Ayer vi en la tele la final de Copa en la que se enfrentaron el Real Madrid y el Atlético, que terminó con una merecida victoria del Atlético, a quien acompañó la suerte, por dos goles a uno. Felicidades a Enrique Cerezo y sus chicos, Cerezo, además de patrón del Atlético es productor cinematográfico, como todo el mundo sabe.
No soy muy futbolero, por eso lo mejor del encuentro me parecieron las ruedas de prensa que ofrecieron al final del partido, Mouriño, entrenador del Real Madrid, y Simeone, del Atlético.
En mi opinión, (me atrevo a suponer que puede ser compartida por cualquiera que se haya aventurado, aunque sea con mirada de aficionado, en el proceloso mar de las
numerosas 'psicologías' que han dejado su huella en las bibliotecas, las facultados universitarias, el cine, la literatura, los consultorios de psicología clínica, o los gabinetes publicitarios, a estas alturas no tengo claro
si la publicidad es una rama de la psicología, o la psicología una rama de la publicidad), en mi opinión, digo, ese material audiovisual, el de las ruedas de prensa que vimos anoche después del partido, debería ser conservado y convertido en referencia indispensable de las tesis doctorales que se elaboren en los próximos cien años, centradas
en las actitudes y comportamientos humanos relativos al egocentrismo insolidario, y su contrario, la solidaridad grupal, altruista, que explican, mejor que cualquier enfoque puramente deportivo, los resultados del espectáculo que se nos ofreció ayer.
Para quienes no vieron el partido, los que lo vieron no necesitan esta opinión, me extiendo ahora en los argumentos
que la sostienen.
(...)
El modo en que Cristiano Ronaldo celebró el primer gol, señalándose a si mismo con el dedo, mientras miraba al público, ya era una declaración de individualismo egocentrista, pues venía a expresar, esta jugada es personalmente mía, y ningún mérito han de atribuir a mis compañeros de equipo por ella.
Pero fue en la rueda de prensa, cuando a preguntas de los periodistas, Mouriño, evidenciando sus rasgos egocéntricos de libro, contestó refiriéndose a su carrera personal, a sus triunfos, antes de referirse a su propio fracaso en el partido que se comentaba, y por extensión, en la temporada en la que se le han escapado todos los primeros puestos. Yo, yo, yo...todo su discurso estuvo plagado de ese egocentrismo evidente que tanto molesta a sus críticos, ni una sola alusión al grupo, con la excusa de que el entrenador es siempre el máximo responsable de todo, de ahí su soledad al atribuirse éxitos o fracasos.
Una actitud, un comportamiento de libro, si consideramos que el egocentrismo es eso, una característica que define a una persona que cree que sus propias opiniones e intereses son mas importantes que los de los demás, mientras que el altruista tiene siempre presente la importancia de los demás, antes que la suya propia.
Dos rasgos de carácter tan típicos, tan repetidos en el tiempo, que los podemos encontrar en cualquier tipología de los múltiples manuales que circulan o han circulado por ahí, sean de orientación liberadora, humanista, conductista, psicopedagógica, orientados a la psicología clínica, a la publicidad, al consumo, o a las técnicas que aprenden los políticos para comparecer en televisión sin hacer demasiado el ridículo, pero, claro, sospecho que el tipo altruista, que tan bien ejemplificó ayer Simeone, como ahora veremos, es menos abundante que el egocéntrico, lo que, de algún modo, explica el estado de las relaciones interpersonales, individuales y de grupo, en la sociedad actual.
Le preguntaron a Simeone, que lleva algo mas de uno año en la dirección deportiva del Atlético, como ha conseguido
construir el equipo actual. Observen la respuesta. 'Primero, tuvimos que construir el grupo, luego el equipo'. Esa respuesta nos lleva a otra especialidad psicológica, la dinámica de grupos, que es una rama esencial de ese conocimiento.
Cuando le preguntan por los resultados del partido, Simeone contesta nombrando, uno a uno, a todos los jugadores, incluso los que apenas jugaron los diez minutos finales. En toda la rueda de prensa, ni una sola vez se refiere Simeone a si mismo.
En un momento determinado, cuenta que, antes del partido, les dijo a sus jugadores que se enfrentaban a un equipo que era mejor que ellos, y les pidió lo que resultó ser esencial en el resultado, además de la suerte, un esfuerzo adicional, que todos vimos que se materializó en un tremendo esfuerzo físico, una voluntad de triunfo capaz de equilibrar la mayor calidad futbolística de su contrario.
No se puede plantear una estrategia desde una mayor humildad, desde el reconocimiento de la superioridad del contrario, y a la vez desde la confianza en la entrega incondicional de su grupo de jugadores que se comportaron, efectivamente, como un grupo de gladiadores con potentes relaciones solidarias.
Esas dos ruedas de prensa, las dadas por Mouriño y Simeone, pasarán a los anales de la historia futbolística, pero son a la vez un ejemplo pedagógico tan claro de dos actitudes humanas tan opuestas, tan contradictorias, y a la vez tan típicas que, probablemente, todos los estudiosos del comportamiento humano deberán consultar ese material audiovisal, que debería ser conservado con mucho cuidado, para que, dentro de un siglo, quienes quieran aprender, o explicar a otros, que es el egocentrismo, o el altruismo, lo puedan hacer con el mejor de los ejemplos.
En fin. Egocentrismo/Altruismo.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 18/05/13.
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