jueves, 26 de agosto de 2010

EDUCACIÓN

El Consell de Heliópolis continúa su política de madera quemada, sin importarles no dejar una cuaderna sana en la nave autonómica en la que aún permanecen, porque, al parecer, se sienten seguros con un salvavidas en sus riñones, y aunque después del naufragio no quede nada del relativo bienestar que los ciudadanos percibían a través de los servicios básicos, y se vean abocados a un entorno de malestar, los responsables políticos de esa mutación seguirán flotando.

Ahora le toca el turno a la Educación. El consell convocó un comité de sabios, supuestamente para que analizara objetivamente las alternativas para mejorar la difícil situación financiera de los entes autonómicos. A ese comité de sabios le hice una sugerencia desde el Blog, en materia de Educación. Proponía el despido de Font de Mora, sin mayores medidas presupuestarias, convencido de que los problemas de nuestro sistema educativo los había creado, mayormente, el mismo, con sus ocurrencias, sus excentricidades, su intransigencia y sus torpezas. La idea era que, desaparecida la causa de los problemas, estos comenzarían a resolverse, sin meter demasiado la tijera.

No me consta que el comité de sabios desatendiera mi sugerencia en sus conclusiones, ni tampoco lo contrario. Lo cierto es que el Consell, en la línea que acostumbra, mete la tijera donde le place y como le place, sin informar a nadie, y tienen que ser los diputados de la oposición, en ausencia de un debate parlamentario previo, los que vayan descubriendo, juntando los recortes realizados sin publicidad, aquí y allá, como en un rompecabezas, la cuantía de los recortes en este o aquel departamento. En este caso han contado 60 millones de euros menos en el presupuesto de Educación.

La Educación es un bien primordial para el progreso de una comunidad ciudadana, pero, vista con cierto cinismo político, también es un incordio para quienes la dirigen. Ciudadanos mas educados, mas formados en la crítica, mas informados, con mayor criterio propio, serían mas exigentes con la conducta de sus dirigentes políticos. Con lo bien que se está ahora con una masa acrítica, que resulta cómoda de manejar, no conviene invertir ni la situación, ni el dinero que podría conducir
a algún cambio no deseado.

La imagen de que el Consell navega en una nave que se hunde, pero cuyo naufragio no les preocupa porque cada uno se ha procurado un salvavidas individual, no es caprichosa, está avalada por la realidad observable.

Cotino, el hombre fuerte del Consell, ha vendido sus empresas, de las que ha declarado reiteradamente que no tenian vinculación alguna con el, pero, misteriosamente, percibían recursos públicos con una celeridad y fluidez que para si hubieran deseado otros contratistas.

Ahora, los compradores de esas empresas, descubren, perplejos, el grifo cerrado de los recursos públicos para las actividades que patrocinan. Si hubieran reparado, antes de firmar, en los aspectos mas taimados y oscuros de la personalidad del pluri conseller, tal vez se habrían dado cuenta de que eran objeto de un timo monumental, pero el aroma del señuelo que les llevó al engaño era demasiado sugerente, y ahora descubren que detrás de la carnaza, no había nada. Bueno si, estaba el salvavidas al que me refería.

Tal vez, la única esperanza que les queda a nuestros niños y jóvenes, es el caracter permanente de la posibilidad del aprendizaje, que se prolonga, para quienes desean ejercerla, durante toda la vida. Digo esto, porque yo mismo accedí a la formación universitaria cuando cumplí veintisiete años, y desde entonces no me han faltado oportunidades de formación, a pesar de que en la primera etapa de mi vida, estuve mas tiempo trabajando que estudiando. Es decir, que la capacidad formativa de cualquier persona depende de las estructuras educativas, pero mas aún de su propia voluntad de formarse y esa, afortunadamente, no se puede recortar por decreto.

Así pues, a pesar de los recortes indiscriminados, de la eliminación de profesores de apoyo, del gestor mas nefasto de la educación pública en Heliópolis en toda la historia de la democracia, siempre nos quedará el deseo de nuestros niños y jóvenes, cuando alcancen un mayor grado de madurez, de recuperar el tiempo perdido.

Antes de que eso suceda, conviene que tomen conciencia de que les ha tocado vivir
su edad natural para la formación, en el entorno mas hostil que se haya creado en los últimos tiempos para esa noble labor, y cuando alcancen la edad legal para emitir su voto, convendrá que no se dejen engañar por los tripulantes filibusteros de esta nave autonómica que se hunde con múltiples vías de agua, porque es posible
que cuando llegue ese momento, estos rufianes todavía estén presentes, con sus salvavidas cubriéndoles los riñones, en la vida pública.

Es un aviso para navegantes.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 26-08-10.

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