jueves, 18 de diciembre de 2008

LA ACTUALIDAD DEL DÍA (4)

*MADOFF

He dejado reposar unos días el comentario sobre el pufo de este americano listo que ha fundido mas de 37.000 millones de euros a sus colegas ricos, y mi paciencia ha dado su fruto, porque ya comienzan a circular los nombres de los primos. En Heliópolis, “Levante” cita a Suñer, ¿se acuerdan de Avidesa?, Serratosa, no los de los aviones, y Lladró, ya saben, las figuritas de porcelana (hombre, con ese apellido da la sensación de que esa fortuna familiar no tiene un origen muy distinto al que se le imputa a Madoff). Además, están en la lista, Alicia Koplowitz, Juan Abelló, Fernández Somoza, y alguno mas.

Todos apellidos emblemáticos de familias adineradas, que tienen una cosa en común. Todos tienen constituídas sociedades patrimoniales y de inversión, para que sus fortunas no aparezcan directamente a su nombre, porque eso sería de muy mal gusto. Ya se sabe que los ricos, lo que mas aprecian es el estilo y la buena educación y sería una ostentación grosera que sus fortunas familiares figuraran a nombre de las personas, pudiendo estar discretamente apartadas en un segundo plano, como detrás de un biombo, podríamos decir.

Se ha comentado mucho que los fondos de riesgo, o el timo de la estampita que montó Madoff, iban dirigidos a un club de ricos, lo que parece una obviedad, porque, si vas a timar a lo grande, en principio, no parece razonable que te dirijas a los pobres. En ese sentido, y prescindiendo del destino de los dineros obtenidos con esa estafa, Madoff tendría algo de Robbin Hood o de guerrillero de Sierra Morena, personajes que también buscaban vaciar la bolsa de los ricos.

Otros, menos idealistas, prefieren robar directamente a los pobres, sabedores de que son mucho mas numerosos, y gracias al efecto mágico de las economías de escala, un euro al mes trincado de mas en la factura de la luz, el agua, el gas, los seguros, las comisiones bancarias o la cuenta del hipermercado, cuando por el benéfico efecto de la multiplicación se aplica a una masa de consumidores o usuarios que se cuentan por decenas de millones, produce unas sumas de dinero infinitamente superiores a la modesta estafa de Madoff.

Sin ir mas lejos, la última vez que estuve en Carrefour, por ocho copas de un euro, pretendían cobrarme nueve, y solo unos días antes, para poder llevarme un pack de cervezas por el precio de oferta anunciado en grandes carteles, eché media hora en una larga cola de reclamantes, a quienes les habían cobrado de mas en algún otro artículo. Por no hablar de las numerosas reclamaciones que es necesario realizar ante las compañías de telefonía, para que te devuelvan lo que te roban con habitualidad.

Estafas entre ricos. Bah! Una tontería, comparado con lo que se roba a los pobres, cada día.

*FÚTBOL

Ayer ví el encuentro de fútbol entre el Saint Etienne y el Valencia C.F., y me pareció un espectáculo mas lírico que de costumbre, con los mínimos copos de nieve blanda cayendo sobre los lomos de los trabajadores del deporte y el campo cubierto de una pátina blanca, muy navideña.

El encuentro terminó en empate a dos, y los periodistas de la Sexta no paraban de admirarse de que los jugadores del Valencia no cesaran de trabajar hasta el último segundo para conseguir la victoria. La verdad, no se de que se sorprendían.

Es como si mandan a un albañil, oficial de primera, a tabicar y se sorprenden de que siga poniendo ladrillos hasta la hora del bocadillo. Al albañil le pagan para que ponga ladrillos, y al futbolista, para que se trabaje los goles.

En principio, no hay diferencia entre ambas obligaciones laborales. Otra cosa es que los futbolistas, por su popularidad y la enorme influencia pública del deporte profesional que practican, tengan ciertos privilegios, como que la hora de trabajo les salga por una cantidad astronómica, si la comparamos con la del albañil.

Pero, en lo tocante a las exigencias sobre la calidad de su trabajo, tanto unos empleadores como otros, esperan de ellos que se comporten, unos con la paleta, otros en el terreno de juego, con el mismo nivel de productividad.

El comentario de los periodistas parece dar a entender que no es así. En numerosos encuentros de fútbol, siempre hay algún equipo que da por terminado su trabajo después de conseguir una mínima ventaja. Consideran que ellos cobran por los resultados y que un esfuerzo adicional cuando éste ya está provisionalmente asegurado, es un derroche de energías innecesario. Esa actitud, muy a menudo, termina con la derrota del equipo conservador, que ha preferido ahorrar esfuerzos, y al que un gol de última hora le trastoca los cálculos.

Al final, los que ganan la liga son aquellos equipos que consiguen que sus jugadores, a pesar de los privilegios de que disfrutan, se comporten como el paleta que no deja de poner ladrillos hasta que el silbato del árbitro señala la hora del bocadillo.


LOHENGRIN. (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-12-08.

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