viernes, 6 de julio de 2012

LITHUANIA

Continúo con mi lista de homenajes a las personas y cosas vivas que mas lo merecen, después del paréntesis de la última entrada, un  anti homenaje al que, después de informarme en la tertulia de periodistas a la que he asistido hoy, añadiré luego una coda.

Primero, el homenaje de hoy. Es un homenaje múltiple, a la música, al queso Dziugas, a la cónsul de Lithuania y al azar, un elemento determinante en nuestras vidas, incontrolable, imprevisible, que todo lo gobierna y todo lo revuelve, hasta el punto de unir, en un punto del tiempo y el espacio, sin ninguna participación de la voluntad de uno, la música, el queso lituano y la belleza balcánica y volcánica de una diplomática desconocida para mi, junto a la belleza arquitectónica del claustro del museo del Carmen, en el que recalé ayer, por puro azar.

Poco antes de las siete de la tarde nos personamos en el museo de San Pío V, mi mujer y yo, porque en algún sitio habíamos leído que había un concierto a las siete. No había tal concierto. Pensamos, da igual, nos quedamos a visitar el museo.  Después de una mínima visita a una de sus salas, de asomarnos a contemplar el claustro renacentista del Embajador Vich, montado aquí con los mismos mármoles que el embajador se trajo a lomos de mulas para su viejo palacio cuando terminó su misión diplomática en Roma, nos echaron del museo, porque cierran a las siete, dijeron. ¿Donde se ha visto que un museo de la importancia del San Pío V chape a las siete de la tarde? Pues, sí.

No teníamos plan B alguno, así que nos acercamos al centro del Carmen y vimos las sillas dispuestas en el claustro para un concierto que se iba a celebrar a las ocho. ¿Nos quedamos? Nos quedamos.

El concierto que se iba a ofrecer, con motivo del Día del Estado Lituano, consistía en un recital de piano de
Rokas Valuntonis, un joven y muy experimentado músico formado en el virtuosismo exigente de los grandes concursos pianísticos europeos.

Un compositor lituano,  luego, Scarlatti, Schumann y Listz. El inicio del concierto confirmó enseguida el alto nivel del pianista. Al llegar a Schumann, se conjugaron varios elementos de azar que pocas veces he visto reunidos en un concierto. Unas gaviotas invasoras atacaron a las palomas residentes en el claustro, con una algarabía continua de graznidos. Enseguida se sumó a ese escándalo el volteo de las campanas de la Iglesia del Carmen, y cuando la mitad del público volvía la cabeza para intuir de donde venía tanto escándalo, un
golpe de viento derribó tres de las cuatro banderas que se encontraban en el claustro, cerca del pianista.

Al observar que banderas habían caído, como lo habían hecho, no pude evitar percibir en ese incidente un contenido simbólico. Las banderas cayeron casi a la vez, aunque una detrás de otra. La primera en caer fue la de la Comunidad Valenciana, le siguió la de España, luego la de la Comunidad Europea. Lo mas sorprendente fue que se mantuvo en pie, ondeando al viento, a pesar de que estaba en la misma posición y
tenía el mismo soporte que las otras, la bandera de Lithuania.

Aprovechando que el público aplaudió a destiempo en un momento del concierto, el personal del museo se apresuró a retirar las tres banderas caídas, y también la lituana, que finalmente cayó también.

Ninguno de estos incidentes, sin embargo, impidió la continuidad de la música, lo que indica que el arte es
resistente a las veleidades de la naturaleza y los nacionalismos. Eso justifica mi primer homenaje a la música.

La balcánica y volcánica cónsul lituana había anunciado en su breve intervención al inicio del concierto que, para acompañarla en la celebración del día de su país, y a modo de despedida, porque marcha pronto a otro destino en el Ministerio de Exteriores lituano, se había dispuesto en el claustro contiguo del museo un  refrigerio, y nos recomendó, en especial, degustar el queso de su país.

Aquí viene el otro homenaje, porque el queso Dziugas que nos ofrecieron, además de otras exquisiteces, como unos bollitos rellenos de foi y cebollita confitada, canapés de salmón ahumado, pinchos de tortilla española con tomates cherry, y algunas otras especialidades preparadas por el restaurante de Julio Milla, según reza la tarjeta que nos dieron,  ese queso, digo, demuestra dos cosas. Que nos dieron a probar, probablemente, el mejor queso del mundo en este momento, y el alcance de  nuestra ignorancia en materia gastronómica, pues siempre hemos pensado, desde nuestra ya larga y experimentada vida, que el mejor queso era el extremeño,  la torta del Casar, que en materia de quesos de pasta, los mejores eran franceses, y que entre los quesos largamente madurados, los de la Padania eran los mejores. Error.

Después de haber probado el Dziugas, el queso lituano de mayor proyección internacional, aunque no nos habíamos enterado, los quesos madurados italianos, parmesanos, se me antojan una mala copia de este soberbio original.

Entre el material impreso que nos facilitaron, que explica las cualidades de este queso legendario, hay un pequeño folleto que demuestra que Marc Audibert, actual jefe de la escuela de cocina 'La Font' en Alicante
si está informado de todo, pues incluye en el folleto varias recetas suyas a partir de este queso celestial.
Crema de alcachofas con Dziugas, gambas con masa quebrada de ese queso, hojaldres,  souflés, tejas, croquetas, todo ello aprovechando ese sabor tan peculiar, y ese aroma que se recomienda percibir con los ojos cerrados, deshaciendo entre los dedos una mínima porción de ese producto casi sagrado para los especialistas informados y  entendidos

Por cierto, he llevado a la tertulia de esta mañana el folleto del queso Dziugas y, para mi sorpresa, el periodista especializado en gastronomía, tampoco lo conocía.  Eso indica que quizás hemos de viajar mas y escribir menos, lo digo por mi.

Aseguro que no me une ningún vínculo con los elaboradores de Dziugas, y que mi homenaje, puede que sea hiperbólico, pero es sincero.

Ya que esta experiencia gustativa ha sucedido gracias a la balcánica y volcánica cónsul de Lithuania, y al azar
que ha determinado la coincidencia entre el acto que ha preparado y nuestra asistencia, desde  aquí dedico este homenaje al cuerpo diplomático, y al cuerpo, y el alma,  de la cónsul, y claro, al azar que todo lo reúne, lo combina, y hace que suceda.

Para terminar, la coda al anti homenaje de ayer. He pedido opinión, aprovechando mi asistencia a la tertulia de los viernes, a gente informada y de diversas tendencias sobre Amadeu Sanchis,  a quien puse de hoja de perejil en el anti homenaje de ayer,  y todos han  coincidido en que es un política honesto, buena persona, incapaz  de cualquier acción fea o reprobable. Así que retiro mis excesos volterianos, en particular los que se refieren a su persona, o sea, los insultos, aunque insisto en mi visión contraria a la suya sobre lo que debe ser una institución municipal como la Universidad Popular.

Por cierto, nuestro error de ayer, al determinar el lugar del concierto al que íbamos a asistir, consistió en que no era en el Museo de San Pío V, sino en calle de San Pío V, que es otra cosa.

En fin. Lithuania.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9-07-12.


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