viernes, 10 de mayo de 2013

CLÍNICA SOLIDARIA

Hoy me he despertado a las siete de la mañana y me he levantado enseguida. Tal vez no he debido hacerlo, porque los ruidos de mis movimientos por la casa han despertado a mi mujer, que me ha largado una bronca de aquí te espero, por no ser solidario, con mi silencio, con mi compañera de habitación y de vida, que compartimos desde ni se sabe.

Para no hacer mas ruido he bajado a la calle y he entrado en un bar que no suelo frecuentar, el único abierto por aquí a esta hora temprana. He pedido un cortado y lo he pagado antes de tomarlo, porque lo que quería, en realidad, era suelto para la máquina de tabaco, de la que he sacado un paquete de Lucky Strike (Golpe de Suerte) de esos que llevan 21 cigarrillos por el precio, ¿lo adivinan?, de veintiuno.

Después, para dejar morir el tiempo hasta las ocho y media, a esa hora suele llegar la prensa al quiosco de al lado, he ido a un cajero automático, a por la limosna semanal. En el recinto donde está instalado el cajero había un señor en el suelo, envuelto en una manta.

He procurado operar en el cajero de modo silencioso, pero la máquina que deglute y expulsa la tarjeta (de débito, a la de crédito renuncié hace treinta años, porque llevaba una vida demasiado golfa con ella) produce, inevitablemente, ese ruídito mecánico de los rodillos que la arrastran.

Total, que el hombre durmiente se ha despertado, también, por mi culpa, pero, lejos de echarme la bronca, se ha puesto a hablar, no solo, porque yo estaba allí, sino consigo mismo. Le he oído refunfuñar, antes de salir dando un portazo, dejando su manta en el suelo, algo en relación con lo mal que sienta beber mucho y comer poco.

Al regreso del cajero me he quedado de pie, frente al quiosco, esperando la llegada del repartidor de la prensa. Frente a mi había una cabina con un teléfono público, esa especie en extinción, desde que salió el móvil. Un señor, algo obeso, con aire forastero, ha salido de un coche, se ha dirigido al teléfono, ha marcado un número y ha dicho, mas o menos, 'Soy.....necesito la dirección de la Clínica Solidaria'.

Es evidente que no se ha percatado de que yo le escuchaba, y menos aún de que me ha dado el argumento para la entrada de hoy.
(...)  
Que significa eso de Clínica Solidaria?. Según se interprete. Para mi es la prueba irrefutable de que aquella Sanidad Pública, Universal y Gratuita, que se construyó en la época de Ernest Lluch, con enormes inversiones en hospitales, ambulatorios y personal cualificado, cuando la renta per cápita en este país era escandalosamente inferior a la de ahora, está dejando de existir a una velocidad comparable a la prisa que se da la derecha que gobierna en darle la vuelta a un modelo de incipiente estado social que nunca les gustó. 

No es que el sistema de sanidad pública no existiera antes de aquella revolución inversora. De toda la vida, los médicos de familia de la seguridad social venían a casa y existía lo que se llamaban dispensarios y casas de socorro, incluso algunos hospitales con nombres muy doctrinarios, como José Antonio, o 18 de Julio, y cosas así, aunque les llamaban mas bien, sanatorios.

En uno de ellos (ya no existe), en la Avenida de Jacinto Benavente, estuve ingresado a los cuatro años,  durante dieciséis días,  porque me partí la cabeza jugando en la calle. Ahora entenderán el modo tan peculiar en que funciona mi cabeza.

Aquella fiebre inversora dejó cosas tan sensacionales como el ambulatorio al que voy de uvas a peras, en Ambrosio Huici, un edificio de varias plantas dotado de unos servicios de nivel casi hospitalario, excepto porque no dispone de camas.

Además de aquellas inversiones físicas en hospitales, ambulatorios, quirófanos y unidades móviles, comenzó a crecer la Unidad de Trasplantes, que todo el mundo dice que es la mejor del mundo, pero, sobre todo, la solemne declaración del carácter público, de la universalidad y gratuidad de aquellos servicios marcó la diferencia con la caduca institución de la atención sanitaria en que se había convertido la Seguridad Social que se heredó del franquismo. 

Que ahora, después de aquel tremendo esfuerzo inversor, de una experiencia acumulada de treinta años en la Sanidad Pública renovada por el impulso democrático, aparezca una Clínica Solidaria, da que pensar. 

Significa, como mínimo, que el actual sistema tiende hacia la insolidaridad, que deja fuera de su cobertura a cientos de miles de residentes, que lo que antes era un derecho universal, se esta convirtiendo en objeto de comercio, que todos aquellos que no tienen un papel que acredite su existencia, aunque existan, se ven obligados a pedir desde un teléfono público una dirección de un centro donde les atiendan sin pedir papeles, ni preguntar orígenes, y que el señor envuelto en la manta que dormía en el cajero, cuando su hígado ya no responda, porque bebe demasiado y come demasiado poco, no podrá curar su insuficiencia hepática, porque, si no tiene dinero para dormir bajo techo, menos lo tendrá para el copago, y cualquier día, cuando vaya al cajero, lo encontraré muerto como un perro, en el suelo, gracias al nuevo modelo sanitario que impone la derecha.

Enhorabuena, señores de la derecha, lo han conseguido, hemos vuelto a los viejos tiempos que ustedes tanto añoraban, solo que ahora tenemos libertades formales, por lo demás, hemos regresado adonde solíamos.

En fin. Clínica Solidaria. (Por cierto, salgan en la tele, por favor, y publiciten su teléfono. Gracias).

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10/05/13.

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