miércoles, 15 de noviembre de 2017

LA CONSULTA

"He salído de la consulta de la doctora Palop entusiasmado. Llegué al ambulatorio a las doce menos diez, como no había nadie más esperando me atendió a las doce en punto. Me leyó el contenido de la analítica general que había pedido, además de la litemia, y esos resultados fueron los que me pusieron en un estado de euforia.

--Tiene usted unos parámetros analíticos como un jóven de veinte años. Algo así, dijo. El papel del analísis que tengo ahora delante se refiere a: Glucosa, Urea, Creatinina, Ácido úrico, Colesteroles varios, Triglicéridos, Bilirrubina (eso que cantaba un cantante latino), Proteínas, Albúmina, Calcio, Sodio.. No me lo puedo creer, todos los valores que aparecen en el papel están dentro del abanico de parámetros que indican normalidad, o sea, ausencia de patologías detectables por medio de la analítica. Puta madre, sí.

El litio, por el contrario, nos ha planteado muchas dudas. el valor 0,81, tomando solo tres medias pastillas, es muy elevado. Una hipótesis que ha sugerido la doctora es que esté tomando algo más que interactúe con el litio y esa sea la causa del elevado valor de su medición. Couldina, le he dicho, que he estado tomando. Nada, eso es paracetamol, no interfiere, el Ibuprofeno sí, no hay que tomarlo junto con el litio. ¿La jalea real vitaminada?, la nueva fórmula que comercializan este año, no sabemos lo que lleva. Deja la jalea, ha dicho la doctora, el día veinticuato te haces otra litemia, y el día 27 vienes a verme, y a ver. Ah, y toma el Rivotril, una pastilla por la noche, cada día.

A la órden, mi teniente coronel, le he dicho a la doctora, antes de darle las gracias por haberme atendido de un modo tan amable.

He salido del consultorio con la alegre conclusión de que mi salud física es excelente, y con la menos optimista de que mi salud psíquica está como siempre. La bipolaridad, que me acompaña desde que se reveló por primera vez, hace más de cuarenta años, parece que, no solo no se ha ido con los años, sino que no se irá nunca, me acompañará hasta mi muerte, para cuya eventualidad he dejado un papel escrito para mi familia, con el ruego de que me incineren junto a un cartón de Ducados rubio largo, que es la marca que ahora me mola.

No quisiera dar la impresión de que me quejo de mi bipolaridad, también llamada ciclotimia, o bien, de modo más dramático, psicosis maníaco depresiva. Llevo tantos años acompañado de este trastorno temporal, ligado en ocasiones a las variaciones estacionales, que ya no lo considero una enfermedad, sino una singularidad que me permite vivir una vida más variada e interesante que la mayoría de mis congéneres, pues estos rebotes del ánimo, hacia arriba o hacia abajo, cuando aprendes a conocerlos, a saber controlarlos --con ayuda médica-- son como un viaje a Disneylandia, en las euforias, o unas etapas de lirismo meláncolico, en las depresiones.

No siempre fué así, los principios de esta enfermadad fueron más dramáticos, por sus efectos, por sus consecuencias, de lo que lo son ahora. Haré un relato breve de aquellas primeras experiencias.

En la primera fase maníaca, hace más de cuarenta años, me dió por comprar una guitarra en El Corte Inglés, me iba con mi R-5, la guitarra y una botella de fino frente a lo que hoy es la casa de Blasco Ibáñez, en la Malvarrosa, entonces una ruína sin restaurar, habitada por una familia de gitanos ocupas, quienes, cuando oían el cláxon de mi coche, salían a saludarme y a la puerta de esa casa nos corríamos unas juergas cantando fandangos y bebiendo fino, que ni te cuento.

Lo peor fué que, entonces, trabajaba de director financiero en una de las mayores empresas exportadoras del país, --aún no había cumplido los veintisiete años-- y comencé a cantar coplas con la guitarra a los directores de los Bancos con los que tenía relación por mi profesión, hasta que uno de ellos, creo recordar que del difunto Banco de Valencia, llamó a mi jefe, el Presidente de la firma, y allí se armó la de Dios.

Tuve que ir al psiquiatra --tuve la suerte de que fuera uno de los mejores-- darme de baja en el trabajo, estar en cama mientras me pinchaban antipsicóticos en vena, de día y de noche, durante dos meses, cuando me recuperé de aquello y salí por primera vez a la calle, parecía tener veinte años más, con una barba de apóstol y la lentitud en mis desplazamientos a consecuencia de los medicamentos, cualquiera que me viera entonces no habría dado un duro por mí.

Pero tuve suerte, mucha suerte. A cualquiera en mi situación, lo habrían despedido del trabajo. Mi Presidente, cuya esposa sufría un síndrome semejante y sabía que aquello se podía controlar, no me despidió, a pesar de que el Director de la firma, un alemán de familia de origen nazi, cuyo hermano luchó en la Segunda Guerra Mundial ametrallando paracaidistas aliados desde tierra insistió en que me despidiera, el Presi no lo hizo, me trasladó a una de las compañías del grupo, que había sido suya, durante seis meses y me tuvo allí, digamos, en observación.

