martes, 21 de diciembre de 2010

FUNCIÓN DE TARDE

Por fin, después de meses de ensayos, ayer fue el día de la representación del espectáculo presentado en el Aula de Teatro, con la participación de mas de una veintena de alumnos, y que fue el resultado del trabajo realizado en el último trimestre.

Llegamos al local sobre las cinco y media, y lo primero que hicimos fue acudir al catering alcohólico, para tomar unos chupitos que nos levantaran el ánimo, porque una parte de los participantes no había subido jamás a un escenario, y la sala comenzaba a llenarse de público, mientras algunas compañeras se disfrazaban, en un vestuario improvisado, de chulapas, de trágicas shakesperianas, de Semíramis y sus cortesanas, de hombre, de musas del arte pop, mientras los varones, en general, acudíamos con ropa de calle. Yo, con un traje del Corte Inglés de antes del Euro, que me costó entonces cien mil pelas, o sea, pero que al ser de entretiempo, me hizo pasar un frío de cojones.

A las seis en punto se abrió el telón, y esto fue lo que sucedió.

(...)

Con la sala abarrotada de público, el espectáculo comenzó con la intervención de una compañera, tan acojonada que pidió salir la primera, lo que me pareció un acto de valor inaudito, y que me emocionó con un texto breve pero intenso, que consiguió decir con dignidad, pese a sus dificultades de expresión.

Después de un par de intervenciones mas, se escenificó La Gran Semíramis, un texto clásico de un autor valenciano desconocido, y el largo monólogo fue dicho con toda fluidez y solvencia por la actriz principal acompañada de dos figurantes vestidas de época que reforzaban esa puesta en escena.

Luego se sucedieron varias intervenciones en las que se dijeron fragmentos de poemas. Mi amigo José Luís, también matriculado en el Aula, le tiene fobia a los poemas, y se negó a salir, pero a cambio se encargó del catering para después de la función, Whisky, Ron, dulces, y esas cosas, así que, vaya lo uno por lo otro, finalmente le hemos reconocido su aportación al espectáculo en forma de viandas y bebidas. Además actuó de camarógrafo.

Después de los recitados, una escena de zarzuela, muy graciosa, lo de Perico y Nicasia, primero dicha, luego cantada, y la chica que la interpretó, con síndrome de Dawn, estuvo muy graciosa y divertida.

Siguieron los recitados, y yo consulté el orden de actuación, porque me tocaba detrás de las chulapas. Situado en la escalera que accede al escenario esperé a que terminara la actuación de las Chulapas y alguien me dió un empujón y me lanzó enmedio del escenario.

Salí al escenario con el traje de cien mil pelas y saludando al público con la mano derecha, como si fuera un presentador de televisión. Luego me afirmé con las piernas separadas en el lado del escenario mas próximo al público, me presenté, y cuando iba a decir mi texto, comprobé que lo había olvidado. Cerré los ojos, en una actitud de concentración que provocó el silencio del público, el texto volvió a mi memoria y lo dije con una emoción contenida que, al parecer fue percibida por mi profesor de teatro, que estaba entre la tramoya, y me dijo al terminar, --muy emocionante. Eso fue todo. Un par de minutos y la prueba había concluído.

Bajé del escenario a toda prisa y salí a la calle a fumar un cigarrillo para relajar la tensión del momento. Al entrar a la sala de nuevo, mi amigo José Luís me dijo que mi mujer --a quien yo había pedido que no asistiera-- estaba en la sala. Me tranquilizó que me dijera que había estado bien, que no había dejado traslucir los nervios que me comían por dentro, que había sido una intervención breve, pero digna.

El espectáculo continuó. Dos compañeras interpretaron un fragmento de una obra de Shakespeare, 'Como Gusteis', en la que el autor clásico abordaba ya el amor entre mujeres, pero, lamentablemente, una de las dos participantes se quedó en blanco y la cosa acabó en fiasco. Debo decir que ambas tenían una experiencia de años en el aprendizaje de teatro, lo que parece indicar que el exceso de confianza que se deriva de la experiencia a veces juega malas pasadas.

Luego siguió el espectáculo con un poema cantado por la compañera venezolana, y con una letra de canción pop dicha con la gracia y el desparpajo de la mas joven y simpática del grupo de alumnos. Mencionaré además a una enseñante, que está de baja médica, que se presentó como profesora de literatura y vestida de negro, con un sombrero de ala ancha y una faja roja, recitó el poema de Lorca, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, y que se cubría la cara con mucho énfasis cuando decía, --Que no quiero verla!. También mencionaré a Aurea, cuya actuación no vi, porque iba detrás de mi, y yo salí a fumar, pero que pregunté y estuvo muy bien. El monólogo de las tostadas precedió a todo esto, fue la segunda actuación, pero había olvidado mencionarlo. Muy bien, con su tono de humor absurdo.

La apoteósis final llegó con un número de zarzuela, puesto en escena con los disfraces y vestidos adecuados, pero al que nos sumamos como coro todos los intervinientes, al final había mas de veinte personas en el escenario y con esa actuación colectiva concluyó el espectáculo, que fue muy aplaudido, aunque en mi intervención pude darme cuenta de que alguna persona se había dormido en la butaca.

Terminado el espectáculo volvimos al cuarto del catering,a darle al whisky, al ron y al limoncello. Luego nos fuimos todos a tomar una copa por ahí. Mi amigo José Luís, que no consintió en participar del espectáculo porque tiene fobia a la poesía, lo suyo es mas de teatro fallero, nos acompañó. Mi mujer y yo dejamos el grupo porque
ibamos a comprar a Mercadona, pero José Luís se quedó allí. A las diez y media nos llamó su mujer, porque su marido aún no había aparecido. Es que tiene fobia a la poesía, dije yo, aunque no venía a cuento, porque no sabía que otra cosa decir.

En fin. Función de Tarde.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 21-12-10.

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