguntado, ¿se puede tomar café, aquí? --Si, pase por esa puerta y verá la máquina de café. Una máquina de café, cutre, cutre, casi centenaria, no llevaba monedas para la máquina, así que he salido a la calle y en una bollería vecina he comprado, para cambiar un billete de veinte, una porción de tarta de manzana, que me han envuelto para llevar y que aún está en el banco de la cocina, porque aunque al regreso he llamado desde el 6 a Encarna --Estoy en el autobús, ya estoy de vuelta, llevo el postre para después de los macarrones, lo cierto es que hemos tomado media chirimoya con cucharilla cada uno, y ya no hemos podido con la tarta de manzana.

Total que, ya provisto de monedas, he metido una de dos euros en la ranura de la máquina de café, y he pulsado el botón que decía 'Capuchino'. No ha habido manera de sacar el vaso de café de la jodida máquina, se quedaba atascado, hasta que no he llamado al conserje y ha recuperado el vaso, yo, nada. Me he sentado en el vesíbulo, junto al conserje y los sujetos patibularios y extravíados que había por allí, dejan fumar en ese vestíbulo, alrededor de una mesa con un cenicero lleno de colillas.

He preguntado por José Luís, el indigente con trastorno bipolar que es quien me ha sugerido venir aquí, pero nada, solo viene por las tardes. Mientras tomaba café y fumaba un par de cigarrillos, el conserje me ha contado su historia, y la de su familia.

El fué, en otro tiempo, funcionario, ahora ejerce aquí de medio funcionario y medio asistido por el cura del Casal, que está en el segundo piso. El y su mujer tuvieron ocho hijos, alguno murió prematuramente, y el ahora está aquí porque el trastorno que sufría se ha agravado de tal modo, que ha tenido que dejar su vida laboral.

Su padre, según el, nació en un medio muy humilde, luego se esforzó, se licenció en Derecho, y llegó a presidir un Sindicato, pero su natural humilde y consciente de sus orígenes, le llevaba,en los conflictos laborales, a ponerse de parte de los obreros, así que los jerifaltes de la época, le despojaron de su cargo en cuanto pudieron.

He escuchado al conserje con atención, me ha parecido una muy buena parsona, yo también he largado lo mío pero no lo cuento, no vaya a ser que la doctora Palop, cuando vaya a su consulta el día 27, en lugar de quitarme puntos, me dé algunos más.

He contado en la tertulia, entre otras cosas mías, la razón de mi visita a ese lugar. Quique, cuando hizo la prestación social sustitutoria, porque fué objetor de conciencia, antes de erradicarse la milicia, estuvo destinado aquí, en el casal, hacía tareas de oficina y cuidaba enfermos sidosos en los hospitales, y para mí, visitar el Casal, ahora, es un homenaje a la labor generosa que realizó el segundo de mis hijos, en lugar de ir a pegar tiros por ahí.

Cuando ya me iba, el conserje me ha sugerido subir al segundo piso, para hablar con el cura que dirige el tinglado, --así tendrá más información de lo que hacemos aquí y si desea colaborar en algo, el cura le orientará.. He declinado el ofrecimiento, pues si bien mi intención al venir aquí era ver si podía colaborar en la Entidad dando alguna charla sobre el trastorno bipolar, dada mi experiencia de más de cuarenta años sobre el tema, a los jóvenes acogidos aquí con ese y otros trastornos, al enfrentarme con la realidad de presidiarios y muy, pero que muy trastornados que pululan por este centro, he pensado que en caso de hacerlo, de convertime en voluntario colaborador asíduo del casal, creo que la doctora Palop, en lugar de considerar que estoy dos puntos por encima de la normalidad, concluiría que, en el fondo, soy un caso irrecuperable.

Al regreso de esta interesante, pero algo desoladora visita, mientras los macarrones crepitaban en el horno, he dado otro vistazo al artículo del filósofo Higinio Martín, en la 3 de 'Levante', y esto es lo que he encontrado:

"La envidia surge del hábito de ponerse delante a sí mismo como lo mejor, y consiste en la conciencia desgraciada de no serlo convertida en pendencia. Por eso, escapar del mordisco de la envidia requiere un difíil ejercicio de sinceridad: reconocer que la malquerencia que se siente hacia otros procede de los propios límites sin asumir y convertidos en ulceraciones del ego. Es duro, pero tiene el rendimiento impagable de la lucidez respecto a uno mismo....."

.....

"La incapacidad para alabar es sintomática de la pobreza personal de quien no tiene nada que ofrecer. El envidioso transforma sus limitaciones en miserias morales que están, a mi juício, en la raíz de nuestro débil sentido del deber profesional: solo la pasión por la perfección en lo que hacemos atenúa la sed del éxito que nos empuja a competir, y nos da la calma para apreciar que es mejor ser bueno que ser el mejor"

Rcomiendo encarecidamente que, si pueden, lean el artículo completo. Es una fuente de argumentos filosóficos que permiten que cada uno de nosotros, los que criticamos cada día la política, a los políticos, hagamos un autoanálisis reflexivo, que, en mi desinformada opinión, no nos viene mal a nadie."

Y, como dice el gato ese de los dibujos animados, 'Esto es todo', por hoy.

En fin. Envidia de los políticos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 20 11 17.

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