lunes, 2 de julio de 2012

RETRANCA Y MALA LECHE

Vuelvo del dentista porque, ayer, al gritar goooooool en el segundo de España --me pareció que ese segundo tanto consolidaba la gloria deportiva de España, que tan febles tiene otras glorias-- un diente de abajo salió disparado y esta mañana a primera hora he ido a que la odontóloga me lo recoloque con resina de poliester.

Tendido en la camilla, mientras la odontóloga hurgaba en mi dentadura con esa saña involuntaria que los profesionales de esto ponen en su trabajo, me he relajado, como siempre hago en estas situaciones, hasta quedar casi dormido. Con los ojos cerrados he visto a un tipo ante una ciudad ardiendo, tocando la lira, parecía Nerón, el emperador, pero, horror, al aproximar el foco, la barba y las gafas de sol que llevaba puestas --un anacronismo que solo podía ser onírico-- me ha hecho reconocerme en esa imágen, al tiempo que me despertaba con un sobresalto. --Después del verano, venga, y le pondremos un puente fijo, la provisionalidad ya no vale.

Como me duele la quijada, hoy he pensado no escribir nada, pero como tengo una entrada pendiente en el archivo de textos, cuyo contenido se corresponde con el título de la de hoy, voy a ver si, con el corta y pega, la enchufo en el blog, y mas nada.


"Después de dos días de silencio que yo mismo me he impuesto, transcurrido el mes de junio que se ha caracterizado por un número máximo de entradas en el blog, comienzo el mes de julio con una confesión, aunque sin propósito de enmienda alguno, y sin intención de someterme a penitencia.
Como dijo Isabel Vicente, a quien he citado una sola vez en el blog, en la última de 'Levante' del sábado, 'de cuentas, prima de riesgo y mercados, no sabremos mucho, pero a retranca y mala leche
no hay quien nos gane'.

Aunque lo dice en el contexto de su columna dedicada a Sara Carbonero, me parece evidente que Isabel  ha leído mis últimas páginas del blog, en especial, 'Los Méritos de Rajoy' porque esa frase suya queda claramente fuera de cacho por la alusión a conceptos económico financieros en un texto intencionadamente frívolo. Si no la ha leído, es igual, porque esa frase da pie a que me identifique como sujeto de tan atinado comentario.

Ahora la confesión. Reconozco públicamente mi tendencia a .la retranca y la mala leche, a la vez, lamento profundamente no alcanzar el primer lugar en eso, como nunca he sido el primero en nada.
Para empezar, nací el segundo, y en lo demás, pese a mis evidentes progresos, siempre he sido un segundón, una condición que, al no formar parte de una familia con posibilidades de reinar, no me parece trágica.

Ser del montón garantiza un punto de vista y una libertad para exponerlo de la que suelen carecer los primeros en todo, siempre mas expuestos a los focos de la observación pública y a las exigencias
de su estatus.

Puede parecer que mi tendencia a la retranca y la mala leche, sobre todo cuando se trata de opinar sobre personalidades políticas y sus virtudes públicas, o la ausencia de ellas, es un intento de obtener mas audiencia para este remoto sitio de la nube que apenas ha recibido algo mas de veintidós mil visitas desde su creación, hace cuatro años, y solo medio centenar de comentarios, pero juro por los duendes de la red-- esos que hacen que ahora mismo esté usando el tratamiento de textos para escribir la primera versión de esta entrada, porque mi hijo, que ha vuelto a casa a los treinta años, como tantos otros, no se que cojones hizo anoche con el módem que no va-- que no se trata de eso.

Es mi carácter. Tal vez, la ironía, la retranca, y la mala leche han ido impregnando mi manera de ser de un modo discreto y silencioso, que yo recuerde, a partir de los veintisiete años, cuando afloró mi primera crisis que los sabios atribuyeron a la bipolaridad. Veo fotos en blanco y negro anteriores a aquel suceso, y no me reconozco en ellas. El sujeto verbalmente expresivo, que no escribía, afable y cariñoso con todo el mundo, jovial y simpático, no expresaba ningún fondo de crueldad, amargura, inseguridad, elementos de mi carácter que, honestamente, creo que coinciden con otros menos negativos, pero tal vez explican, en parte, mi tendencia a la retranca y la mala leche.

Para los partidarios de la genética determinista, confesaré, a la vez, que tal vez el resto de la explicación se encuentra en la herencia de la rama familiar que quemaba encinas en la sierra de Espadán, para hacer carbón. Un trabajo duro que marca el carácter, aunque no tiene nada que ver con los capullos que por el mal uso de una herramienta, o la quema de rastrojos, han contribuido a quemar cuarenta mil hectáreas en diez municipios de Heliópolis, o los que sean, que aún están ardiendo.

Es tal la nube de cenizas que ese acontecimiento trágico ha desatado que, anoche, en el claustro del Carmen, el director de Capella de Ministrers, Carles Magraner, se dirigió al público, en pleno concierto, para explicar que los instrumentos no funcionaban bien, debido al clima apocalíptico que los desajustaba.

No sé en los demás, pero retranca y mala leche son dos elementos  presentes en mi expresión escrita, creo yo, debido a dos factores, uno genético, el otro producto de un accidente emocional, también de raíz genética pero que a veces no aflora durante la vida del individuo, y no responden a ningún deseo de obtener mayor audiencia por medio de la provocación.

En cuanto al conocimiento de las cuentas y la prima de riesgo, cada cual sabrá. Yo comencé a trabajar a los doce años en una asesoría fiscal que se ocupaba, sobre todo, de cuentas falsas. Con el tiempo, me licencié en Economía en la facultad de Heliópolis, luego hice un máster en Auditoría Financiera, y puedo afirmar que en ninguna de esas experiencias formativas, incluida la de las cuentas falsas, se habló nunca de la prima de riesgo, un concepto que ha aparecido de golpe, merced a las catastróficas gestiones políticas de Zapatero y Rajoy, hasta convertirse en una información de dominio público, semejante al parte meteorológico que informa todos los días de las temperaturas, del grado de humedad, o, como diría Carles Magraner, del estado del clima apocalíptico que nos envuelve.

A estas alturas todo el mundo sabe, o debería saber, que ese número que aparece puntualmente en nuestras pantallas, junto al jodido Ibex 35,. es un indicador que explica el número de veces que el interés que pagamos a los mercados por la deuda pública supera al que paga Alemania.

No existe, que se sepa, ningún indicador que mida el número de veces que supera un comunicador de la Red, en retranca y mala leche, a la media de quienes se expresan en los blogs o en los sitios que limitan el número de caracteres, y que alcanzan los trending topic, que no se lo que es.

Estoy deseando que alguien invente un indicador de esos. para conocer, de fuente objetiva, hasta donde alcanza mi tendencia a la retranca y la mala leche. Si soy, o no, aspirante a ese trending topic. Creo que ya están investigando sobre la ironía en los textos. Al parecer lo están haciendo por cuenta de las grandes empresas que se anuncian en Internet. Quieren saber, cuantos de los que elogian sus productos o servicios se mofan de ellos, a la vez que los elogian, por lo visto ahora no lo saben porque los analizadores de textos son algo tontos, no saben reconocer la retranca y la mala leche."
Mira tu, que cosas.

En fin. Retranca y Mala Leche.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 2-07-12.

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