martes, 28 de diciembre de 2010

DE VINOS, ESPÍAS, ROEDORES Y MICRO ONDAS

Uno de mis hijos vino a cenar a casa en Nochebuena, cargado con varias botellas de vino del Somontano, de una calidad muy estimable. El Somontano es una zona vinícola de condiciones muy similares a las de Utiel-Requena, por altitud, geología y clima. En ambos lugares se pueden encontrar ahora vinos de una calidad extraordinaria, pero esto no ha sido así siempre.

Sin el impulso que supuso la incorporación del sector a la Comunidad Europea, aunque el pionero Estatuto del Vino que estuvo vigente ya era exigente en normativa sanitaria y de calidad, el salto que se ha dado hasta llegar a la situación actual, en la que ahora mismo se experimenta con procesos de envejecimiento por inmersión en el mar, habría sido menos espectacular.

Durante mas de quince años estuve vinculado profesionalmente a uno de los grupos vinateros mas importantes de España. Eso me permite una mirada retrospectiva bien informada, con ánimo de que los consumidores actuales sean conscientes del enorme esfuerzo realizado para llegar hasta aquí, desde una situación en la que, ni los aspectos de normativa sanitaria, ni los enológicos, ni los de calidad alcanzaban niveles altamente homologables como los de ahora.

Algunos recordaran las intoxicaciones alimentarias que se produjeron en este país, por el uso de sustancias prohibidas en la elaboración de determinados vinos. En cierta ocasión llevé a mi mujer a visitar una explotación vitivinícola en una zona que no mencionaré. Al ver los depósitos de cemento donde se almacenaba el vino de la reciente cosecha, y la vecindad de algunos roedores que se paseaban por ellos con total desparpajo e impunidad, mi mujer estuvo una larga temporada sin probar el vino.

Nada que ver con la estanqueidad de los depósitos de acero inoxidable ahora incorporados a prácticamente todas las bodegas, junto con los procedimientos de fermentación controlada a baja temperatura, maquinaria moderna para el filtrado y clarificado de los vinos, personal competente y formado en los laboratorios enológicos, y el uso de maderas y corchos de primera calidad en aquellas gamas de producto cuyo precio lo retribuye.

Es decir, que la tecnología enológica ha dado un salto de gigante en este país, desde los tiempos en que todavía el vino se expedía mayoritariamente a granel, con destino a la exportación, hasta que el consumo interior de vino embotellado ha ido teniendo un mayor peso en la producción vitícola y hoy en día es difícil encontrar una explotación vitivinícola que no disponga de una planta embotelladora, por pequeña que sea.

Tengo un par de anécdotas que contar de aquella época, no tan lejana, pues el grupo para el que trabajaba se dedicaba a la exportación de vino a granel y el volúmen de sus embarques era de sesenta millones de litros en una campaña ordinaria.En años excepcionales llegó a alcanzar los cien millones de litros.

Una parte importante de esos embarques, iba destinada a la U.R.S.S. Como carecían de divisas, el vino se cobraba con el producto de la venta de tractores soviéticos en el mercado nacional, a través de una empresa mixta participada por una sociedad estatal soviética y por el grupo vinatero al 50%.

Lo divertido de esta asociación con los rusos era que los técnicos soviéticos que se paseaban por toda España manteniendo los tractores, eran a la vez espías que se dedicaban a tomar fotos cuando pasaban cerca de una base militar, que era casi siempre, ya se encargaban ellos de dar un rodeo si hacía falta, de modo que, cuando por razones de trabajo yo visitaba la empresa mixta, era fácil ver allí a un Coronel del CESID, que se dejaba caer por allí de vez en cuando, para ver que coño estaban haciendo los técnicos soviéticos con sus cámaras. Ahora, esas cosas se hacen desde los satélites. ¿Como adelanta la tecnología, no?, pero aún quedan tractores rusos en España. El otro día vi uno y aún funcionaba. Se ve que el mantenimiento lo hacía el propio agricultor.

Otra cosa muy divertida ocurrió cuando los reglamentos del sector prohibieron la exportación de sangría a granel. Si. Se enviaban a Alemania barcos enteros de sangría a granel, chup, chup. El grupo compró una pequeña bodega en Canarias, porque a ese territorio no se extendía la prohibición. Se enviaban barcos a Las Palmas con vino tinto a granel, allí se añadían aromatizantes y carbónico y, chup, chup, otra vez los barcos de sangría a Bremen, eludiendo de este modo tan ingenioso la prohibición.

Ya se ve que los vinateros eran gente muy ingeniosa, entonces.

Tambien algunos restauradores eran muy ingeniosos por entonces, en el modo de conservar el vino y presentarlo a los clientes. Aquí si que daré nombres, porque la cosa fue de juzgado de guardia. En cierta ocasión comí en la Venta de L´Home, en Ventamina, acompañado del gerente de la planta de concentrados que el grupo tenía en Requena.

En ese lugar, en invierno, las temperaturas descienden por debajo de cero grados. El restaurador, nuestro amigo Chemi -espero que no se moleste si cuento esto- no disponía de espacio para almacenar las cajas de vino y las dejaba fuera, a la intemperie. Uno de los camareros, que destripaba terrones y en los ratos libres hacía de mozo de comedor, al encontrar que el vino se había congelado, lo puso en el micro ondas, y lo sirvió con la botella todavía humeante por el calor de la rápida y traumática descongelación a que había sido sometido.

Sirvan estas mínimas anécdotas, para que los consumidores tomen conciencia del enorme salto de nuestros vinos, desde aquella no tan lejana época de roedores en las bodegas, depósitos de cemento, espías rusos, sangría en barcos, chup, chup, y descongelaciones al micro ondas, hasta llegar a unos niveles de calidad tan excelentes que abres una botella de cualquier zona, Somontano, Requena, Rioja, Duero, Navarra, Penedés, Cádiz, Alicante, o cualquiera otra, y su nivel de elaboración, de presentación, de contenido, da cuenta de que España es hoy una de las primeras potencias mundiales en el sector, gracias al enorme esfuezo de calidad que se ha realizado en los últimos veinte años.

Tengo curiosidad por saber lo que va a resultar de los experimentos para envejecer
el vino por inmersión en el mar. En el grupo vinatero con el que trabajé eran mas pragmáticos, lo metían en la cámara de frío, sin llegar a congelarlo, y en un par de días, listo, vino envejecido.

Que espabilados eran los tíos, no?.

En fin. De vinos.....

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 29-12-10.

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