viernes, 13 de agosto de 2010

EL PACTO

Aprecio a Gregorio Martín, Catedrático de Computación de la Universidad de Valencia y colaborador habitual de 'Levante' como uno de los analistas mas informados, prudentes y ponderados en el modo de tratar los asuntos que nos conciercen colectivamente a quienes aquí vivimos y en las soluciones que apunta para la resolución de los problemas, siempre con el punto de mira puesto en los intereses colectivos, sin sombra de sectarismo y pasando por encima de la fácil recreación crítica del Patio de Monipodio en el que se ha convertido nuestra casa común de la plaza de Manises.

Es precisamente por esa ponderación y prudencia suyas, que me alarma enormemente que se declare angustiado y demande unos pactos urgentes para salvar la situación de quiebra técnica de la Generalitat. Los Estados, centrales, federados o autonómicos no quiebran en el sentido jurídico del término, pero pueden perder solvencia hasta el punto de que nadie quiera prestarles, un límite al que se acercó Grecia. Según Martín, 'si nuestras cuentas públicas correspondieran a un estado independiente, la situación de las cuentas de la Generalitat sería peor que la registrada por Grecia.'

No es la primera vez que Martín advierte de la necesidad de tomar medidas en áreas concretas de la gestión autonómica. Ha insistido en desviaciones presupuestarias, como en la Sanidad, advirtiendo de que este mes se acababa el dinero para los gastos de farmacia previstos para todo el año 2010, por ejemplo.

Tambien se ha ocupado con frecuencia de la importancia de las infraestructuras, de la necesidad de dedicar recursos suficientes a proyectos estratégicos con gran influencia en la economía comunitaria.

Pero jamás le he visto tocar a rebato como ahora, haciendo una llamada a unos pactos
políticos amplios, como un navegante que comprende que la embarcación se hunde, en su totalidad, sin una operación urgente de salvamento.

No tengo información directa sobre la gravedad de la avería, pero sigo de cerca la actitud, las declaraciones y las políticas aplicadas por las personas públicas que malgobiernan Heliópolis y me precio de conocer sus reacciones, las que muestran, las que ocultan, y aún reconociendo la necesidad del pacto que propone Martín, y su buena voluntad al proponerlo, sospecho que los cernícalos responsables del riesgo de hundimiento, no son proclives a pacto alguno.

Mi impresión es que van a practicar una política de madera quemada, pegándole fuego a la nave hasta que no quede una cuaderna sana, y esa será la herencia que dejaran a quienes les sucedan, con quienes no van a firmar pacto alguno. No es la primera vez que la derecha practica esa estrategia, la de dejar la caja vacía a sus sucesores, que cargarán con los costes electorales de la elevación de impuestos o derramas a los ciudadanos, cuando proceda, de modo que no estarán en el poder, si llega el caso, mas de una legislatura.

Eso, suponiendo que puedan seguir navegando a medio motor, con la nave inundada parcialmente, hasta las elecciones autonómicas. La alarma de Martín sugiere que la gravedad de la situación no va a permitirlo, que hay que ponerse, ya, 'a definir las características de los servicios que no podemos dar' 'que tipo de prestaciones van a seguir dándose, cuales van a restringirse o, sencillamente a desaparecer' (¿Canal 9?).

El panorama que dibuja Martín me parece terrorífico, en especial porque tengo un hijo que trabaja como técnico desde hace catorce años en Punt2, que podría ser la primera rama de Canal 9 que se considerara necesario sanear, o talar, pero ese realismo no sectario, contrasta con la flema y el desparpajo con los que Gerardo Camps se refiere a la situación financiera de la Generalitat.

Si la oposición pregunta por los impagos a las compañías eléctricas o telefómicas por servicios y suministros a los entes autonómicos, el ínclito Conseller alega que eso es normal, y que se están gestionando los acuerdos de aplazamiento de esos pagos, que aquí no pasa nada.

Se le pregunta por las desviaciones presupuestarias, como las llama el, sobrecostes como dice la oposición, evocando lo sucedido en Mallorca, y Gerardo (perdón por la familiaridad) contesta con una teoría keynesiana sobre el efecto multiplicador de ese mayor gasto en la economía, pero nada dice de la disciplina presupuestaria, que es el núcleo de su función política.

Son estas actitudes y declaraciones las que me hacen pensar que los cernícalos que nos malgobiernan no son proclives a la búsqueda de un gran pacto político. Los recortes en los servicios ya los están haciendo por las insuficiencias de su tesorería, mas silenciosamente, y al parecer no entra en sus planes darles publicidad.

Si viviéramos en un espacio de democracia auténtica, el pacto propuesto por Martín sería lo razonable, pero la pantomima democrática que representan los malos actores del Partido Popular en este su feudo latifundista desde hace mas de un decenio, no requiere de pactos serios, aunque en el marco de esa representación, no se puede descartar la escenificación de un falso pacto, solo para el consumo de las audiencias, con la perversa intención de corresponsabilizar a los pactantes de los errores propios.

La oposición, si se da una situación así, debería pensarlo dos veces antes de morder el anzuelo, y considerar la oportunidad, si fuera posible, de unas elecciones anticipadas. Aunque si la situación es tan alarmante como estima Martín, los acontecimientos pueden precipitar cualquier desenlace inesperado.

Si no fuera tan trascendente para los intereses y las necesidades colectivas, esta situación podría calficarse de emocionante, pero con la ponderación y la prudencia de Martín, parece mas sensato reconocerla como alarmante.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-08-10.

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