¿Hay diferencias entre una democracia auténtica y una pantomima democrática interpretada por malos actores?. Las hay. Si yo fuera un experto en Teoría del Estado como Zapatero me plantearía enumerarlas, una a una, para formular la respuesta. Zapatero aprendió mucha teoría pero su práctica nos desconcierta a algunos, porque se basa en la marcha atrás, en la no consumación de las medidas que anuncia, de las que a los pocos días se arrepiente. Lo último, lo de la paralización de las obras públicas promovidas por el Estado.
En todo caso, parece menos democrática la contumacia en el error, que la práctica de la rectificación basada en las encuestas. Como solo estudié Teoría del Estado de pasada, era una María, cuando me licencié en Economía, recurriré a la anécdota, en lugar de a las categorías.
La pantomima democrática a la que me refiero, conviene concretar, no se vaya a enfadar alguien, es la que interpreta aquí, en Heliópolis, el espectro de la clase política que nos malgobierna. Empleo la palabra espectro en su sentido literal y en su evocación mas onírica. A veces pienso que a los seis años, en esa edad a la que ya comienza a formarse lo mas permanente de nuestro carácter futuro, se me aparecieron en una pesadilla, con su apariencia actual, Rita Barberá, Rus y Castellano, y las risotadas obscenas de Rita, junto a la presencia soez y zafia de sus dos colegas, me despertaron en el centro de la noche bañado en un sudor frío.
Esa experiencia onírica, tal vez sucedió, o no, pero el hecho es que me apartó tempranamente del mundo activo de la política, sobre todo la de aquí. Tengo la percepción de que no es exactamente una expresión democrática, sino algo amenazante y excluyente, con esa agresividad característica de los genes autoritarios.
Vayamos al tema central de la entrada. Las diferencias. Un titular de la primera de 'Levante' de hoy explica mejor que yo lo que quiero decir. 'La Generalitat prepara
'un gran acto en defensa de los toros' en respuesta al veto de Cataluña'. Una democracia auténtica habría producido el siguiente titular, 'La Generalitat encarga una encuesta para conocer la opinión mayoritaria de los ciudadanos sobre el tema de los toros' Esta es solo una de las diferencias, pero parece, al menos a mi me lo parece, una gran diferencia.
La decisión del Parlament de Catalunya, es una opinión, no iba contra los toros, sino contra el Tribunal Constitucional, aunque el azar hizo coincidir sentimientos distintos y los mezcló. El titular de aquí, no es en defensa de los toros, sino contra los catalanes, se trata, otra vez, de sentimientos mezclados.
Los catalanes que he conocido ocasionalmente no eran distintos de nosotros, sino igualmente frágiles y contradictorios. Los hubo tontos, listos, simpáticos y 'bròfecs', --me encanta esa expresión, 'bròfec', la usaba a menudo un ingeniero industrial con el que trabajé, que también llamaba galápago al presidente de Butano de quien dependia alguna concesión que pretendía-- incluso conocí a alguno que era todas esas cosas a la vez, tonto, listo, alegre y taciturno, porque no se se puede ser listo en todo, ni comportarse como un tonto en todo momento, mostrar siempre alegría, ni permanecer todo el tiempo taciturno.
En cuanto al sentimiento independentista, a mi me parece una cosa minoritaria magnificada por la prensa y por los errores externos en el tratamiento de algo tan delicado de tratar sin meter la pata. Debo añadir, que hay otro sentimiento mas extendido y sólido, la veneración casi mágica que los catalanes que he conocido dedican al Barça. No he olvidado la expresión de sagrado recogimiento con la que uno de ellos, con quien coincidí en Banyoles, me confesó, bajando la cabaza, con voz queda, --El meu cuñat es el president del Barça. (se refería a Núñez) Su expresión, tímida y respetuosa, parecía expresar una dimensión sagrada de ese honor que el, simple mortal, no merecía.
Aparte de esa peculiaridad, no he encontrado en los catalanes que he tratado ninguna singularidad que justifique su uso torticero como muñecos de marionetas, chivos expiatorios siempre a disposición de los pseudo democrátas de aquí, cuyos escasos
registros argumentales se centran en el agua, Zapatero y Catalunya, como responsables de todos los males que nos afligen, como si meter la mano en la caja, ignorar la mínima disciplina presupuestaria, y tener una idea distorsionada hacia lo faraónico de la cosa pública tuviera algo que ver con nuestros enemigos exteriores.
Las diferencias culturales entre catalanes y valencianos, no son tales, sin embargo
sus procesos culturales han pasado por diferentes etapas en el tiempo. Heliópolis fue un reino independiente, un importante foco cultural y mercantil que irradiaba su influencia junto a otras ciudades mediterráneas, cuando Catalunya no existía, y Barcelona era solo un condado, del que emigraban algunos de sus naturales en busca de la prosperidad de aquí.
Mediado el siglo XX, sin embargo, Catalunya ya era el mayor centro editorial del país, mientras aquí, en Heliópolis, un sabio cuyo fallecimiento glosa hoy Ventura Meliá, en su artículo 'López Piñero, un maestro', se quejaba de que en la Facultad de
Medicina de Heliópolis, los incunables de su biblioteca eran arrojados a un pozo
por el conserje, para evitar la salida de roedores, ante la indiferencia general.
No veo ninguna razón para que esas diferentes etapas culturales no sean sumables en un acervo común, salvo la ventaja que da a los espectros que nos gobiernan, el uso torticero del chivo expiatorio en que han convertido a todo lo catalán, desde los tiempos de la transición, buscando dividendos políticos, a costa de una masacre cultural.
Por otro lado, percibo que ellos, los catalanes, están en lo suyo, y pasan olímpicamente de nosotros, obsesionados como están con sus relaciones con Madrid.
Salvo en lo que se refiere a las instituciones y los actos que promueve Eliseu Climent, con dinero mayormente, pero no solo, catalán, para la cultura, Uno de los pocos personajes públicos de aquí que trata de sumar, y no restar,en su empeño por defender la idea de una cultura común, con sus singularidades propias.
Da igual lo que digamos o hagamos, los espectros que se me aparecieron en mis pesadillas cuando solo tenía seis años, seguirán en su pantomima democrática, agitando sus tres muñecos preferidos, el agua, Zapatero, Catalunya, para ocultar sus miserias políticas, que acaban siendo las nuestras, hasta que la toma de conciencia ciudadana de sus contínuos desmanes, los descabalge del poder.
Mientras eso sucede, mas pronto que tarde, solo nos queda mirar los titulares del día, producto de una pantomima democrática, imaginar como serían esos titulares en una democracia auténtica, y escribirlo, para compartir con los demás una, cada vez mas cercana, esperanza de cambio.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-08-10.
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