lunes, 6 de diciembre de 2010

LA REALIDAD

He bajado al Maravillas y he comprobado que los editorialistas de 'Levante' dedican hoy el doble de espacio y un texto muy denso, libre de eufemismos, para situar a los lectores en el plano de la realidad económica del país, hasta el punto de recurrir a la dramática expresión 'Gran Depresión', en lugar de 'crisis' para nombrar las dolencias actuales de la economía española que diagnostican poniendo el dedo en la débil productividad y en la falta de capacidad competidora del flojo nervio empresarial.

Puedo asegurarles que la parroquia del Maravillas que me acompañaba en la barra del bar vivía ajena a esa realidad, bromeando, tomando chupitos y conversando con Toni sobre la conveniencia de cambiar o no el proveedor de servicios que suministra las máquinas de juego.

La columna de Millás que he leído despues, en la última, tenía un contenido tan surrealista que ambas cosas, la indagación de Millás, y la actitud de los parroquianos, echan por tierra el intento editorial de describir la realidad, que al parecer no es única sino múltiple, y está, en la jerarquía de las cosas humanas, varios puntos por debajo de la vida.

Sales a la calle después de tomar café y hojear el periódico y compruebas que los semáforos siguen funcionando, los coches circulan con normalidad, el sol no acaba de salir pero la temperatura es muy agradable, en suma, la vida se mueve en un espacio y un tiempo que es el que tu conoces, ajena a los análisis editoriales que se centran en una parte determinada de la vida, a la que se atribuye la condición de la realidad.

(...) Cuando Marcel Duchamp provocó al arte de su tiempo exhibiendo un urinario como si fuera un objeto artístico, además de proponer una ruptura con lo establecido, tal vez trató de hacer ver que la vida está no solo por encima del arte, sino de la realidad misma, que es un contenedor tan amplio que no solo incluye distintas realidades, sino categorías que se escapan a los límites de lo real.

Ahora mismo, cualquiera que acepte un empleo, yo que se, de trabajador de la limpieza en Canadá, y se traslade a vivir allí, observará como toda la densidad omnipresente de la 'realidad' española, se diluye como un azucarillo, porque, salvadas las barreras del espacio, que es lo que contiene una determinada realidad, ésta se diluye en líquido y luego se convierte en un gas mas ligero que el aire, como en un experimento de 'El Hormiguero'.

Incluso para los que estamos aquí, cuando ese entorno temporal abre un paréntesis festivo --cuestiones logísticas y aeroportuarias aparte-- la realidad sufre una metamorfosis y su percepción cambia considerablemente, aunque solo de forma temporal.

Convengamos, pues, en que hay muchas realidades, pero la vida de cada uno es única, y esa unicidad nos debería permitir situarnos en el contexto espacio temporal de un modo singular y relativamento ajeno a los tópicos, no exentos de realidad, que se nos imponen.

Es decir, cada uno es libre de pensar por si mismo y tratar de vivir lo mejor posible su propia vida, dentro de las limitaciones que impone una 'situación' determinada que presiona hacia modelos sociales de comportamiento, determinados por diagnósticos y recetas tales como la falta de productividad, a los que se sugiere que se oponga el sacrificio colectivo, como si la humanidad no hubiera vivido, durante siglos, ajena al concepto de productividad.

Lo productivo, en términos individuales, y sociales, es que cada uno encuentre su espacio propio en un lugar que no necesariamente ha de ser el que habita ahora y
que su tiempo no se dedique a tareas repetitivas y absurdas al servicio de una economía consumista que parece ser el distintivo de lo que Verdú llama el capitalismo funeral.

La vida es mucho mas que índices de productividad material y peligrosos chanchullos financieros. Hasta que no asumamos esa capacidad social productiva de la vida, veremos la realidad económica como si fuera la totalidad de la existencia, y no es así, solo es una reducción interesada del potencial humano, y el editorial de 'Levante' de hoy, con su texto denso y extendido, que trata de ofrecer un análisis crudo y veraz de la realidad, solo es una muestra de que los editorialistas no han entendido nada.

En fin. La Realidad.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-12-10.

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