miércoles, 22 de octubre de 2008

INTOCABLES

No se si ha sido Fernández Bermejo, el ministro de Justicia, o alguien de otro rango, quien ha dicho, refiriéndose a los funcionarios de ese departamento, que no son intocables. Esa declaración estaba motivada por la protesta, calificada de corporativista, de los secretarios judiciales, como respuesta a la medida sancionadora impuesta a una colega directamente afectada por el caso Mari Luz.

Convendría recordar al ministro, por si no ha caído en la cuenta, que el tampoco es intocable. He dedicado varias páginas del blog a comentar el lamentable estado de la justicia en este país, algo que no es únicamente imputable al ministro, ni siquiera al gobierno actual, sino a toda la cadena de gobiernos que se han sucedido en la era democrática, sin que ninguno de ellos haya sido capaz de establecer, con un mínimo de decoro, ese pilar de la democracia que es la administración de justicia.

No voy a repetir los argumentos de mis páginas anteriores, “Democracia y Justicia” de 29/03/08, y "Jueces y Políticos", 7/05/08, prefiero centrarme en el término “Intocables”, que tiene varias acepciones. Ahora que numerosos trabajadores de muy diversos sectores han perdido su empleo, o se encuentran en riesgo de perderlo, hay dos grupos de la población, funcionarios y jubilados, que parecen estar al margen de esa desdicha. Tanto unos como otros, podrían quedar intocados por la crisis, y en ese sentido podrían ser calificados de intocables.

El ministro ha negado la condición de intocables a sus funcionarios, pero no ha dicho nada de los jubilados. No es de su competencia. Entre los funcionarios y los jubilados, también hay castas, distintos niveles de intocabilidad. No es lo mismo un jubilado con una pensión de 50.000 euros anuales, que una pensionista que cobra diez euros al día. En este último caso, si que podemos calificarla propiamente de intocable, en el sentido que se da en la India a esta expresión para nombrar a los miembros de las castas mas míseras.

Estos días hemos podido ver en los telediarios a personas con pensiones mínimas, sobre todo mujeres y hombres que viven solos, acudir a los comedores de Cáritas, que al parecer reciben un número de personas muy superior al de antes, como consecuencia de la crisis. Son nuestros intocables. ¿Tiene esto algo que ver con el ministerio de justicia? No. No es de su competencia.
¿Tiene algo que ver con la Justicia? Todo. Lo que nos lleva a un argumento que, no por repetido, es siempre recordado. Una cosa es la Justicia, es decir, el trato justo a los ciudadanos por los poderes públicos, y otra la justicia jurídica que se imparte en la administración competente, de momento tarde y mal, y esto último si que es competencia directa del ministro que, insisto, no es intocable.

Si el ministro no es partidario de la intocabilidad, tendría que comenzar por hacer algo ya, para mejorar las condiciones de funcionamiento de su departamento, cosa que, de momento, no ha hecho con la eficacia debida, que se sepa, -- aunque leo que el presupuesto contempla cuantiosas inversiones en informática para el año próximo, espero que acompañadas de la oportuna capacitación para que la informática funcione-- y en su tiempo libre, debería influir en sus compañeros de gobierno para que desaparezca la casta de intocables que sobreviven a duras penas en los comedores de Cáritas.

Si le parece una tarea excesiva, demasiado exigente y árdua, cosa que yo comprendo, siempre puede dimitir y dejar que la haga otro, mas voluntarioso, mas capacitado, y porqué no decirlo, menos sectario, porque un país que tiene una justicia jurídica tan ineficiente como la nuestra y capas sociales numerosas que viven próximas a la indigencia, necesitadas de Justicia con mayúsculas, necesita personas extraordinarias, capaces de enfrentarse a situaciones que llevan decenios enquistadas, y Fernández Bermejo, es una opinión personal, no parece estar a la altura de semejante desafío.

Los presupuestos del gobierno socialista tratan de paliar en parte estas situaciones de proximidad a la indigencia, elevando las pensiones mínimas en un porcentaje mayor que las mas elevadas, y se pretende que las mínimas alcancen un determinado nivel de subsistencia, de un modo gradual. Pero cuando esos porcentajes, aplicados sobre bases tan bajas, se transforman en euros contantes y sonantes, en muy numerosos casos, no consiguen sacar a sus perceptores de la casta de intocables a la que se ven abocados, y que les obliga a recurrir a la caridad pública para sobrevivir.

Que después de quince años de economía de la opulencia, nuestra justicia jurídica siga funcionando mal y la Justicia con mayúsculas no se abra paso con mayor energía en las decisiones políticas, es algo que causa una cierta vergüenza, salvo que te niegues a reconocerlo, que, cuando te encuentras en la calle con un intocable, cruces a la acera de enfrente, para no verlo.

Lohengrin. 22-10-08.

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