Ayer escuché los primeros aplausos en el Aula de Teatro. El público presente en el patio de butacas --mis compañeros de aprendizaje teatral-- respondió así a unas breves palabras de presentación, que cada día improviso de un modo distinto.
--Me llamo Enrique y voy a decir un fragmento de un poema de Pablo Neruda, poeta chileno. Es un canto a la alegría del amor y espero que les sirva, en estos tiempos de pensiones menguantes.
Después de esta breve alusión a los pensionistas que motivó la risa de los asistentes dada su edad provecta, intenté recitar los versos de Neruda, pero me quedé en blanco, se hundió en el pozo de la desmemoria la mitad del texto y hube de bajar del escenario precipitadamente, con el rabo entre las piernas.
Antes de estos ensayos, el profesor hizo un larga disertación sobre diversos aspectos del teatro. Me llamó la atención, en especial, lo de la cuarta pared.
(...) La cuarta pared es, al parecer, el límite del lado abierto del escenario, una especie de frontera invisible entre lo que se cuece allí dentro y ese metro final al que el actor puede acceder, creando una distancia entre lo que ocurre mas al interior de las tablas y un punto de vista mas exterior y ajeno que trata de estimular el ánimo crítico del espectador en relación al conflicto que la obra representa.
Se trata del viejo asunto del distanciamiento, tan caro a Brecht, de separarse de la trampa emocional implícita en el relato teatral, para pensar por uno mismo sobre las raíces del conflicto representado.
El tiempo que vivimos ahora está habitado por tal variedad de conflictos, sociales, militares, étnicos, económicos, financieros, políticos, que operan como una red de la que resulta difícil desprenderse para alcanzar la cuarta pared, para intentar una visión serena de ese complejo escenario.
En algún viejo manual de psicología recuerdo haber leído que el conflicto es consustancial al devenir humano, personal y colectivo, y que la condición que mas nos humaniza es aprender a vivir con el conflicto desde un punto de serenidad, sin permitir que los múltiples efectos de esos conflictos se lleven por delante lo mejor de nuestra condición humana, resistir para que no aflore la mezquindad de nuestros instintos mas primarios, en definitiva, alcanzar, liberándose de las redes, esa cuarta pared desde la que observar con una mirada mas ecuánime y serena lo que acontece.
No parece que la época que nos está tocando vivir sea favorable para esas actitudes. Lo que vemos alrededor son protestas activas, con cierta violencia, como respuesta a un conflicto que se percibe, mayoritariamente, como un abuso de las minorías dominantes sobre las mayorías indefensas a las que las clases políticas que votaron, atrapadas en las trampas de la economía planetaria, parecen incapaces de defender.
Ante la abundancia y variedad de conflictos que nos rodean, yo me siento incapaz de precisar nada sobre cualquiera de ellos, intento alcanzar la cuarta pared para ver si desde allí puedo ensayar un punto de vista que me ayude a entenderlos, pero los efectos concretos de esos conflictos en las personas que tengo cerca se imponen con un trazo tan realista, tan carnal, que el distanciamiento no parece posible.
Pienso en los numerosos jóvenes --un hijo mío es uno de ellos- que intentan resistir desde una precariedad creciente, para defender una emancipación que debería ser una condición natural de su existencia, y cada vez mas es un horizonte problemático de dudosa realización, y no soy capaz del distanciamiento necesario para entender porqué se niega a toda un generación las condiciones mínimas para su desarrollo humano.
El teatro es, desde siempre, un ámbito de representación de los conflictos huumanos, pero a menudo escenifica situaciones del pasado. Hecho de menos que los nuevos autores se metan en la tarea de representar situaciones cómicas o dramáticas en las que los protagonistas sean los jóvenes que están soportando el mayor peso de los conflictos que proliferan en la sociedad actual. Tal vez, si se realiza esa catársis teatral de una frustración que es generacional, la sociedad entera tome conciencia del capital valioso que está dejando perder.
En fin. La Cuarta Pared.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 25-11-10.
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