"Son las cinco de la mañana. Un poco pronto para estar aquí dándole al teclado. Qué le voy a hacer. si me he despertado pronto, tal vez por la ansiedad de comenzar una mañana que va a ser excepcional. Hacia las diez, o las once,
vaaos a ir a visitar en la Fundación Bancaja una exposición de cuadros de Sorolla, bajo el lema Jardines... que presenta
120 obras que no hemos visto nunca
Para dejar morir el tiempo, hasta que abra el Maravillas, como me siento bien, después de haber dormido cinco horas, inicio la introducción a la crónica de esa visita.
Valéncia no cuenta, aún, con un Museo Sorolla, su obra, la que se conserva por aquí, al parecer está dispersa, sobre todo en despachos de personajes políticos, entre otros lugares, y nadie ha conseguido reunirla para que habite un museo con la dignidad que el artista plástico merece, aunque Monreal decía el otro día en 'Levante' que esa ausencia no se debe solo a la desidia con la que tratamos aquí, en ocasiones, a nuestras personas ilustres, sino a la actitud de los herederos del artista, que ya exhiben en Madrid, en la Casa Sorolla, la obra del pintor de la luz, y no han manifestado interés en hacer lo propio en la ciudad que le vió nacer, crecer,
y realizar las primeras obras que le dieron fama.
Sorolla, como tantos otros, decidió residir en Madrid, donde hizo una cuantiosa fortuna al convertirse en el retratista
de políticos y aristócratas, porque ya entonces, en su época, como ahora, este era un puto país centralista en el que
si querías ser alguien, tenías que triunfar primero en la capital del Estado.
No ha sido el único artista que siguió ese camino, pero Picasso, por ejemplo, tiene, desde hace décadas, un museo en su ciudad natal, Málaga, que visité hace años, aunque recuerdo que abundaba más la cerámica --me impresionó su aire primitivo, casi paleolítico-- que la pintura.
Picasso no eligió Madrid para residir, sino Francia, con lo que demostró, creo yo, muy buen gusto, pues el Madrid de aquella época fué más sucio y provinciano que el de ahora.
Manolo Valdés, por su parte, que comenzó aquí, formando parte del Equipo Crónica, superó a Picasso en buen gusto cuando decidió irse a Nueva York para consolidar su carrera de artista plástico, escultor, y no sé cuantas cosas más, hasta convertirse en lo que es ahora mismo, un señor que cobra un millón y medio de Euros por una de sus macroesculturas, adquirida por una Fundación vinculada a Mercadona, que finalmente, después de haber sido exhibida en el Jardín del Turia,
gracias a los votos de la ciudadanía que la ha elegido entre otras, se ubicará en el puerto, en la Marina Real.
Tengo una litografía colgada en la pared, a mi izquierda, en el cuarto donde escribo, enciendo la luz de arriba y contemplo la maravilla de La Pesca de los Atunes, de Sorolla, claro. Me maravilla, como el primer día, la cantidad de matices cromáticos que aparecen en el supuesto blanco de los uniformes de los marinos, la luz que se refleja en el mar,
en la mitad superior del lienzo, y entiendo perfectamente porqué a Joaquín Sorolla y Bastida se le ha llamado el pintor de la luz
En ocasiones, al escribir mis crónicas del blog, valga como ejemplo 'Los helechos iridiscentes' lo he hecho bajo la influencia de la misma luz que dá personalidad propia al arte plástico de este pintor, que también fué a Estados Unidos, donde, gracias al encargo de otra fundación, el ente de los Huntington, realizó una obra extraordinaria, de gran formato, que fué un relato plástico de las distintas regiones de España, una épica costumbrista realizada con los dólares del hispanista norteamericano, que también diseminó por esta ciudad algunas esculturas en bronce.
Me está saliendo una introducción demasiado larga, así que lo dejo ya, voy al salón de lectura, a continuar con 'Un Jardín en Badalpur', cuya lectura tengo algo abandonada, hasta la hora de bajar al Maravillas a tomar un ron quemado."
Luego, a la vuelta de la visita a la Fundación Bancaja, espero, si no hay nada que lo impida, contar lo que he visto allí.
......
(Continuará)
...He vuelto de la Fundación Bancaja algo perplejo, después de dedicar dos horas a contemplar las obras de Sorolla expuestas bajo el lema 'Un jardín para pintar', que se prolongará hasta el 19 de marzo. Antes de entrar en lo de la perplejidad, con el fín de dar una opinión más autorizada que la mía, reproduzco a continuación algunos fragmentos seleccionados del texto del catálogo de la exposición.
"En 1911 Sorolla empieza a cumplir uno de los grandes sueños de su vida: unir en un solo espacio su estudio y su casa, su pintura y su familia, todo ello amparado por un bello jardín..."
"La 'lección' de los patios y jardines andaluces resultaría crucial para la configuración del 'jardín de artista' que Sorolla construiría en su casa de Madrid... la exposición relata como Sorolla concibió su jardín de artista en su casa de Madrid como un espacio para la intimidad familiar, la belleza, el deleite sensorial y la creación pictórica. Sus lienzos de patios y jardines en los Reales Alcázares de Sevilla y en la Alhambra de Granada le enseñaron a mirar y comprender el jardín español conforme iba realizando su propio jardín"
Ahora, lo de la perplejidad. Conociendo la obra de Sorolla más divulgada, en la que la luz mediterránea y el mar son protagonistas, creo que no he sabido disfrutar del todo las mas de cien obras expuestas, en las que, salvo en media docena, ese tratamiento de la luz está ausente.
Se trata, en su mayoría, de lienzos que el pintor ni siquiera firmó, evidentemente porque eran para él. Después de leer
el folleto de la exposición, entiendo algo más lo que he visto. Así como yo mismo he metido en dos ocasiones, en la sección de Cocina del blog, dos menús, pensando solo en mí, para que la página me sirviera de agenda a la hora de meterme en la cocina, sin ninguna intención divulgadora, sin concesión alguna al usuario, Sorolla hizo lo mismo con estos lienzos, que para él solo debieron ser bocetos, cuya única finalidad era que le sirvieran de ayuda en su proyecto del jardín.
Para nada pintó estos cuadros como cuando expuso en 1900 en la Exposición Universal de París, o en Londres, o para sus exposiciones americanas. Esta colección sería, mas que otra cosa, su bloc de notas pictóricas para su proyecto doméstico.
Está muy bien, pero cuando vas a ver algo de Sorolla piensas en las grandes obras que lo han consagrado, y te falta, quizás, conocimiento pictórico para valorar lo que ves que ha sido hecho en un plano más doméstico.
Terminada la visita a la exposición, hemos ido, Encarna y yo, a vender el oro de mi hija --bueno las cosas de oro que conservaba de los abuelos, porque este mes anda mal de tesorería, debido a unos gastos extra que debe afrontar-- Nos han dado 1200 pavos por algo más de 50 gramos, que le daremos a la ex propietaria. Bien, ¿no?"
Aquí lo dejo, esta tarde tengo clase en el Aula de Teatro, pero esa es otra historia.
En fin. Sorolla.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14 11 17.
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