jueves, 28 de febrero de 2008

FUTBOL

He bajado al Maravillas en esta mañana gris y, a mi lado, junto a la barra, un parroquiano emulaba con un repertorio extenso y variado de aspavientos físicos las jugadas decisivas del encuentro de anoche entre el Barça y el Valencia.


Las ocho paradas de Hildebrand, el gol de Villa que adelantó a su equipo en el marcador, lo difícil que resulta derribar a Leo Messi con un ligero empujón, cuando se lanza en carrera hacia la portería contraria, debido a su bajo centro de gravedad, la mano de Etó que permitió a Xavi empatar, !en el minuto noventa y tres!. El cabreo del aficionado con el periodista deportivo de Tele 5, J.J. Santos, por haber puesto en duda la capacidad del Valencia para levantar el partido, que concluyó en empate. --Si lo hubiera tenido delante, --añadió el aficionado-- le habría dado dos hostias.


Soy de la opinión de que en el fútbol, como en el sexo, es más divertido participar activamente que mirar. Confieso que la última vez que asistí a un encuentro mirando desde la grada fue en el España Suecia que se celebró en Mestalla, cuando Gento aún jugaba en la selección española, así que mis opiniones de segunda mano sobre el fútbol carecen por completo de rigor, pero participé activamente en dos partidos de fútbol de empresa y conservo en mi memoria las estimulantes sensaciones de esas experiencias activas.


Una de ellas sucedió en un campo de tierra, cerca de la acequia de Vera, no lejos de la Patacona, en Heliópolis, un lugar ahora ocupado por viviendas unifamiliares que ahora se cotizan entre seiscientos mil y novecientos mil euros. Ambos equipos estaban formados por personal de la primera empresa exportadora de vinos del país, en la que yo ocupaba por entonces un puesto indefinido, de esos cuyo contenido has de inventarte con tu propia imaginación creativa.


Recuerdo con gran precisión el momento en que el jefe de elaboración del moscatel que se hacía en una bodega arrendada de Teulada, semiprofesional del fútbol, delantero del equipo contrario, se acercó a la portería que yo defendía, abandonada por los defensores que se habían adelantado al terreno contrario e intentó una vaselina, cómo me replegué con una fría calma hasta rozar las maderas y, sin apenas esfuerzo, con la punta de los dedos, despejé el balón, que venía con muy mala leche, por encima del larguero. La frialdad de mi respuesta a la amenaza de gol fue muy celebrada por los que miraban.


Pero cuando más disfruté, en ese partido, fue cuando el jefe de mantenimiento, al que llamaban el “chispas” arremetió contra mi y yo me lancé a sus pies, arrebatándole el balón, y luego inicié una representación teatral a base de volteretas, sujetándome la cabeza, como si hubiera sufrido una lesión seria, en medio de los abucheos del público contra el jugador violento, que se transformaron en aplausos cuando emergí de la actuación sano y salvo. Entonces tomé conciencia de que el fútbol es mas un espectáculo que un deporte.


La siguiente ocasión en que participé en un encuentro de fútbol, era director financiero en una empresa que diseñaba y fabricaba maquinaria para panadería. El cargo me duró un mes, porque la ligera euforia por la que pasaba en aquel momento, me hizo descuidar las relaciones con el hermano tonto que compartía la propiedad de la empresa quien, molesto por mi exceso de carisma, provocó mi salida de la empresa. Aquella ligereza me costó el puesto, pero aprendí lo peligrosos que son los hermanos tontos tan presentes en el mundo de las empresas familiares.


Lo cierto es que, antes de despedirme de la empresa, organicé un encuentro de fútbol, que se celebró en un campo del cauce del río viejo y la misma euforia que me hizo subestimar los riesgos relacionales de la diplomacia empresarial, se sobrepuso a mi natural timidez, y no contento con liderar uno de los dos equipos, cuando éste iba ganando me pasé al otro y cambié, con mis otros colegas, el signo del resultado.


En conclusión, de esas breves experiencias viene mi convencimiento de que en la vida es mejor jugar que mirar.


Pero el futbol es algo mas que deporte espectáculo. Cuando Navarro, el director general de deportes en el gobierno socialista, decidió reconvertir las sociedades deportivas en empresas, con la forma jurídica de sociedades anónimas, sentó las bases del entramado económico financiero que prevalece hoy en el fútbol. Reconversión fue la palabra mas repetida en la política de los años ochenta, y no solo en el futbol, también en la minería, la industria pesada, los astilleros o la ganadería asturiana.


Las expectativas del ingreso de España en la comunidad europea, desataron una fiebre de pragmatismo para reconvertir la economía que, si bien a largo plazo consiguió sus objetivos, dejó por el camino un reguero de víctimas, nunca reconocidas públicamente como tales, que han necesitado décadas para asumir ese trauma. Algunas zonas y sectores, como la cuenca minera asturiana y su ganadería padecieron en las carnes de sus gentes la crueldad de aquellas medidas sumarias, como refleja muy bien la excelente película La Torre de Suso.


¿Y el fútbol? La actual situación de los clubes de fútbol viene de aquellas medidas de reconversión de las antiguas sociedades deportivas en entes mercantilistas. En Valencia, hasta Villalonga, a quien también le gusta mas participar que mirar, por eso se hizo a la bella Adriana Abascal, la jefa de Televisa y se piró de Telefónica con las stoks options, o como se llamen las gabelas de los ex presidentes de antiguas compañías estatales, no le gusta estar al margen de la fiesta especulativa que prepara el Valencia ¿Club de fútbol?, alrededor de recalificaciones y proyectos urbanísticos de una dimensión que rebasa lo meramente futbolístico.


Es evidente que los presidentes de los clubes de fútbol se dedican mas a mirar desde los palcos que a jugar en el campo, pero en materia económica, financiera, pelotazos urbanísticos, se decantan por participar activamente, en lugar de mirar.


Mientras tanto, los periodistas deportivos montan su show, que es de lo que viven, y si consiguen que un parroquiano de bar les de dos hostias virtuales al no compartir sus comentarios, si pudieran verlo, sonreirían satisfechos, al ver lo bien que interpretan su papel.


En fin. Es la primera vez que me ocupo del fútbol desde que abrí el blog, hace mas de un año. En sus mas de doscientas cincuenta entradas no hay referencia alguna a algo que interesa a tanta gente. Dada mi flagrante ignorancia sobre el asunto, prometo no volver a intentarlo.


Lohengrin. 28-02-08.

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