sábado, 4 de mayo de 2013

CATARSIS

Cuenta Wikipedia, a quien le pregunta, que Catarsis, del griego Kátharsis, `purificación, 'es una palabra descrita en la definición de tragedia en la Poética de Aristóteles como purificación emocional, corporal, mental y espiritual.

Mediante la experiencia de la compasión y el miedo los espectadores de la tragedia experimentan la purificación del alma de esas pasiones'.

 'Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de estos, pero sin experimentar dicho castigo el mismo'.

No he encontrado otro término que explique mejor el acto público sucedido ayer en la plaza de la Virgen de Valencia, una catarsis colectiva que tiene todo que ver con el dolor ajeno, la memoria, el olvido y la culpa, presentes en la tragedia del metro de Valencia, ocurrida en 2006 y que ahora sorprende que, gracias a un programa de televisión que merece, si lo hubiera, un premio Pulitzer para nuestros periodistas, vuelve a la actualidad gracias a los responsables directos de esta resurrección de las víctimas y sus familias en la memoria activa de las gentes.

Este acto de catarsis es tan evidente, que abundan, como han abundado estos días atrás, artículos que expresan sentimientos de vergüenza, necesidad de perdón, y demanda de castigo de los culpables.

Es significativo que el actual comité de RTVV, que ignoro si es el mismo de 2006, pida disculpas por la manipulación informativa que contribuyó al olvido de la tragedia.
(...)
Para que exista manipulación se requieren dos condiciones. Alguien que manipula, y otros que se dejan manipular. Cuanto mayor es la desinformación de las gentes, mas fácil es manipularlas. Un dato escalofriante que da cuenta de lo fácil que resulta manipular es una encuesta que publica hoy 'Levante'. Un tercio de los valencianos no sabe quien es su presidente (¿como van a echarlo si no saben siquiera quien es?) y sólo el 9 por ciento avala al Consell (¿los que chupan del bote?). Una patética radiografía de una parte significativa del pueblo valenciano, si es que tal cosa existe.

Confieso que yo mismo he experimentado un sentimiento catártico, en este caso de alivio, al ver la foto de portada con una muchedumbre que no cabía en la plaza, en respuesta a la convocatoria de las victimas del metro, después de que ese acto, prácticamente mensual, se haya realizado durante años sin presencia pública.

Me hice el propósito de asistir ayer a ese acto pero luego, un compromiso de última hora, me hizo desistir. Me produjo una sensación de malestar ese cambio de planes pero pensé que, aún sin mi presencia, la plaza estaría llena, como así ha sido. Si todos hubieran pensado así, no habría acudido nadie, de ahí mi alivio al ver la foto, que me libera de la culpa de mi ausencia.

Uno de los artículos mas emotivos sobre este tema es el publicado por Alberto Soler, en la 9 de Levante, Vergonya de ser Valencià, al que habían precedido otros, uno de Elvira Lindo en El País, otro de un valenciano, también en El País, cuyo nombre no recuerdo.

Lo que me parece evidente es que hay muy pocos trabajos periodísticos audiovisuales que hayan tenido una repercusión tan extendida en todas las capas de nuestra sociedad, con su trabajo forense de excavar en un asunto enterrado en lo mas hondo del territorio del silencio.

Sea cual haya sido la trayectoria pública y personal del Sr. Cotino, en los archivos de la Sexta queda para siempre el retrato de su personalidad mas auténtica, dibujado por el mismo, con sus gestos, con sus actitudes, al negarse a responder a las interpelaciones de Évole. Su silencio ha sido, como marca el tópico, mas elocuente que mil palabras, lo que conduce a la reflexión de que los medios audiovisuales pueden tener el efecto de un arma masiva de prestigio, o desprestigio, según sea su efecto en millones de espectadores. 

Todo este asunto debería servir para una reflexión común entre ciudadanos, políticos y responsables de la seguridad pública, para desentrañar la verdad de los hechos y redactar protocolos que mejoren la seguridad de los servicios, no vaya a ser que, dentro de unos años, haya que volver a ir a la plaza en favor de las víctimas de los recortes que actualmente se llevan a cabo en la sanidad pública, pero, como va a ser posible ese diálogo, ese trabajo compartido, si un 35% de los valencianos ignoran quien es su presidente, a dos de cada tres les inspira poca o ninguna confianza, el 74 por ciento cree que el Consell no actúa con honradez y un 9 por ciento que lo avala, probablemente chupa del bote.

Me quedo, pues, con el lado afectivo, emocional, del asunto, con la retribución intangible para las víctimas y sus familiares que ha supuesto la catarsis colectiva de ayer, en la plaza de la Virgen, en la que la memoria ha ganado al olvido y por fin se ha visto cumplida la satisfacción moral que llevan demandando desde hace seis años, un acontecimiento que confirma algo que un premio Nobel de literatura acostumbraba a decir, 'quien resiste, gana..'. 

El otro lado del asunto, las responsabilidades políticas, profesionales o penales que pudieran derivarse de este trabajo forense de resurrección de un pasado aún reciente, lo dejo para los entendidos, los penalistas, los analistas, no me considero un especialista en esos temas para aventurar una opinión en un caso como este, que provocó 43 muertos y 47 heridos. Seria una frivolidad por mi parte. 

Estaré atento a lo que suceda, eso sí. 

Catarsis. LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4/05/13.

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