sábado, 13 de diciembre de 2008

EL PATIO

Joan Tardá, que se sienta en el congreso y su partido en el tripartito con los votos mas utópicos de los independentistas catalanes, dicen que ha pedido que se mate a un rey. Después ha precisado que se trata de un rey que ya está muerto. Matar a un muerto, además de un imposible, metafísico o no, parece una muestra del realismo mágico que, con decenios de retraso, se incorpora a las actitudes públicas de nuestros políticos mas inquietos. Hay que ver como está el patio.

Fraga, por su parte, mas realista, se inclina por que se cuelgue a los nacionalistas vivos. Parece algo mas pragmático, pero si se cae en la cuenta de que Fraga es el ejemplar vivo mas representativo de otro nacionalismo, el español, hasta que no salga a matizar que se refiere a los otros nacionalistas, los periféricos, ese deseo expresado por el parece contener una tendencia oculta al suicidio asistido.

Los nacionalismos son, hoy en día, la expresión de las tendencias mas utópicas en unas sociedades dominadas por el melting pot y las políticas económicas dictadas desde fuera de los estados y las comunidades que reclaman el reconocimiento de sus singularidades. Ahora mismo, el nacionalismo mas utópico que reconozco es el de los hinchas del Real Madrid, que realizan ante las cámaras unos pronósticos sobre el partido de esta tarde contra el Barça, que tienen todos los ingredientes de irracionalidad utópica y voluntarismo localista que también habitan en las gentes que Fraga desearía colgar.

El nacionalismo de Fraga es el mas feroz, pues no se basa en la utopía de alcanzar el reconocimiento de la personalidad histórica de un colectivo, con la intención de proyectarla hacia el futuro mediante el autogobierno, sino en la petrificación del pasado, la glorificación de los tiempos de cartón piedra de los Reyes Católicos y la idea del imperio, como origen y destino de la nación española. Si eso no es nacionalismo, del peor, ya me dirán que es.

Así como hay muchas personas que se reclaman de izquierdas, sin ser conscientes de que son de derechas, a Fraga le pasa lo mismo con los nacionalismos, odia los ajenos, pero no es capaz de reconocer el propio. Por mi, que lo cuelguen.

La política, en este país mas que en otros, tiene un componente de representación teatral, y a mi no me parece mal que algunos actores excesivos animen el cotarro de vez en cuando, porque, aunque solo sea cuando asistimos a ese espectáculo desde el gallinero, tenemos un alma infantil que nos anima a aplaudir a unos y abuchear a otros, como en los espectáculos de marionetas, en los que aparecen personajes “buenos” y “malos”, con la única finalidad de estimular la participación infantil.

Lo que no vale la pena es tomarse en serio el espectáculo, y a la salida del teatro liarse a mamporros con otros espectadores por defender a unos u otros actores que, después de la representación, se toman unas copas juntos en el bar del teatro.

Ahora mismo, en el teatro político, como están cerca las navidades, hay un montón de obras en cartel. En Madrid, además de los monólogos de Tardá y Fraga, se repone la vieja comedia de los vuelos a Guantánamo. Una reposición que se presenta como si fuera nueva. Ese guión está escrito a medias por dos compañías, en teoría rivales, pero seguro que se han puesto de acuerdo para escribir un final feliz, que no perjudique a ninguna de las dos. O sea, un bodrio de comedia.

En Heliópolis, ahora mismo, triunfan los musicales. Hay un espectáculo en marcha, lleno de luces y de colores, en el que las dos estrellas principales, Camps y Calatrava, bailan claqué tomados de la mano, sobre un fondo de Puentes, Ágoras en construcción, bombillas iluminadas y risas enlatadas que intentan transmitir la idea de que el mundo de fantasía que presentan es el mejor de los espectáculos que hay ahora mismo en cartel. Cuando acaba la sesión de noche se lanzan sobre la taquilla, para satisfacer a la cola de acreedores que esperan, impacientes, para recuperar una parte de la enorme deuda que han contraído los productores.

En el patio de butacas, el público baila para olvidar la fea realidad que acecha fuera, mientras una lluvia de confeti y de globos de colores contribuye a la alegría de los presentes.

En fin. El patio.


LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 13-12-08.

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