No es justo imputar ese fracaso al combativo recién llegado a la política, quien se ha jactado en público de ser un tipo duro, porque se formó jugando al futbol con pantalón corto en los helados patios de los salesianos, durante su infancia transcurrida en la estepa turolense.
En realidad, habría que pedirle explicaciones a quien lo designó. Los responsables del departamento de relaciones laborales habrían enfocado el tema de otra manera. Con unas sencillas preguntas habrían determinado, con total fiabilidad, la idoneidad o no del aspirante al cargo.
-¿Tiene experiencia en el ejercicio de cargos representativos?
-¿Que cargos, y durante cuanto tiempo, ha ejercido?
-¿Ha sido reelegido en alguno de ellos?
-¿Cual es la diferencia, en términos de técnica comunicacional, entre un mitin y un debate?
Cosas así, acompañadas de un examen minucioso y verificado del currículo del aspirante, una
batería de tests, incluyendo ese en el que te preguntan si ves una mariposa en una simple mancha coloreada, y el olfato de los especialistas habrían sido suficientes para asegurar un criterio de selección mas ponderado. Pero no, como en la milicia, se ha optado por la fórmula de suponer las cualidades del candidato, sin ponerlas a prueba, antes de designarlo.
En mi opinión, la cagada de Pizarro se debe a dos factores, la falta de rigor en la selección del candidato y al hecho de que su creciente popularidad se ha gestado, principalmente, entre los suyos, entre sus afines. Ese tono mitinero y combativo ha despertado (falsas) esperanzas entre un auditorio entregado, pero cuando ha tenido que elaborar un mensaje más ponderado dirigido al conjunto de la población, su falta de experiencia y de rodaje político, junto a la inexistencia de un proyecto claro mas allá de la rebaja de impuestos, le ha dejado desnudo ante las cámaras, con la sola ayuda de sus piernas curtidas en los patios escolares del frío invernal.
El mérito, supuesto, de su papel en Endesa, defendiendo con tozudez (su mayor virtud) a la compañía de una OPA catalana, para después cederla a un grupo extranjero, en beneficio de los accionistas, y en el suyo propio, nos da la imagen de un sujeto obstinado, pero, precisamente, la economía española ahora mismo, lo que requiere son tipos dúctiles, flexibles, moderados en sus planteamientos, virtudes que hasta Rato reconoció en Solbes cuando le sucedió en su primera etapa como máximo responsable de la economía española.
Quienes no tenemos demasiadas simpatías electorales por las propuestas del Partido Popular, especialmente en lo que concierne a inmigración, políticas sociales, sanitarias, educativas, por citar solo unas cuantas, estamos encantados de la cagada de Pîzarro, pero somos conscientes de que esa pifia no se le debe imputar a el. El primer responsable es el jefe del casting, y ya se sabe que quien carece de habilidad para rodearse de los mejores, no está capacitado para llevar a buen puerto sus proyectos. Si la mayoría del electorado capta el mensaje, nos veremos libres de esas políticas indeseables. Así sea.
Lohengrin. 23-02-08.
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