domingo, 17 de febrero de 2008

MC CAIN

Cuando Anthony Hopkins, en el papel de Nixon, decide negociar con las huestes de Ho Chi Min un armisticio que dividirá Vietnam y poner fin a una prolongada guerra que divide a su propio país, y comenzó con los franceses cuando todavía se llamaba Indochina, antes decide bombardear Camboya para dar un escarmiento al santuario de los vietcong y fortalecer su posición negociadora. Ante las objeciones de sus asesores a su política de intensificar los bombardeos, Hopkins/Nixon responde, --Soy el presidente Puedo bombardear lo que quiera.

En esas semanas previas a la firma de un acuerdo cuyos términos fueron los mismos que ya se habían puesto sobre la mesa en negociaciones anteriores, sin llegar a firmarse, los miles de toneladas de bombas que se arrojaron sobre Vietnam y Camboya superaron con creces las usadas durante la segunda guerra mundial.

El mismo Nixon/Hopkins que arrasa Vietnam con una insensibilidad psicopática, abre una etapa histórica de coexistencia con su visita a China para normalizar las relaciones con el régimen comunista de ese país. Así de esquizofrénica es la política.

Mc Cain promete ahora, en su campaña para la nominación de candidato a la presidencia Usa, entre otras cosas, cerrar Guantánamo y acabar con la guerra de Irak. Mc Cain ha afirmado en repetidas ocasiones que se ha cometido un error estratégico en Irak, al no enviar tropas suficientes.

Los delegados que apoyen a Mc Cain en su campaña, probablemente conocen sus criterios estratégicos sobre Irak, así que no deberían extrañarse si, una vez elegido, decide aumentar sustancialmente los efectivos militares de esa misión o arrasar los territorios hostiles por medio de bombardeos masivos indiscriminados. Su doctrina sobre la guerra como instrumento legítimo de la política no deja lugar a dudas, --Todos los países tienen derecho a defenderse. Es un derecho fundamental. O sea, como Nixon, --Soy el presidente. Puedo bombardear lo que quiera.

El problema, según yo lo veo, es que el enemigo es bastante escurridizo, y no se de ningún iraquí que atacara primero a USA legitimando su respuesta bélica. Más bien se trataba de millonarios saudíes, antiguos aliados de la familia Bush y socios en sus negocios.

Otro problema es que, suponiendo que Mc Cain decida arrasar los territorios hostiles, el enemigo ya no estará allí. Como en Vietnam, se habrá traslado a otro santuario, y puede ocurrir que la guerra de Irak concluya, pero no sabemos que va a hacer Mc Cain con Afganistán, con Iran, con el Magreb, con Pakistán o con la city londinense, por citar otros territorios donde la actividad terrorista que sirvió de pretexto a Bush para su guerra está presente o latente.

El orden en el mundo ha cambiado desde que un problema policial se ha tratado con medidas militares. Las medidas militares son demasiado importantes para dejarlas en manos de la milicia. Mc Caín hará bien en cerrar Guantánamo. Además, debería ayudar a la comunidad internacional a reconstituir toda la red de derechos individuales que ha quedado maltrecha por la militarización de la lucha antiterrorista practicada según las doctrinas que ha impuesto Bush. Devolver, lo antes posible, los soldados a sus cuarteles. No parece realista que esto pueda suceder en Irak, sin una larga transición en la que las fuerzas norteamericanas deberían permanece acuarteladas, hasta que Irak recupere el mayor grado de normalidad posible en sus circunstancias.

Esto terminará por ocurrir, antes o después, pero elegir a un presidente con currículo militar, de gatillo fácil, no parece la mejor garantía para que la transición llegue con el menor coste de bombas y sangre inocente. Existe el riesgo de que vuelva a aflorar el síndrome de Nixon. –Soy el presidente. Puedo bombardear lo que quiera.

Lohengrin. 17-02-08.

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