Al término de ese tiempo, viendo que yo había abandonado mis actitudes estrafalarias, me reincorporé a la compañía matriz del grupo. Naturalmente, en esos seis meses, otro espabilado se había hecho con mi puesto, pero a mi me dieron la nueva función de controlador de las diversas filiales que tenía el grupo, en Requena, en San Juan, en Las Palmas y en Madrid, y pasaron quince años más antes de que dejara la empresa,por voluntad propia, para irme a ganar más dinero a otro sitio, gracias a que aproveché en esos años para obtener titulación universitaria y un máster que me dieron mas capacidades para elegir empleo fuera del mundo del vino, al que se dedicaba aquel negocio.

Estoy muy agradecido a mis jefes y compañeros del vino que me dieron la oportunidad de reincorporarme al mundo laboral, en un puesto incluso más interesante que el que tuve antes de mi crisis.

Así pude conocer muchas cosas curiosas, en la empresa de Requena, que se dedicaba a fabricar mostos concentrados, descubrí que los japoneses se llevaban casi toda la producción, para luego vender en los supermercados de París botellas de vino blanco 'japonés', a pesar de que ellos no tenían viñas ni de coña, fabricado a partir del mosto de Requena, le ponían una etiqueta blanca con una gamba pintada a las botellas, y se forraban.

O la delegación de Las Palmas que, por tener un régimen especial, servía para eludir la prohibición de exportar sangria a granel. Los barcos de vino tinto a granel zarpaban del Puerto de Valencia con destino a Las Palmas, allí, en una bodeguita pequeña, se ocupaban de añadir el carbónico y las esencias en los depósitos del barco y, ala...glub glub .el barco seguía hasta su destino en Bremen, donde los clientes alemanes llenaban garrafas de medio galón con la sangría made in spain, que tenía un éxito que te cagas.

O cuando tuve que viajar todas las semanas a Madrid, en avión, durante varios meses, para supervisar la Empresa importadora de tractores rusos, Agrucosa, que ya no existe, que tenía una base logística en Requena.

Esa empresa estaba participada por la sociedad matriz que me empleaba, pero su gestión estaba confiada a los otros socios. Muy curiosa, la razón de ser de Agrucosa, mientras existió. La firma matriz exportaba vinos a granel a Rusia, en tiempos de ls URSS, en cantidades masivas, 500.000 hectólitros por campaña, a veces más. La Rusia de entonces no disponía de divisas para pagar esos envíos con dinero, entonces se creó Agrucosa, que importaba tractores agrícolas de fabricación rusa, de la marca AVTO --aún queda alguno por ahí, modelos pequeños para trabajar las viñas-- los comercializaba, y con el producto de esas ventas, los vinateros cobraban, al final de la cadena, su dinero por el vino exportado.

 En una de mis visitas a Madrid, descubrí que las cuentas de Agrucosa habían sido adulteradas, que figuraban en sus cuentas beneficios ficticios, producto de una mera revalorización de sus activos, no de las transacciones de importación y venta de tractores. Cuando presenté mi informe, se decidió la liquidación de la firma, pero yo en eso me negué a intervenir, no me gusta hacer de verdugo ni de enterrador, así que fué el hijo del Presidente quien me sustituyó en esa labor de derribo.

Unos años más tarde, dejé la firma y me aventuré en la jungla empresarial de media docena de negocios,a cual más variopinto, desde bragas de señora, tecnología industrial, hasta manufactura de mármoles, especulación inmobiliaria, fabricación de joyería... y ya nunca volví a tener crisis como la primera, que amenazara mi estabilidad laboral, aunque mis variaciones de ánimo, con mayor suavidad, se han repetido a lo largo de los años, hasta llegar a la situación actual, en que de nuevo estoy en trance de un ánimo eufórico, pero como ya estoy jubilado, no es tan dramático como entonces.

Estoy seguro de que, si sigo al pié de la letra las indicaciones de la doctora Palop, el riesgo de que esta fase eufórica desencadene un episodio maníaco, es mas bien bajo, y todo estará más controlado cuando vuelva a verla el próximo día 27.

Ustedes van a ser los primeros en enterarse de mi mejoría, pues los contenidos del blog, últimamente, dan mucha información, --quizás demasiada-- de la evolución de mi estado de ánimo."

La parte desagradable de todo esto es que me enrollo como una persiana en temas que no interesarán a la mayoría, la parte buena es que si entre los usuarios del blog existe algún ciclotímico con poca experiencia de su enfermedad, seguro que encuentra en estas páginas algo que le sirva de ayuda para saber como proceder, en su caso.

En fin. La Consulta.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 16 11 17.

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