La sensación que produce una yema de erizo cruda en el paladar, como bien saben los centenares de alicantinos que llenan cubos enteros con sus cáscaras en las rotas de Denia cuando es temporada, es la de que estás degustando una porción de mar en estado puro.
Las exigencias sanitarias limitan esa tendencia a consumir alimentos crudos o ligeramente tratados con aceites y salsas, por lo que no está de más buscar otras alternativas.
Ayer compré en el mercado dos lomos de perca, sangrantes. La vendedora me recomendó el modo de cocinarlos y le hice caso.
Hace años nos regalaron un horno de microondas. Con el microondas nos pasa como con el mando a distancia de la tele, que no lo entendemos. Ya el móvil nos ha costado un curso monográfico para entenderlo, el microondas ni te cuento. Así que solo lo usábamos para calentar el desayuno.
Corté los lomos en filetes, puse encima un poco de tomate rallado, de ese que venden troceado, crudo, en botes, un ajo no muy grande cortado en finas láminas, media cucharada de aceite de oliva virgen y un poco de perejil, lo puse en un plato cubierto con una tapa de plástico y le di tres minutos de horno.
Me sorprendió lo bueno que estaba, cómo el microondas lo había cocido por dentro sin alterar la textura exterior, lo que es bastante difícil con otros procedimientos, la fritura o la cocción con agua, y cómo el ligero aliño había potenciado su sabor, sin alterarlo del todo.
De nada. Que aproveche.
Lohengrin. 8-02-08.
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