domingo, 29 de agosto de 2010

DESESCRIBIR

Hola amigos cibernautas. De vuelta de la casa de la sierra, donde hemos sobrevivido, de mala manera, a las obras y al cuidado de dos niños y un perro durante tres días, aquí estoy de nuevo, y os voy a ofrecer un incunable, un viejo papel de 2.006, encontrado en un saco de cemento a medio usar, que trata de la desescritura.

"Ayer escribí una ocurrencia sobre esa especie de 'fascismo hipotecario' que ha condicionado en los últimos años la vida de muchos jóvenes, y se lo di a leer a mi hijo 'superamencipado'. El vive gratis con nosotros, tiene sus propios ingresos, hace lo que le da la gana, y se las arregla para tener sexo, sin tener pareja estable. Reconozco que me corroe la envidia.

Lo cierto es que el zagal, que ya ronda la treintena, con un criterio muy atinado, me señaló una línea que no le gustaba nada. Hoy la he releído y he descubierto que la sustitución de ocho palabras seguidas. por una sola, producía el benéfico efecto de aumentar la claridad y limpieza del párrafo de ocho líneas que las contenía.

Ese reconocimiento me ha hecho entender cabalmente la expresión 'desescribir', que escuché a Millás el otro día, en un programa de radio.

Lo malo de los autodidactos es que la soledad de nuestro aprendizaje nos priva de aportaciones externas que nos liberen tempranamente de ciertos vicios, y ese aislamiento conduce a descubrir, demasiado tardíamente, principios básicos elementales de la técnica de la escritura.

La indudable frescura, originalidad y fuerza imaginativa que crecen a veces en la soledad del autodidacto, pueden quedar averiadas por ese desconocimiento flagrante de la técnica de la 'desescritura', mas conocida como 'quitar la paja', al no aplicarla de modo sitemático como un ejercicio de limpieza de lo escrito.

Reconocía Millás que desescribir es mucho mas costoso y largo que escribir, sobro todo cuando se busca, como él en su último libro, la precisión de un mecanismo de relojería.

Las personas psicoactivas, como Millás, y yo mismo, cada uno en su nivel, tenemos la facilidad de que el flujo del lenguaje que fluye de nuestras neuronas es muy elevado, pero esa facilidad se convierte a menudo en inconveniente, porque genera una cantidad excesiva de palabras que surgen con espontaneídad y rapidez, pero luego el proceso de quitar lo que sobra puede ser largo, tedioso, y si no estás motivado por una manía perfeccionista, al final lo que te salen son líneas que contienen frases de ocho palabras, donde debería haber una sola.

Los maestros en el arte de desescribir son los poetas, que desnudan hasta lo esencial sus imágenes convertidas en lenguaje, y suelen alcanzar al final de su obra
un nivel de despojamiento muy notable. Es lo que pasa con Aleixandre. Aún asi, tuve la audacia de 'quitar la paja' a un poema de un esencialista como Aleixandre, y quedé asombrado de la luminosidad que emitía ese texto ya despojado por el, al aligerarlo de la corrección sintáctica de artículos y pronombres, y dejar los sustantivos flotar en medio de la nada.

Supongo que la palabra sustantivo deriva de sustancial, de sustancia, y ese proceso de sustanciación que adelgaza el texto hasta reducirlo a su esencia, evoca el de una pieza de rabo de buey solo en carne y hueso, después de despojarla de la grasa que la cubre, y confiere a la secuencia de palabras despojadas la potencia mágica de un mantra, capaz de alcanzar el núcleo de las emociones de quien se entrega a su lectura.

En fin. Desescribir. Hubiera bastado una definición de un par de líneas. He largado, a ojo, cuatrocientas palabras. Lo mío no tiene remedio."

Hola de nuevo.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 29-08-10.

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