jueves, 18 de noviembre de 2010

LA FIRMA

El Presidente de la Diputación de Heliópolis, Rus, ¿el ruso?, quién, si se hiciera una encuesta, tal vez ocuparía el número dos en el ranking de la zafiedad que lidera su partido --solo superado por Sánchez Camacho, ese político de rostro caballuno y sexo femenino que ocupa en Catalunya el espacio que la crisis abre a la extrema derecha, a quien los medios conceden una atención excesiva, por no decir peligrosa para la salud democrática-- acaba de proponer públicamente una doctrina sobre la responsabilidad política no menos peligrosa que la de su colega Alicia.

Siguiendo la línea de Sánchez Camacho que culpa a los técnicos videográficos de las aberraciones contenidas en el vídeo de su campaña electoral, Rus acaba de afirmar que el alcalde Crespo, que al parecer firmó papeles que han resultado ser dudosos en relación con los presuntos fraudes en la depuradora de Pinedo, no es responsable de esa firma, porque el se limitó a poner su rúbrica en papeles que preparan los técnicos.

Rus se ha quedado corto. A juzgar por los comportamientos de sus compañeros de partido mas significados en toda la geografía de la comunidad, nadie se siente responsable de nada, y el hecho de que buena parte de los cargos públicos mas representativos de Heliópolis estén empapelados por asuntos presuntamente turbios obedece a una conspiración de intereses ajenos y, por tanto, los responsables son otros.

Ese asunto de la responsabilidad política de quien firma algo, merece algunas precisiones. De entrada, mi viejo Espasa define la firma como el 'Nombre o apellido, o titulo, de una persona, que ésta pone con rúbrica al pie de un documento escrito de mano propia o ajena, para darle autenticidad o para obligarse a lo que en el se dice'.

Queda claro que, aunque el documento lo redacte mano ajena (en este caso los técnicos o gestores de la depuradora) la firma obliga a quien la pone y si Crespo lo ha firmado, no se puede llamar andana sobre su responsabilidad política en esa firma.

La doctrina sobre la ética de la responsabilidad política que propone Rus, (yo no soy responsable de nada, ni de lo que firmo, ni de los asuntos que otros me imputan) llevada al terreno mercantil, alegraría la vida de muchos hipotecados que firmaron contratos de préstamo redactados por otros y que ahora, animados por la teoría de la no responsabilidad de Rus, se sentirían libres de esa carga, falta saber si las entidades bancarias estarían de acuerdo.

Del mismo modo que los bancos no aceptarían la no validez de esas firmas, los votantes que han puesto a Crespo en la alcaldía, es de suponer que se lo pensarán dos veces antes de reelegir a alguien que no se siente responsable de lo que firma, pues, de aceptar Crespo lo que Rus propone, ¿que promesas electorales, que ni siquiera van firmadas, tendrían credibilidad viniendo de un partido tan poco riguroso en el cumplimiento de sus responsabilidades políticas?.

La firma dice mucho de quien la estampa, al menos así parece, puesto que existe un cuerpo de peritos grafólogos que intervienen en cuestiones litigiosas para confirmar su atenticidad.

Rus se ríe, con su estilo zafio habitual, de la responsabilidad inherente al hecho de la firma porque en el fondo es un cachondo, que se lo toma todo a risa, se ríe de los electores, de los que, cándidamente, le votan, creyendo que el ejercicio de un cargo público lleva aparejada alguna forma de responsabilidad, y que ellos, los ciudadanos, o los jueces, pueden exigirla ante una conducta irregular

Es un modo de ver la vida. Seguro que hay un sector del electorado al que le hacen gracia sus zafiedades. Pues nada, a seguir votándole.

En fin. La firma.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 18-11-10.

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