martes, 31 de agosto de 2010

SONIDOS

"He salido al balcón y todo parecía igual. La fuente ornamental, el paisaje verde salpicado de altos edificios aquí y allá, el perfil de las grúas del puerto recortándose en la lejanía, cerca del mar, el sol asomando con timidez entre el tejido nuboso, el tráfico de vehículos, no muy numeroso a esta hora temprana, pero algo he percibido, mejor dicho, he dejado de percibir, que me ha parecido muy extraño.

Hasta mis oídos, en la planta cuarta del edificio donde vivo, no llegaba ningún sonido. He bajado a la calle para ver si mi percepción estaba distorsionada por la distancia, y esto es lo que he encontrado.

Los chorros de agua de la fuente ornamental, armónicamente dirigidos por la computadora que los regula se mueven como siempre, su caudal, sus figuras, su dirección, siguen los patrones habituales, pero no se escucha el habitual sonido del agua al caer sobre la alberca de la fuente.

Las hojas de las altas palmeras que pueblan la arboleda del seto central de la calle se mueven rítmicamente, aunque no se nota la presencia del viento, ni se percibe el característico zumbido de la fricción del aire contra las hojas.

Una máquina de limpieza se desplaza por la acera con su característico movimiento lento y algo circular, dejando a su paso un rastro de agua sobre los baldosines, pero el ruido desagradable que producen habitualmente sus mecanismos de limpieza y desplazamiento, su motor, son completamente inaudibles, como si en lugar de una máquina algo horrorosa, se tratara de un ingenio construido para la puesta en escena de una compañía de ballet rusa.

Los coches que circulan por la calle y se detienen en el cercano semáforo --nueve de cada diez no lo hacen-- frenan con una suavidad asombrosa, sin que se perciba ningún estrés de sus mecanismos, ningún chirrido, y cuando aceleran para arrancar, no dejan ninguna muestra acústica de su paso.

Intrigado por esa ausencia de sonidos, he cruzado la calle, he entrado en el quiosco y le he pedido a la dependienta la prensa, sin escuchar mi propia voz, para ver si lleva alguna noticia que explique este raro fenómeno. Si soy solo yo quien lo percibe, o es algo mas generalizado. Al girar la dependienta su cintura para alcanzarme el periódico, no he escuchado la vibración habitual que producen sus grandes tetas en el aire al desplazarse. En otros días, cuando bajo a por la prensa, percibo claramente ese sonido, semejante al que produce una grúa gigante al trasladar dos grandes bloques de cemento, por la resistencia del aire al desplazamiento de esas enormes masas.

Preocupado por esta sensación mía de haber perdido la capacidad de percibir los sonidos, me he acercado al Maravillas, pero estaba cerrado. Tony salía de su coche y, sin escuchar sus palabras, me ha parecido entender, por el movimiento de sus labios, que abren pasado mañana, porque están de limpieza.

Durante el camino de vuelta, todo ha seguido igual. El tráfico de vehículos era mas intenso, pero completamente silencioso. Algunas banderas ondeaban al viento, próximas a mi paso, residuo de la euforia del mundial de fútbol, pero las telas sacudidas por el viento no producían su característico blup blup, cuando se mueven agitadas.

A esas alturas del paseo, después de una hora en la calle, comenzó a preocuparme tanto silencio y me hice algunas preguntas. ¿La influencia de algún extraño campo magnético ha suspendido temporalmente las leyes de la física que gobiernan la producción y el desplazamiento del sonido?, ¿Tal vez Rita Barberá ha declarado el barrio Zona Acústicamente Saturada? ¿Ha dimitido el inefable Camps, y se ha declarado el día de hoy de luto nacional?. El periódico no dice nada. Queda la peor de las alternativas, ¿Me habré quedado sordo?

Al regreso me he sentado frente al ordenador, para contar las extrañas sensaciones que me ha producido la presencia del silencio, la ausencia absoluta de sonidos, y la respuesta del teclado, junto a la de los propios textros escritos, que suenan como palabras habladas, me dice que no estoy sordo. O quizas si.

En todo caso, esa supuesta sordera no me priva de mis obsesiones, de visualizar las cosas cotidianas como si fueran ideas que están ahí para ser trasladadas al teclado,
de observar la vida, no según el color de un supuesto cristal, sino desde la gradual capacidad de matices del oído humano".

Bueno, debe ser, simplemente, que hoy me he levantado con el oído un poco torpe.

En fin. Sonidos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 31-08-10.

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