martes, 16 de noviembre de 2010

IRLANDA

Cuando se reclama un rescate, es que alguien ha sido secuestrado. Todos los medios hablan del posible rescate de Irlanda pero nadie informa de quienes son los secuestradores. Ante esa deficiencia informativa, uno se ve obligado a suponer que, si son los mercados quienes reclaman ese rescate, ellos son los secuestradores.

En situaciones especiales, como la que vivimos hace tiempo en las economías desarrolladas, los mercados, mas que ser un modo de funcionamiento de las economías, se sitúan en el ámbito de las creencias. Uno puede tener fe o no en los mercados, como puede ser budista, anglicano o agnóstico.

Siguiendo el ejemplo de Tomás de Aquino, ¿o era otro?, yo solo creo en la existencia de los mercados que visito los sábados, donde puedo ver, oler y tocar las mercancías expuestas, con los oportunos guantes puestos, dar un par de vueltas y comprobar que en ese espacio ocupado por muchos vendedores y muchos compradores, funcionan las leyes de la libre competencia.

(...)
Mas allá de esa realidad tangible, los mercados son para mi misterios místicos, escenarios actuales donde se recupera la tradición de los trágicos griegos y los protagonistas se ocultan tras una máscara que garantiza su anonimato ante los espectadores que entienden el argumento, pero no pueden identificar a los actores.

El rescate del sistema financiero irlandés, si finalmente se produce, se hará bajo la coacción de que de no hacerlo, los mercados tomaran mas rehénes, y el coste de la operación será mas oneroso. Ciento setenta mil millones de euros, la cifra destinada a ese rescate parece una cantidad muy elevada, pero nada garantiza que sea suficiente.

Tal vez convendría llamar a uno de esos intermediarios que intervienen en las negociaciones para el rescate de personas secuestradas en países poco seguros, para que negocie con los mercados una rebaja de esa cifra, pero, ¿como hacerlo si no sabemos quien está detrás de ese ente místico?.

Supongamos, por un momento, que el Estado chino forma parte de esa abstracción del mercado, que es un acreedor físico, jurídico, reconocible. Si cuando una empresa quiebra realiza una quita en la deuda, y el acreedor asume esa pérdida como un riesgo normal de mercado, ¿Que tiene de raro que los mercados que reclaman la recuperación integra de sus préstamos, asuman una quita de su cuantía, puesto que al prestar asumieron un riesgo? En un mercado normal, eso sería lo lógico, pero en la sacralización actual de la idea de mercado, esto parece que es un tabú.

Otra idea alternativa para contribuir a la solución de este espinoso asunto del rescate de Irlanda, es que este país proceda a subastar algunos bienes públicos. No se trataría de vender bosques o lagos, nada de eso, sino de subastar algunos intangibles muy valiosos. Los recursos obtenidos de la subasta podrían contribuir notablemente al equilibrio financiero ahora tan precario.

El patrimonio literario de Irlanda es tan enorme y tan influyente en la literatura universal que no sería extraño que algunos millonarios chinos --los japoneses no, ellos prefieren un Haiku de tres versos a un tocho de mil páginas-- estuvieran dispuestos a pagar verdaderas fortunas por adquirir el legado entero de Yeats, Joyce, Beckett, o Connolly, incluído el derecho a proclamar que en realidad eran chinos, y montar un parque temático en Hong Kong con los intangibles adquiridos en esa subasta, a la mayor gloria del PC chino que, por intermedio de esos millonarios
afianzaría su predominio universal sobre la decadente Europa.

Esos recursos así obtenidos restablecerían el equilibro de las finanzas irlandesas sin mayores daños para los demás países de la Unión Europea, y los mercados, sean quienes fueren, se quedarían tranquilos, pues seguramente soportan mejor un cierto grado de decadencia cultural, que las dudas sobre la recuperación puntual de la inversión en bonos del Estado.

A su vez, los ciudadanos europeos tendrían que soportar una menor presión fiscal. Si el ejemplo cundiera, pronto veríamos en las subastas a Cervantes y Pessoa, y los países que observan con preocupación la eventualidad del contagio verían aliviada su zozobra con esa nueva fuente de recursos, la venta en pública subasta de su patrimonio cultural y literario. Total, ¿A quien le importan esas reliquias del pasado, cuando lo que está en juego es, nada menos, que la supervivencia del mercado?

Pero, ¿Quienes son, quienes están detrás de la máscara del mercado? No teman, no voy a volver a empezar. Que mas da quienes son, lo que importa es que, sean quienes fueren, ellos son los secuestradores.

En fin. Irlanda.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 16-11-10.

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