Ahora que todos hablan en la radio y en las emisoras de televisión de la necesidad de un pacto entre las distintas fuerzas políticas para afrontar la delicada situación económica y social de nuestro país, cuando la Sexta nos ha ofrecido los viejos discursos de Fuentes Quintana y Suárez llamando al acuerdo, porque su gobierno no tenía mayoría parlamentaria, en una época en la que los créditos a las familias se formalizaban con un tipo de interés que no bajaba del 18 por ciento, y la inflación galopante pasaba del treinta por ciento, se pone de moda el pactismo, hasta el punto
de que toda la prensa escrita incide en lo mismo, excepto 'El Mundo' que, con Pedro J. a la cabeza, está entretenido en una cruzada ultra liberal anti Rajoy, con una energía desmesurada.
Pues bien, ya que hablamos de pactos, se me ocurre uno que debiera haberse cerrado hace tiempo y del que, lamentablemente, pocos hablan. El pacto del Sur.
(...)
No consigo entender como, cuando aparecieron las primeras dificultades en los países periféricos de la
Unión Europea, Italia, España, Portugal, Grecia, ahora Francia podría incluirse también, no se estableció una alianza,
un grupo de estudios y trabajo, con capacidad para acometer medidas que atacaran los desequilibrios de sus economías, una visión de conjunto que, haciendo valer su condición de consumidores de las industrias del Norte, cuyas economías dependen en buena parte de esas cifras de negocio con los países del Sur, fuera, precisamente, fruto de un pacto, no
de la imposición unilateral de las economías fuertes.
El Sur es, antes que nada, un concepto abstracto, por no decir romántico. Todos los pintores, escritores, artistas, que han recurrido al Sur, lo han hecho idealizando ese concepto. Desde el punto de vista geográfico, a veces se nos olvida que el Sur de algo, es también el Norte de otro sitio, pero si nos referimos a la economía, la política y el modo de vida, las descripciones que se hacen del Sur están llenas de tópicos, y también de rasgos verdaderos.
El lenguaje tiene un problema, si no se contrasta con diferentes realidades. Así, cuando empleamos la expresión Estado
de Bienestar, significa cosas distintas según se refiere a países del Norte, a Alemania, o a España, porque el tamaño de ese estado social es radicalmente distinto en cada lugar, y no es lo mismo tratar de recortar de una pata de jamón, que de un hueso casi mondo.
En cuanto al modo de vida de las gentes del Sur, demasiadas veces se asocia al clima, a las terrazas llenas de gente en los centros urbanos, y pocas veces se completa esa imagen con la de los horarios laborales extendidos, y también irracionales, todo hay que decirlo que, según Eurostat, da como resultado mas horas de trabajo en un Estado sureño, España, que en la productiva Alemania, aunque también las estadísticas certifican que en Alemania, con menos horas de presencia laboral, son mas productivos, pero en esto vuelve a aparecer el tópico, porque esta menor productividad a veces se imputa a la indolencia del carácter sureño, los españoles trabajamos poco, y se olvida que la productividad es el resultado de capital, organización, innovación y trabajo, y sospecho que en nuestra falta de productividad no está ausente la incompetencia empresarial.
Es cierto que hay un factor que si parece común a los países del Sur, el menor respeto por las leyes que en otros lugares es mayor, tal vez por la base calvinista de su cultura, y que hace que aquí tengamos alguna frase hecha que explica el mayor peso de la corrupción en la vida pública,'Hecha la ley, hecha la trampa'.
Sea como fuere, tengamos o no los habitantes del Sur una idiosincrasia propia y distinta, lo que es cierto es que desde que se manifestó la mayor crisis económica y financiera de nuestra historia reciente, pocos han sido los esfuerzos realizados desde los países del Sur para ofrecer una perspectiva común de la solución de nuestros problemas por medio
de la alianza, del trabajo común, de los estudios compartidos, que, si hubiera existido, habría impedido la imposición
de medidas unilaterales por los responsables políticos de otros países, para complacer a sus electores que, esos si,
se basan en los tópicos, divulgados por su prensa sensacionalista, para exigirlas.
Yo no se si habrá pacto, o no, entre nuestras fuerzas políticas parlamentarias, teniendo en cuenta que tenemos un gobierno al que se le confirió mayoría absoluta, es decir, que no necesita pactar, aunque si fingir un remedo de pacto para mejorar su imagen pública, pero lo que si necesitamos desde hace unos años es un pacto entre los países del Sur, unos ministros en la sombra de cada país que se reúnan con frecuencia para poner en un papel, negro sobre blanco, cuales son los puntos de vista del Sur, y cuales sus argumentos de fuerza, para acabar con la imposición de una política unilateral, que tampoco da los resultados que se pretenden.
No hay nada que impida una coalición de esa naturaleza, solo hace falta la voluntad política para construirla, pero si permanecemos enmerdados en pactos domésticos, sin mirar mas allá, no veo probable que se alcance ese necesario y urgente objetivo.
Mientras el tonto de Margallo siga con las chorradas de la marca España y su diplomacia hacia países lejanos, se le escapa esta brillante oportunidad de quedar como Dios.
En fin. El Sur.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6/05/13.
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