viernes, 12 de diciembre de 2008

EL ÁGORA

He bajado al Maravillas y, mira por donde, mientras tomaba café, me he encontrado con una persona vinculada al complejo de las Artes y las Ciencias. Ha sido una suerte, porque andaba yo preocupado por si mi apreciación de la última realización de Calatrava en Heliópolis, ese puente apuntalado que la gente llama “El Jamonero”, al que aludí en la entrada de ayer, era demasiado subjetiva.

Al parecer, existe otro puente en Grecia, idéntico a este, solo que aquel no hizo falta apuntalarlo con las cuatro columnas que se han añadido aquí, una solución chapucera que tal vez se deriva de que el diseño es el mismo, pero el tamaño no. En un principio parecía que era una solución provisional, una ayuda que luego se retiraría, pero no, ahí se ha quedado, lo que parece indicar que se nos ha colocado un proyecto fusilado del de Grecia, pero sin adecuarlo a las diferencias estructurales derivadas de su tamaño.

Veo con sorpresa hoy en Levante una página dedicada a la alabanza de esa arquitectura, rematada de modo tan chapucero, y me asombra que se haya escrito con tan poco espíritu crítico. Da la sensación de que la oposición ha renunciado a criticar cualquier cosa relacionada con este asunto, después de constatar que esa actitud le quita votos, y se ha sumado a los parabienes incondicionales y generalizados a todo lo que hacen Calatrava y el Consell en materia de arquitectura pública, para no caer en la impopularidad.

Como yo no tengo ese condicionante, puedo seguir haciendo uso de la claridad. El próximo fiasco, el Ágora que se está construyendo, al parecer va a ser una cosa carente de funcionalidad, con una cubierta móvil que no tiene el menor sentido. La cubierta móvil se inventó, básicamente, porque las instalaciones de observación astronómica la necesitaban para operar sus grandes telescopios. Que se sepa, nada de eso se va a instalar en ese edificio. Las cubiertas a secas, tienen sentido para los pabellones deportivos en sitios lluviosos, o para ciertos deportes. Aquí ya tenemos un palacio de congresos, un pabellón cubierto para la práctica del basket y un velódromo, y las competiciones tenísticas, en general, se realizan en sitios abiertos.

La cruda realidad es que el Ágora se colocó como un elemento más del complejo donde se está construyendo, sin tener asignada ninguna funcionalidad. En cambio, me dice mi comunicante, carecemos de una torre de comunicaciones y cada vez que hay que retransmitir un evento le pagamos dos millones de las antiguas pelas al dueño del ático de la torre de la avenida de Francia, para poder instalar allí el equipo que permite las retransmisiones.

Al renunciar la oposición a cualquier crítica cuando le quita votos, es cómplice de la impunidad del Consell y permite que siga haciendo lo que le salga del bolo, sin que nadie le pida cuentas. Pero las gentes de a pie que aún tenemos un cierto sentido crítico, seguiremos censurando los puentes apuntalados, las cubiertas móviles sin sentido, y todo aquello que nos parezca censurable, porque se hace con nuestros dineros, y en ocasiones, no nos gusta como los dilapidan, mientras dejan desatendidas otras necesidades sociales.

Es una ironía que se le llame Ágora, una palabra evocadora de la democracia en la antigua Grecia, al producto de una política de trágala, cuyos responsables evitan constantemente la transparencia democrática y se niegan a dar detalles económicos de lo que están haciendo con el dinero de todos.

También es bastante irónico que la oposición renuncie a ejercer la crítica que le sería exigible en estos temas, solo porque está en juego un puñado de votos. Sobre todo, porque los que supuestamente ganan por un lado con ese cambio táctico, los pierden por el otro.

En fin. El Ágora, solo un capítulo mas de la serie de despropósitos que llevan la firma del dúo Calatrava-Camps, sin que nadie, por ahora, se haya atrevido a pedirles cuentas.


LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 12-12-08.

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