Analiza García la naturaleza de los grandes partidos políticos de las democracias occidentales y su evolución hacia espacios de captación de votos en los que los elementos ideológicos que caracterizaban una visión finalista, a largo plazo, de la política partidaria, han sido superados por el pragmatismo de la visión a corto plazo, incorporando el marketing como instrumento esencial para captar electores en aquellos caladeros de voto moderado, mas alejados de los antiguos extremos marcados por preferencias ideológicas.
Uno de los efectos de ese fenómeno objetivo, contrastado, visible, es la menor diferenciación entre las ofertas electorales de los grandes partidos que se disputan un mismo espacio, el famoso centro, con estrategias coincidentes, que los candidatos tratan de diferenciar por medio de la retórica, y a veces producen el grotesco efecto de subasta cuando, por ejemplo, las medidas fiscales de sus programas son semejantes, y solo pueden diferenciarlas por la cuantía o los procedimientos, porque la filosofía subyacente que las anima no difiere gran cosa en uno u otro caso.
García analiza esa realidad objetiva, sin cuestionarla, y concluye su artículo argumentando la utilidad del voto, sin decantarse a favor de ninguna formación, en la línea de exquisita corrección política que caracteriza su escrito.
Es precisamente ese concepto, la utilidad del voto, el que ha estimulado mi curiosidad intelectual, y me empuja a plantearme una pregunta, impertinente, como siempre, innecesaria, seguramente, pero que a mi me parece oportuna.
¿El voto es útil? ¿Para que? ¿Para quién?
Hay otro aspecto del asunto que no tenía pensado a priori, pero que me ha surgido según iba escribiendo. Cuando alguien dice que no es de derechas, ni de izquierdas, que eso son conceptos superados, tengan por seguro que quien lo dice, vota a la derecha.
De igual modo, el argumento de que todos los partidos políticos son iguales, que todos hemos empleado alguna vez, ignora que todavía hay espacios sociales en los que la política partidaria no se comporta de la misma manera, por mucho que las medidas económicas y la política exterior tengan bastantes semejanzas --o debieran tenerlas-- gobierne quien gobierne.
Por consiguiente, es legítimo opinar que cuando alguien, haciendo gala de una corrección política fuera de toda sospecha, constata la identidad de los grandes partidos y la escasa entidad de su base ideológica, en realidad, de un modo muy sutil, está llevando el agua a su molino, y dirigiéndose a sectores muy concretos del electorado, con intenciones claramente partidistas, aunque no sean explícitas.
Quienes se hacen esa pregunta, en realidad están pensando, --votar ¿Para quién?, porque sienten que la política es algo ajeno, de otros, y que participando en la ceremonia del voto en realidad están contribuyendo a sostener un sistema que no los considera como miembros de pleno derecho.
Porque el voto ciudadano, entre otras cosas, sirve para consolidar un sistema existente, con sus ventajas y sus vicios, y esa función de conservación del sistema, aunque no sea visible de modo explícito, no es la menor de las funciones que se derivan del ejercicio de ese derecho.
Naturalmente, viendo las tragedias humanas que asolan a los países que carecen de una estructura democrática y de protección de derechos, la sola contemplación de esas carencias debería ser un acicate para que corriéramos a las urnas, por no hablar de la memoria personal de quienes hemos vivido los oscuros largos años de dictadura. Sin embargo, está en la naturaleza humana la ambición de crecer, prosperar, mejorar, y los sistemas democráticos maduros no han evolucionado tanto como para no ser perfectibles.
Una ley electoral nueva, donde podamos elegir a cada candidato, en lugar de votar listas cerradas. Una cámara territorial, en lugar del senado que tenemos.
Una urgente y necesaria reforma de
Si así fuera, cuando deposite mi voto tendré la sensación de que, efectivamente, es útil, aunque parezca intempestivo preocuparse por estas cuestiones, con lo que está cayendo en los precios de los bienes de primera necesidad, y en el desempleo creciente. Pero, de eso, hablaremos otro día.
Lohengrin. 6-02-08.
Hola Papi, soy Jordi.
ResponderEliminarEs muy temprano, pero no puedo dejar de caer en la tentación...
Últimamente ando pensando en el sistema al que estamos abocados. Indudablemente es pésimo, tengo unas medidas apuntadas en un papelito, a ver qué te parecen...
*Telefonía gratuita: me parece un gran avance social y estructural que el gobierno facilite la comunicación de sus ciudadanos, hoy día las grandes multinacionales hacen el agosto con algo que es excesivamente barato, las comunicaciones tan sólo necesitan unos pocos técnicos que mantengan la red, sin embargo hoy día pagamos el excesivo sueldo de un montón de directivos que poco tienen que ver con la comunicación.
*Control, producción y gestión de la construcción: está claro que un montón de cabrones se están enriqueciendo a costa de un suelo que nos pertenece por derecho. Se construye indiscriminadamente por obtener beneficio y los precios son abusivos. La solución es el control total de este mercado por parte del gobierno, la gestión sostenible y los precios razonables.
*Transporte público y alternativo al combustible fósil: Hoy día el mundo vive esclavizado al petroleo, desde la 1ª guerra mundial esto es así, sin embargo es algo desfasado, hay muchas alternativas y el petroleo supone que países como españa dependan completamente de los exportadores de petroleo. Y si rompemos con eso? Y si nos desvinculamos completamente de esa necesidad? No creo que eso sea tan complicado...
*La educación a nuestro alcance es obsoleta, los profesores son funcionarios, anquilosados hijos del franquismo. Ya es hora de putearlos un poco. Para ser profesor no basta con querer ser funcionario, hay que querer enseñar, que tus alumnos te lleguen a superar. Exponerse al conocimiento y comprometerse con él.
*Algo tremendamente necesario es fomentar la participación ciudadana, hoy disponemos de las herramientas, internet será la máquina que permita la democracia real, participativa.
*Hoy día la gente no se conoce en absoluto y con la incultura, "la esclavitud" laboral, y otros medios como la tele, tendemos a hacer de este mundo una máquina de enriquecer a unos pocos. Todo el mundo está descontento, ganan para sobrevivir, pero sus vidas son pura rutina. Lo noto en el metro, cada día. Caras largas, mil personas aburridas de vivir, van y vienen de sus trabajos y repiten su tarea hasta la saciedad. Si algo altera su rutina se llegan a enfadar. Deshumanizados, piezas de esta máquina de dar dinero a unos pocos.
Dar dinero a unos pocos, dar dinero a unos pocos, ¿porqué?
Para sobrevivir.
Porque no estudiaste lo suficiente...
Porque no fuiste lo bastante brillante...
Por mil excusas...
En definitiva, porque no perteneces a la clase adecuada...
Por que tus antepasados no se enriquecieron robándoles a otros...
Hay que fomentar la colaboración, hay que utilizar la tecnología, hay que aprovechar el conocimiento, hay que energizar el presente para potenciar el futuro y hay que hacer las cosas bien.
Desvincularse de necesidades absurdas como el petroleo. Gestionar los problemas con sabiduría, apoyarse en los sabios, rescatar el saber.
Es decisivo, nuestros políticos son muñecos, no se expresan, no los entiendo en absoluto, no dicen nada. Necesito gente capaz, que me explique cuales son los problemas, que me pida mi opinión, que utilice el saber de todos y cada uno. Que encuentre soluciones y las aplique.
Estoy harto de muñecos de papel.
Basura democrática, no quiero partidos, quiero personas, quiero un equipo que funcione, en el que cada uno sea capaz de valorar todas las opciones y votar la mejor, lejos de intereses individuales, estoy harto de esta españa casposa.
Tal vez la solución esté en otro país.