martes, 14 de mayo de 2013

USTEDES PERDONEN

He bajado a por la prensa pero, hoy, el repartidor se ha retrasado casi una hora, porque las calles estaban mojadas. En mi pueblo, ya saben, ese lugar donde cuando llega marzo se plantan fallas y se tiran cohetes, cuando caen cuatro gotas suceden cosas algo extrañas.

Mucha gente no sale a la calle, los que lo hacen usan el vehículo privado, el tráfico urbano se complica con atascos, la prensa llega mas tarde a los puntos de distribución y los bares venden menos. Yo siempre digo que si en Bilbao la gente no saliera a la calle cuando llueve, se aburrirían de la hostia. Claro que allí, en todo el norte, tienen una arquitectura de soportales, nosotros, no.

La espera ha sido tan productiva que, aunque he comprado un ejemplar de 'Levante' del que solo voy a aprovechar medio titular de la última, mientras dejaba morir el tiempo se me ha ocurrido el argumento de la entrada de hoy, que poco tiene que ver con la prensa escrita, y todo con las excusas pedidas en televisión por H&M e Inditex (Zara, Amancio Ortega), en relación con los trágicos sucesos de Bangladés que han causado la muerte de mas de medio millar de trabajadores de una industria textil.

No es exactamente una excusa, sino una declaración de la voluntad de mejora de las condiciones de seguridad en aquellos recintos fabriles que, al parecer, también sirven de vivienda a los trabajadores, exactamente igual que sucedía en las plantaciones sureñas de Estados Unidos, antes de la abolición de la esclavitud.

En mas de una ocasión he elogiado la trayectoria empresarial de Amancio Ortega en las páginas del blog, como un ejemplo de empresario que ha sabido encontrar la autonomía financiera para crecer en sus negocios, al margen de la coyuntura bancaria, porque el grado de autofinanciación de su expansión, gracias al alto valor añadido generado por su actividad en el sector textil le ha permitido, no solo crecer cuando otros abandonaban el sector abatidos por la competencia exterior, sino convertir un pequeño negocio pueblerino en una organización a la medida de los mercados globales.
(...)
Sin embargo, mi hijo, que de vez en cuando consulta mis escritos, matizaba esos elogios míos con la duda de no saber exactamente que hacía Amancio en sus fábricas en lugares exóticos. Ahora ya lo sabemos, porque si la propia Inditex anuncia inversiones para mejorar la seguridad en esas fábricas, alguna responsabilidad reconoce tener en lo sucedido en Bangladés.

La dimensión de esa tragedia, multiplica por mas de veinte lo que sucedió en Chicago, que dio lugar a la celebración del 1 de mayo, sin embargo, el alejamiento de Bangladés de la geografía cultural occidental, puede causar el efecto de que lo sucedido se asocie a otras desgracias, la guerra en Siria, los atentados en Pakistán, y no se perciba que en el núcleo de ese suceso está la política laboral de nuestras propias empresas, o la de los contratistas que les suministran. 

Conviene precisar que Amancio Ortega dejó en otras manos la gestión ejecutiva de sus negocios, hace unos años, y que esa profesionalización de la gestión ha incidido en el planteamiento radicalmente global del negocio, con la relocalización de fábricas, acuerdos de negocio compartido en mercados lejanos o exóticos, tanto para la comercialización de sus productos, como para su fabricación y que, como consecuencia de esa política de expansión y gracias a las economías de escala generadas, ha alcanzado los primeros puestos en la lista Forbes de los hombres mas ricos. 

Este proceso de éxito ha transformado lo que fue un empeño personal, en un fenómeno de mercado. Podríamos pues responsabilizar de los mas de seiscientos muertos de Blangladés a un fallo del mercado, y no andaríamos alejados de la realidad, si usamos la jerga neoconservadora, mal llamada neoliberal.

Si nos atenemos al lenguaje anterior a las leyes emancipadoras de las relaciones esclavistas en Estados Unidos, ni siquiera sería visto así, sino como una pérdida patrimonial, pues los humanos que trabajaban entonces en condiciones similares a los trabajadores del textil en Bangladés, tenían un valor material que se fijaba en los mercados de mano de obra esclavista, pero no se les consideraba humanos. 

Se mire como se mire, son los mercados los que nos laceran, nos explotan, y hasta nos matan. El mercado se nutre de intercambios desiguales y de préstamos abusivos. En lugar de seguir con prácticas explotadoras que vienen de siglos atrás, deberíamos fijar mas nuestra atención en la concepción de intercambio amoroso de los bonobos, una especie de simios que hace del intercambio táctil la razón de su evolución. Préstame una mirada, una caricia, un suspiro, y yo te los devolveré con intereses.

Me parece una alternativa mas deseable que la que aconseja Elena Ochoa en la última de 'Levante', 'Debemos aprender a vivir con incertidumbre', que implica, entre otras cosas, que cuando un trabajador se levanta de la yacija donde malduerme para engancharse a la máquina de coser en jornadas de mas de catorce horas, lo haga con la incertidumbre de no saber si va a salir vivo de allí, aunque los responsables han dicho por la tele (ustedes perdonen),que van a mejorar las medidas de seguridad. No sé.

En fin. Ustedes perdonen.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGBRIN) 14/05/13.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios