domingo, 21 de noviembre de 2010

POLÍTICA Y ECONOMIA

Hace tiempo que no veo un titular tan estúpido con honores de primera plana. Se atribuye al presidente del gobierno, que lo preside con mi voto, entre el de otros muchos electores que ahora nos encontramos con la disyuntiva de que ya no tenemos a quien votar.

Dice así: 'Voy a convocar a las 25 grandes empresas del país para acelerar la recuperación'. Cualquiera está al corriente de que las 25 empresas mas grandes del país reúnen, entre todas, a una parte ínfima de la fuerza de trabajo, y que la millonaria población desocupada nunca formó parte de sus nóminas, porque esas empresas, por su dimensión y su eficiencia, están lejos de ser las que mas empleo han destruido.

(...) Sería mas creible que el presidente se reuniera con los banqueros para que el crédito llegue a la masiva red de empresas que daban empleo a la mayoría de la población activa, y también con el resto de las administraciones públicas cuya morosidad ha destruido una parte considerable de ese empleo.

Política y economía son conceptos que se pueden mezclar adecuadamente, obteniendo un resultado agradable al paladar, pero eso exige de quien prepara el cóctel un sabio conocimiento de los ingredientes y de las reglas para una mezcla armónica, así como un conocimiento de las preferencias organolépticas de aquellos a quienes va destinado.

El viejo dilema entre economía política y política económica hace decenios que pasó de moda, pero la situación actual parece que está sacando muchos viejos cadáveres del armario. La política económica solo aspira a intervenir en la realidad social usando instrumentos económicos, pero sin cuestionar la economía misma, ni reconocer
el caracter de la economía como instrumento de transformación social.

Sin embargo, la realidad mas reciente se ha encargado de demostrar que la economía no solo es política, sino que ha transformado la realidad social profundamente, aunque desde hace algún tiempo, para mal.

Ninguna política económica como la que se desprende de las declaraciones de los responsables políticos que bregan con la crisis tendrá efecto alguno que acelere la recuperación, si no se reconoce la necesidad de transformar los fundamentos de la economía misma, en particular, de la economía financiera.

Uno de los aspectos mas evidentes del desajuste entre política y economía es que, mientras la economía se mueve en un ámbito planetario, la política sigue confinada en el ámbito de la política nacional, y claro, las medidas que adopta un gobierno
local o nacional, carecen del menor efecto en los flujos mundiales de la economía, sobre los que solo actuan, en el sentido teatral del término, los organismos internacionales, en los que países como el nuestro tienen un escaso peso.

El prestigio de la política, y de los políticos, en este país, y en otros, ha sufrido un duro golpe que la situación de estancamiento económico amplifica cada día, pero hay que darse cuenta de la enorme limitación que supone hacer frente a una situación doméstica, sin tener ningún control sobre la realidad económica, que es planetaria, no doméstica.

En la medida en que los grandes actores de la economía mundial no lleguen a acuerdos
para establecer un campo de juego único, libre de batallas monetarias y políticas enfrentadas, USA una política expansiva con la máquina de hacer billetes, la Unión Europea ajustes presupuestarios, China exportando con una moneda artificialmente débil, y los brotes de proteccionismo por aquí y por allá, si no se supera ese desbarajuste, es dudoso que cualquier político responsable de un país de tamaño medio como el nuestro, puede hacer gran cosa para acelerar la recuperación.

Lo que si puede es minimizar los daños, y preparar el país para que se pueda enganchar al carro en las mejores condiciones posibles cuando otros, los que verdaderamente marcan la ruta, anuncien que estamos en la senda de la recuperación.

Es una opinión.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 21-11-10.

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