viernes, 24 de mayo de 2013

LA INSTALACIÓN DE JORDIET

Ayer estuve seis horas de pie, sin comer ni beber, en la sala A2.10 de la Facultad de Bellas Artes, en el extenso y laberíntico recinto de la Universidad Politécnica de Valencia. Al final, estuve a punto de marearme y cuando terminó lo que allí me llevó, fui a buscar el coche para salir de allí y me perdí en el laberinto de sus calles y accesos al no recordar donde había estacionado.

De no ser por la ayuda de mi hijo Jordi, todavía estaría allí, intentando salir de ese complejo en el que estudian, o toman el sol en la cafetería, que de todo hay, 45.000 estudiantes.

No es que yo quisiera autoflagelarme, no creo en la culpa, el castigo, la expiación, no fue un acto destinado al arrepentimiento y la penitencia por mis tendencias libertarias y mi antipatía hacia Aznar, Rouco Varela y demás personajes de una España negra que persiste en su presencia pública desde tiempos inquisitoriales, mi presencia allí no tuvo nada que ver con la política, simplemente hice de transportista de 75 kg. de sal que llevé en el maletero del coche para una instalación que mi hijo presentaba para cumplir con sus obligaciones curriculares de este curso en Bellas Artes.

Una vez allí, descargada la sal, me quedé, porque tenía curiosidad por saber de que iba todo aquello.
(...)
Una curiosidad alimentada por el hecho de que hace meses que mi hijo dedica una enorme cantidad de horas a la programación dedicada a esa instalación que ahora describiré. Ha tenido que cambiar el software varias veces porque los programas usados no soportaban la carga de imágenes y vídeos necesaria para el fin perseguido, y al final, después de tenerlo todo acabado, lo ha tenido que programar de nuevo con Flash, porque el Processing, petaba.

Además de las muchas horas dedicadas a la programación, he visto como llamaban a la puerta diversos mensajeros que portaban nanocomponentes electrónicos procedentes de lugares mas o menos próximos o lejanos, desde Alemania a China, pues la instalación de Jordi, que le gustó mucho a una alumna griega con la que hablé, por su sencillez, ha resultado ser de una gran complejidad, pero esa complejidad, al quedar oculta, ha producido la paradoja de la percepción de sencillez entre quienes han interactuado con sus elementos y efectos. Me gustó, si.

Los elementos básicos de la instalación son, una semiesfera de corcho blanco, masillada para permitir proyecciones sobre su superficie, un proyector Home Cinema colgado del techo, un mini teclado oculto dentro de la semiesfera, conectado por cinco cables a cada uno de los cuencos tibetanos dispuestos alrededor de la semiesfera, dotados a su vez de un dispositivo electrónico oculto, un ordenador portátil que controla todo el invento y una capa de sal que rodea la semiesfera, que oculta los cables que van a los cuencos, y que sirve de pantalla para parte de las proyecciones, que es justamente en la que yo he intervenido como simple transportista.

Toda esta complejidad tecnológica se resuelve en una sorprendente sencillez estética cuando al interactuar con la instalación, en cuyo ámbito se escucha un fondo de música tibetana, simplemente tocando uno de los cuencos, un gran ojo proyectado sobre la semiesfera te mira directamente, y lo hace sucesivamente a cada uno de los que tocan las distintos cuencos.

Cuando son activados los cuencos, en su base se generan imágenes coloristas, que van cambiando al aumentar el número de los cuencos activados, hasta que aparecen en la semiesfera imágenes de lava incandescente y cuando son cinco los cuencos activados por el tacto, se genera un gran ruido y la proyección sobre la semiesfera cambia a unos dibujos geométricos.

Observé entre quienes asistieron a la presentación de la instalación e interactuaron con sus, en apariencia, sencillos mecanismos y efectos, una reacción de sorpresa, casi infantil, en el mejor sentido, todos disfrutaron con la contemplación de aquel invento, que parecía mágico, y era simplemente electrónico, y yo mismo, me sentí orgulloso de tener parte en ese acontecimiento, le dije con sorna a una de las profesoras que se acercó a verlo, esta instalación no habría sido posible sin la intervención del transportista que ha acarreado la sal, si.

El lado menos gratificante de todo esto es que, la profesora que debía evaluar el trabajo de Jordi, avisada por el de que la instalación estaría montada hasta las tres de la tarde, ha venido a las tres menos diez, cuando ya todo estaba desmontado porque Jordi olvidó que a esa misma hora tenía consulta médica para hacerse una ecografía.

Estaba tan pringado con la electrónica y la programación, que olvidó su propia agenda.

No importa, esta tarde a las seis volverá a estar instalada en la sala A2.10 de Bellas Artes, y los días 7 y 8 de junio, a las 20:30 se podrá jugar con ella en 'La LLimera', Pérez Escrich, 13 (Juan Lloréns).

Lo mejor de todo es que un compañero de Jordi le ha informado de que puede presentarla a concurso al Museo de Arte Contemporáneo de Teruel, y tiene premio!, 22.000 pavos, igual puede recuperar todo lo que se ha gastado en componentes electrónicos, corcho y sal.

El arte es caro, hay cosas mas baratas, pero no son tan divertidas.

En fin.La Instalación de Jordiet.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 24/05/13.

1 comentario:

  1. Según lo describes debe de ser genial el invento, le deseo toda la suerte para él si se presenta al concurso de Teruel. Saludos.

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