miércoles, 4 de julio de 2012

ANTONI LLOP

Lo mejor que le puede pasar a quien visite o habite, desde hoy hasta el 20 de julio, la maravillosa ciudad de Valencia --llamada por mi Heliópolis por las horas de sol que suele ofrecer-- mientras deambula por la plaza del Ayuntamiento, es encontrarse en los escalones del portal señalado con el número 18, desde donde se accede al Ateneo Mercantil, con un caballete que presenta un facsímil del cuadro de Antoni Llop que anuncia su exposición de óleos.

Entra uno en el vestíbulo del Ateneo, se dirige al ascensor, pulsa el botón de la tercera planta, y allí, en el salón dedicado habitualmente a las exposiciones, se encuentra con cuarenta y tres óleos de Antoni, quien, fascinado por la música y el mar, entre otras cosas interesantes, nos ofrece lo mejor de sus últimos trabajos.

El retrato de Jerry González, trompetista de jazz, un músico callejero tocando en un banco de Central Park, el trombonista que desfila visto desde un plano aéreo, un músico que descansa en plena jam session, son la muestra de una de las múltiples aficiones y dedicaciones de Antoni.

Pero su fuerte es el mar, y así lo prueban la mayoría de las composiciones pictóricas aquí expuestas. Desde sus entrañables marinas del Cabanyal, tan cercanas,  hasta el Puente de Brooklyn en  N.Y., las calas menorquinas, el cabo de San Antonio, las góndolas en el embarcadero de un canal veneciano, el puerto de Ciudadela, barcas y detalles marineros que están vinculadas con su origen y residencia, el Cabanyal, pero también momentos captados en lugares lejanos, porque otra de las aficiones de Antoni es la viajera, que no se limita a las grandes ciudades, como se aprecia en el cuadro 'calle de Huesca' y todos los paisajes recogidos en sus cuadros son reales, producto de sus experiencias,  como su estilo de pintor.

He de destacar la sabina centenaria, producto de un viaje suyo a Canarias, que me parece lo mejor de la exposición porque, a pesar del realismo del estilo, las curvas retorcidas del anciano árbol, el uso que hace del color Antoni en esta obra, tienen algo de daliniano, esa pátina onírica que oscila entre la realidad y el sueño.

Antoni es un pintor con una experiencia consolidada, ha expuesto tantas veces en instituciones públicas y privadas, que no se molesta ya en poner el papelito con la lista de su historial expositor junto al folleto de la presentación, como hacen algunos artistas primerizos. Sus colegas que llevan ya decenios en el oficio lo saben , pero aunque parezca paradójico, Valencia, tierra de pintores,  no parece tener igual censo de aficionados, aunque Antoni vende siempre, no siempre lo hace el primer día. Asistir ayer a la inauguración de su exposición me ha permitido entender porque el primer día no es el mejor para las ventas.

Antoni nos llamó para invitarnos al acto de inauguración y allí nos presentamos mi mujer y yo. Apenas diez minutos después de nuestra llegada, una horda de viejos que dejan morir el escaso tiempo que les queda en los sillones del Ateneo ha irrumpido en el salón de la exposición y, sin dedicar una mirada a los cuadros expuestos, se han lanzado sobre el refrigerio preparado sobre una mesa en el centro de la sala y, cuando han terminado, dejando aquello como si hubiera sufrido la invasión de una plaga de langostas, han vuelto a salir sin enterarse de lo que allí había. Cuando, después de una hora de contemplación de la obra de Antoni, combinada con una distendida charla, hemos salido a la calle, los componentes de aquella horda depredadora estaban sentados en las mesas del Burguer King, sin consumir nada.

Hombre, yo también pertenezco al segmento de edad que busca el gratis total, pero cuando voy a un concierto, o a una exposición como la de Antoni, me gusta disfrutar del arte y de la música, procuro no centrarme, solo, en las cortezas de cereal, los frutos secos, las empanadillas y el Barbadillo gaditano. Hay que ver, como somos la gente, joder.


Si ustedes aún no han alcanzado la edad provecta, o si, cualquiera que sea su edad, aún conservan sensibilidad para el arte, la belleza, la música, no dejen de visitar lo de Antoni. Hay cuadros expuestos de muy diversos formatos, y de diferentes precios, aunque el que mas me gusta de los suyos, nunca ha sido expuesto. Se trata de un grupo de comerciantes reunidos alrededor de sus sacos de especias, no se si en la medina de Fez o de Marraquech, en un patio interior alejado del bullicio del mercado. Cuelga en una pared del salón de su casa, donde tengo la satisfacción de ser admitido como un amigo mas.


Terminada la visita a la exposición, si siguen mi consejo y van a conocerla, fíjense en el edificio de nuestro Ayuntamiento, y en el Palacio de comunicaciones (correos). Verán que el ayuntamiento tiene un balcón.El arquitecto que lo construyó no puso el balcón, lo añadió un alcalde franquista, al darse cuenta de que allí afuera estaba el pueblo. Luego nuestra mejor alcaldesa --no tenemos otra-- ha ejercido desde ese balcón la cualidad que mejor le cuadra. El populismo.


De correos cabe destacar dos cosas, las hermosas cúpulas que coronan el edificio y que, desde que ha sido privatizado, no quedan buzones en la calle y cuando vas a una estafeta --una sucursal-- observas que además de su condición carteril, esos lugares son ahora sucursales del Deutsche Bank.

Para luchar contra el fatalismo  que nos invade, a unos mas que a otros, a casi todos los comunicadores,he decidido dedicarme hoy a la regeneración, no de nuestros suelos quemados, eso no se hacerlo, sino de nuestros espíritus abatidos. Valencia es una ciudad maravillosa, hay que decirlo a todos, a los que aquí vivimos, y a quienes vengan a conocernos.


No se pierdan la visita a la Ciutat Vella. Hay un lugar en particular que recomiendo. Se trata de una especie de Corral de Teatro, cerca de Na Jordana, donde está 'Carme Teatre'. Como pude comprobar en una reciente visita a la 'Valencia Erótica', ese lugar fue el burdel mas grande y famoso de Europa, durante la época dorada de la Valencia antigua. Que haya pasado de burdel a teatro, desde mi condición de ex alumno de la disciplina teatral, tiene para mi un significado especial. Tal vez quien concedió, en su momento, la licencia de cambio de uso, pensó en la similitud entre la prostitución y el teatro. En algo coinciden. Los actores y actrices que salen a escena, no venden su cuerpo, pero ofrecen sus variadas almas a través de los personajes que asumen como propios, a quienes las compran con sus entradas.

Les deseo lo mejor, en esta época de tribulaciones, a quienes, desde el mundo teatral tratan de alegrarnos, algo tan necesario como que los comunicadores abandonemos, cuanto antes, el fatalismo que nos impregna y colaboremos, cada uno como pueda, a la regeneración de nuestras almas.

Pintores, Actores, Músicos, Cineastas, ellos nos dan el alimento cotidiano para mantener viva nuestra sensibilidad. Hemos de manifestarles nuestro agradecimiento. Yo, modestamente, lo hago hoy. Gracias Antoni.

En fin. Antoni Llop.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4-7-12.

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