lunes, 23 de julio de 2012

NOCHE SERRANA

En la tarde del viernes, saturados del calor y la humedad de Heliópolis, nos dio el repente y nos vinimos a la sierra. Encarna preparó a toda prisa el bolso con lo mas imprescindible, pollo frío y cava, y algunas cosas mas, y salimos de naja.

Enseguida contaré la noche que pasamos en la casa de la sierra. Ahora estoy buscando un tomate para acompañar el pollo, pero, al parecer, con las prisas se quedó en la nevera. No importa, serviré el pollo con rodajas de piña, porque las ciruelas se han terminado.
(...)
No se describir la belleza del cielo serrano, porque no tengo ni puta idea de astronomía, pero reconocí varias constelaciones de las que no conozco el nombre brillando entre el gas estelar. 

Le dije a Encarna, --¿Te das cuenta de que cuando ya no quede ni el recuerdo de Rajoy y sus muchachos, estas constelaciones, Orión, o las que sean, seguirán ahí? 

 --Y tu, ¿No te percatas de que, a lo mejor, casi seguro, nosotros tampoco estaremos para verlo? 

--Me da igual. Puedo percibir ese momento con un sentido de la anticipación que me produce un agradable sentimiento placentero.

Sentados en el porche, la piel se eriza por el frescor de la noche, tenemos sintonizado el canal de Clásica en la radio, no se si Bach, Beethoven, Schumann, o quien. De pronto, notamos algo raro. Los sonidos, muy estridentes, que emitían momentos antes los animales, se vuelven mas apagados. El escándalo de las chicharras, el aleteo de los grajos, los ruidos de la zorra en busca de presas nocturnas, el gruñido de un jabalí que baja a la charca seca en busca de un poco de agua, los chillidos de los murciélagos que pasan en vuelo rasante sobre nosotros, las diversas voces, en fin, de las variadas especies que viven aquí en la sierra, se ocultan de día y se aventuran a salir cuando el horizonte se llena de estrellas por levante, comienzan a ser menos estridentes, y a la vez, mas cercanas, como si todos los habitantes del bosque se congregaran alrededor nuestro para escuchar el concierto de Radio Clásica en actitud discreta, sin toses ni aplausos a destiempo. 

No consigo recordar que música transmitía la radio en aquel momento. ¿Tchaikovsky, Mahler, Dvorak? No sé. Si alguien de ustedes escuchó el concierto de Radio Clásica el viernes de diez a once, puede aclarar, vía comentarios,de que compositores se trataba y que piezas se interpretaron. Gracias.

Sigo. La atmósfera, traslúcida, permite observar con nitidez, sin aparatos ópticos, a simple vista, las profundidades del cielo estrellado desde la posición privilegiada de la casa de la sierra, a casi novecientos metros de altitud, alejada de los núcleos urbanos y de la contaminación luminosa.

Si algún día decido vender esa casa, buscaré comprador entre los aficionados a la astronomía. La casa no es gran cosa, pero las horas de feliz observación que garantiza no tienen precio. No diré donde está. El aforo es limitado, y no hay que tirar piedras al propio tejado. 

La temperatura interior, constante, de la casa, en plena canícula, es de veinticinco grados y al salir al exterior cuando el sol declina has de ponerte alguna prenda mas encima para defenderte de la sensación de frio y sorprende, al pasar la mano por la piel, que está seca, sin la pátina blanda y acuosa que la cubre cuando estás en la ciudad, cerca del mar, intentando dormir, sin conseguirlo. 

Lo mejor han sido las diez horas de sueño pacífico, continuado y reparador, algo que no habíamos disfrutado en los últimos días, un motivo para salir huyendo y recalar en la sierra.

Por último, una referencia literaria al insomnio y a los sueños. Tengo en la mano un libro de Pepe Monteserin, tomado en préstamo de la biblioteca. 'La Conferencia', un título que coincide con el de una de las primeras páginas del blog, que fue muy visitada. El subtitulo, por cierto, es, 'El Plagio Sostenible'. Fue premio de Ensayo Juan Gil Albert, está editado por Desórdenes, en la colección Lengua de Trapo, y en la página 61 cita los primeros párrafos de diversos autores en los que ninguno de los personajes puede dormir. 

Yo he dormido como un niño, sin soñar, que yo recuerde, en el cuarto de la casa de la sierra, pero quiero evocar, ahora, mi sueño con una mujer desconocida que conté en la anterior página del blog. No sabría elegir entre ese sueño, la vigilia, el insomnio o el sueño reparador.

De lo que estoy seguro, es de mantener la reflexión sobre Rajoy y las constelaciones que me sugirió la noche estrellada, mientras contemplaba el remoto brillo de Orión desde el porche de la casa, con una prenda  mas encima, porque sentía frío.

En fin. Noche serrana.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23-07-12.

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