domingo, 24 de febrero de 2008

SEXO, PODER, VIOLENCIA.

Hace mas de veinte años vi una película alemana, en blanco y negro.La historia de una relación de pareja muy especial, alejada de cualquier tópico romántico, que profundizaba en la relación entre sexo y poder y terminaba con un desenlace violento.


En la ficción, el varón adoptaba una actitud dominante en la administración del placer sexual que disfrutaba la pareja en sus encuentros. Su mayor experiencia y su actitud dominante, sin alcanzar el sadismo físico, relegaba a su pareja a una condición de dependencia y sumisión, y confería al sujeto dominante el poder de anular la voluntad del otro.


Al no ser una relación equilibrada, compartida y libre, puesto que la mujer, en cada encuentro, se siente cada vez mas consciente de su dependencia, atrapada en una red en la que la intensidad del placer nubla su capacidad de decidir, la persona dominada cae en un conflicto marcado por la fuerte atracción física del placer que recibe, y la necesidad sicológica de no disolver su personalidad individual en su entrega sin defensas a la sumisión mas absoluta.


La mujer termina por resolver ese conflicto, matando de un disparo a su amante, pues no se siente capaz de salir de la trampa de la dependencia y la sumisión a que la ha conducido la extrema intensidad del placer que administra su pareja dominante, si no es haciéndola desaparecer.


Aquella película me debió interesar mas de lo que creí, pues han pasado varias décadas y no la he olvidado. Parece absurdo que un pedazo de carne que huele a orín dotado de un mecanismo simple capaz de proporcionarle rigidez haya protagonizado tantas historias humanas, a veces trágicas.


Numerosas historias cortesanas, en las que el poder de la monarquía ha pasado a ser ejercido, efectivamente, por tipos cercanos a las reinas o regentes, por su única cualidad de ser poseedores de ese ridículo apéndice, confirman la estrecha relación entre sexo y poder, que la película citada analizaba en el ámbito privado de la pareja, pero que los tratados de historia sitúan en el ámbito de la política.


Ahora mismo, el poder y la violencia ejercidos en las relaciones interpersonales privadas, generalmente con la mujer como víctima, se relaciona con las drogas y el alcoholismo, con la marginación y la falta de condiciones adecuadas para una convivencia normal, pero también sabemos de casos en que esa violencia es la respuesta directa a la decisión de la mujer de liberarse de la dependencia y la sumisión,de su intento de evitar su disolución como persona.


Solo nos enteramos, generalmente, del trágico final de esas historias, pero no de como empezaron. Esas parejas, que concluyen con la muerte violenta de la mujer, ¿ Compartieron experiencias sexuales equilibradas y libres, que luego degeneraron al aparecer frustraciones, alcoholismo, drogadiccción, dificultades económicas, rupturas, infidelidades? ¿Iniciaron su convivencia ya con una sexualidad desequilibrada por un intercambio emocional desigual, en el que una de las partes ejerce su poder y empuja a la otra a la sumisión?


Seguramente, habrá de todo, pues las víctimas no proceden de un solo grupo social, sino de muy diversas procedencias, aunque algunos predominen mas que otros. La cuestión de la violencia sobre la mujer no se puede asociar únicamente a las causas que la acompañan, pero no la explican. Del mismo modo que el sexo y el poder han estado relacionados históricamente con la política, es necesario profundizar en la relación entre sexo, poder y violencia, pero claro, el problema está en el macho, que es el agresor. Solo partiendo de esta realidad evidente podremos intentar cambiar nuestra mentalidad, hacerla mas solidaria y aprender a compartir la sexualidad en lugar de usarla como un instrumento de poder.


Lohengrin, 24-02-08.



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